OFICIOS VINCULADOS A LA MUERTE

Construye la última morada

Juan Manuel Ávila Villalobos se dedica a hacer escarbar y hacer las tumbas para los difuntos en el Panteón Jardín Modelo, donde se desempeña como jefe de cuadrilla
jueves, 30 de octubre de 2014 · 00:28
El oficio de enterrador, entendido como la persona encargada de abrir la tierra para depositar un ataúd, prácticamente ha desaparecido, pues ahora es una actividad con distintos roles administrativos, siguiendo las temporadas altas y bajas del negocio, así como una mayor comprensión del luto humano.
Lo anterior se desprende de una plática con Juan Manuel Ávila Villalobos, quien durante muchos años trabajó como oficial albañil y subcontratista, hasta que la casualidad lo acercó a la Funeraria y Panteón Jardín Modelo para desempeñarse como jefe de cuadrilla. 
"Yo llegué aquí por accidente. Vine a hacer unas construcciones. Me comentaron que si me gustaría participar en la cuadrilla de trabajos del jardín. No es muy trabajoso: es grabarse los jardines, llevarte bien con tus compañeros y tener mucha responsabilidad porque no debe haber errores.
"Debemos ser conscientes de lo que estamos haciendo y tenerle respeto al cliente", según compartió a El Vigía el hombre de 53 años, casado y con tres hijos, nacido en el Distrito Federal, pero radicado desde hace más de tres décadas en Ensenada. 
Al tiempo que cargaba y acomodaba cruces, además de revisar una tablilla con datos, Don Juan explicó que hay temporadas altas y bajas en un cementerio: la alta está relacionada con cuestiones invernales, cuando muchos ancianos y niños desgraciadamente fallecen por las bajas temperaturas. 
"Me vieron la facilidad de hacer equipo con la gente y tener el don de que se unan los compañeros, hacer equipos más que nada. Tenemos que usar el sentido común: como trabajadores debemos saber cómo lidiar con el dolor de las personas que nos visitan. 
"A la tierra que fueres, haz lo que vieres. No podemos intervenir con el familiar, solamente que se accidente alguien, que se desmaye", comentó.
Al hablar sobre la especialidad en que se ha convertido el anterior oficio, el hombre destacó que tienen que saber improvisar, como en la ocasión en que tuvieron que hacer la gaveta más grande porque no cabía el ataúd. 
"Podemos desarmar, tenemos gente preparada. Cuando pasa esto, ya por experiencia, el gerente habla a las personas de oficina para saber las dimensiones y hacer el trabajo un día antes", detalló.
Su horario normal es de 8:00 a 17:00 horas, con una hora de comida, y descanso programado el día domingo, aunque también está consciente que la carga de trabajo se puede incrementar de repente y los días se vuelven pesados, como la ocasión en que le tocaron 7 inhumaciones en un día y unas 4 cremaciones. 
"Mi responsabilidad es que todo el parque esté en orden: el pasto regado, todo lo que pasa por el parque va con mi responsabilidad. Lo que antes eran sepultureros ya no existen. Somos como todólogos.
"Podemos estar ampliando una gaveta, exhumaciones de ceniza, armado de gavetas o nichos, y levantar la basura cuando el personal no alcanza. Pienso que lo importante es que te guste lo que estás haciendo, porque si no, estarías divulgándolo en todas partes", concluyó Don Juan sobre el trabajo que diariamente realiza con diligencia y orgullo. 


"Mi responsabilidad es que todo el parque esté en orden: el pasto regado, todo lo que pasa por el parque va con mi responsabilidad. Lo que antes eran sepultureros ya no existen. Somos como todólogos"

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