La virgen de los hombres de mar

El pasado domingo 20 de julio se celebró la fiesta a Nuestra Señora del Carmen, patrona de los navegantes y marinos
sábado, 26 de julio de 2014 · 21:56
El pasado domingo 20 de julio, una vez más se celebró la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, la patrona de los navegantes y marineros. Al ser Ensenada uno de los puertos mexicanos más importantes, una de sus actividades preponderantes son las relacionadas con la pesca y la navegación, por lo cual dentro de la Diócesis de Ensenada existe una pastoral del mar, la que se dedica a atender las necesidades espirituales de los pescadores y marinos.
El iniciador de la pastoral fue el padre Carlos Poma, ya hace muchos años y él fue quien precisamente hace 18 años, dio principio en nuestro puerto a la tradición de festejar a Nuestra Señora del Carmen. La tradición prendió y aunque actualmente el padre Poma ya no radica en Ensenada, se ha continuado con esta fiesta, la que cada año se realiza mejor y en la que participan los sectores marinos y pesqueros, entre otros.
Este año la participación fue generosa y la fiesta dio principio con una misa en la Ventana al Mar. Se trató de un magnífico escenario frente a la bahía, en medio del puerto, entre embarcaciones de todo tipo y la asistencia de mucha gente. La misa fue celebrada por tres sacerdotes, el padre Jaime, vicario de la Diócesis, el padre Navarro, el actual encargado de la pastoral del mar y como invitado especial el padre Poma, quien vino desde Tijuana, donde hoy radica.
Ahí, frente al altar improvisado se colocó una bellísima imagen de Nuestra Señora del Carmen, la cual fue mandada hacer especialmente para esta celebración. Como testigos, además de los numerosos asistentes se encontraban cientos de gaviotas, turistas y paseantes, y desde luego, el hombre ballena, esa escultura atípica que legó el artista Alfonso Arámbula y que desde hace algunos años vigila el puerto.

Recorren el puerto
Después de la misa hubo una procesión, cargando la imagen de la virgen, desde la Ventana al Mar hasta la estación de los cruceros, en donde los asistentes abordaron dos embarcaciones bastante amplias. Se trató de dos de los remolcadores del puerto. Con estas embarcaciones, y otras más pequeñas que se fueron sumando, se hizo un recorrido por el puerto, saliendo hacia la bahía. 
La imagen de Nuestra Señora del Carmen se colocó en medio de una de las embarcaciones y mucha gente se tomó fotos junto a ella, incluyendo a familias completas. Daba gusto ver el fervor de la gente, quienes se encomendaban a la virgen, pidiéndole su intercesión en sus distintas necesidades. 
Desde que se inició el recorrido un conjunto de mariachi empezó a interpretar sentidas canciones dedicadas todas a Nuestra Señora del Carmen. El ambienta era de fiesta y fervor, de encuentro y amor por la virgen y  nuestras tradiciones.
Fueron bellísimas las visiones que tuvimos de nuestra bahía y nuestra ciudad desde estas embarcaciones. Son otros ángulos no muy usuales para los que no solemos navegar con frecuencia. Al hacer este recorrido llegó a mi mente el recuerdo de Juan Rodríguez Cabrillo, el primer navegante español que llegó a nuestra bahía en 1542, cuando la bautizó con el nombre de San Mateo. La vista de los cerros desde muy adentro del mar, parece haber sido la misma que tuviera Rodríguez Cabrillo hace ya 472 años.

Vista espectacular
Una vez fuera del puerto se nos presentó en toda su belleza la visión de la isla Todos Santos en medio del horizonte marino. No cabe duda que nuestra bahía aún conserva gran parte de su hermosura. Desde ahí veíamos el puerto con sus grandes grúas para cargar y descargar. Veíamos a lo lejos El Sauzal, San Miguel, el Cicese, la UABC, el cerro del Vigía, así como otros puntos de nuestra costa.
En un punto intermedio de la bahía, las embarcaciones se detuvieron, y ahí en medio del mar, los padres dirigieron una oración por todos los marinos y pescadores que se nos han adelantado en el camino. Enseguida fueron arrojados al mar varios ramos de flores. Fue un momento emotivo, cálido. Lleno de emoción. Ahí estuvimos varios minutos dándole gracias a Dios por el privilegio de estar en ese lugar y pidiéndole a la Virgen interceda por todos los que se lanzan al mar. 
Finalmente yo hice una oración por el mar, que es parte de la tierra, nuestro planeta, nuestra casa, nuestra madre. El mar nos da tantos alimentos, nos sustenta, permite la vida y oré porque los seres humanos entendamos nuestra dependencia del mar, lo amemos y lo respetemos, lo cuidemos y no sigamos dañándolo, como muchos lo hacen.

Momento festivo
Durante el regreso la fiesta siguió en todo su apogeo, algunas parejas bailaron, muchos otros se tomaron fotografías junto a la Virgen. El padre Poma estaba contento ya que esta hermosa tradición parece que llegó para quedarse en Ensenada. 
La fiesta de la Virgen del Carmen se celebra en muchos lugares costeros de nuestro país, especialmente en Ciudad del Carmen, Campeche. Hay pueblos costeros que hacen largas procesiones con cientos de embarcaciones, en las que luce el mar con toda su belleza. Esta es una de las muchas tradiciones que heredamos de España. Esperamos que siga muchos años más, aquí, entre nosotros, y que cada año sea mejor, como así ha sido hasta el momento.
Cuando entramos de regreso al puerto, nuestro remolcador pasó a un lado de una gigantesca embarcación llena de contenedores. Era impresionante su tamaño, y como estaban apilados los muchísimos contenedores. Una grúa iba bajando las cajas y los apilaba en tierra. Maniobra que se hacía con gran precisión.

Agradecen a padre Poma
Finalmente, antes de que atracara el barco, yo me tomé una fotografía junto con la virgen, a través de ella quería darle las gracias a Dios por la vida, por haberme permitido poder disfrutar de tantas tradiciones de nuestra tierra, de tanta historia y tanta geografía. También le agradecí al padre Poma sus esfuerzos por plantar esta tradición y seguir apoyándola. Mínimo tenemos que hacer que continúe, tenemos que transmitírsela a nuestros hijos y pedirles a ellos que a su vez se la transmitan a sus propios hijos. También le agradezco profundamente a Gerardo Fernández Ruiz y su esposa Betty por todo el esfuerzo que ha realizado a lo largo de muchos años para lograr que esta tradición cuaje y perdure. Sus esfuerzos son meritorios. Son parte de esa visión hermosa de nuestra Ensenada.

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