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De las tripletas a las tabletas, con mucho estilo

Mónica Tentori ha forjado su carrera en el área del cómputo ubicuo, y el diseño, desarrollo y evaluación de interfases de usuario e interacción humano-computadora
martes, 29 de julio de 2014 · 23:12
En la oficina de 
A la doctora Mónica Tentori, investigadora el Cicese, se le conoce por su capacidad de crear sinergias. Encuentra a las personas con intereses similares y funge como puentes. Ella misma lo ha aprendido de mentores como la doctora Gillian Hayes o los doctores Gregory Abowd y Jesús Favela.
Reconocida ya a nivel internacional a raíz de la beca Faculty Fellows 2013 que le otorgó la Fundación Microsoft Research como una promesa en la investigación en cómputo ubicuo, Tentori asegura que esos tres mentores son en gran parte la piedra angular que ha forjado su carrera en el área del cómputo ubicuo, y el diseño, desarrollo y evaluación de interfases de usuario e interacción humano-computadora.
Quizá el punto que marca la línea de investigación a la que ha dedicado toda su carrera fue un viaje en 2005 a un congreso de interacción entre humanos y computadoras, CHI, donde tuvo la oportunidad de conocer el trabajo del doctor Abowd en tecnologías de cómputo ubicuo relacionadas con el tratamiento del autismo en la universidad Georgia Tech.
"La formación en ciencias de la computación tiene su fundamento en matemáticas, desarrollo de sistemas, y algoritmos, pero esto me abrió otra perspectiva, me gustó mucho descubrir ese balance entre impacto social y contribución científica, esa influencia social en el desarrollo de sistemas”, dice Tentori.
Como parte de su doctrina de trabajo, el doctor Abowd ha congregado un gran número de colegas que han adoptado líneas de investigación derivadas de su pasión por la tecnología con función social, y una de ellas fue la doctora Gillian Hayes, el siguiente punto de convergencia en la carrera de Tentori.
"El doctor Favela, que ha sido un gran mentor y colega a lo largo de los años, quería que yo estudiase un postdoc en Carnegie-Mellon. Pero la cercanía con mi entonces novio, ahora esposo, y mi familia me llevó a la Universidad de Irvine, en California, aquí cerquita. Y ahí coincidí con la doctora Gillian, que estaba desarrollando tecnologías relacionadas con niños  bajo la influencia del grupo de trabajo de Gregory”.
 
Del deporte a los números 
Pocos se imaginan que pese a ser una experta en desarrollo de sistemas ubicuos, interacción-humano computadora y maquillaje impecable, la doctora Tentori fue una deportista prometedora cuya carrera se vio interrumpida por una lesión.
La pista está en su altura.
Aún sin sus icónicos tacones altos, la académica comanda una silueta por encima del 1.60. Es fácil adivinar cuál era su deporte favorito.
"Mi familia es 100% basquetbolista. Como yo estaba muy alta en la secundaria, empecé a jugar basquetbol como poste, pero después ya no crecí y jugué todas las posiciones, hasta botadora”, bromea.
Su mejor partido fue su ‘momento Magic Johnson’ en su primer estatal contra Mexicali, donde ella anotó 10 de los 15 puntos de la pizarra con los que Ensenada venció a las cachanillas hace más de dos décadas.
Tentori jugó basquetbol hasta los 19 años, cuando llegó el incidente que terminó con su carrera. 
 
Una familia comprometida con el trabajo y bienestar
Para la investigadora, la ética familiar de trabajo influyó mucho en su enfoque de trabajo. Dado que el basquetbol era una pasión  para sus padres, ambos entrenadores de educación física, trabajar siempre fue sinónimo de hacer lo que a uno le gusta.
"Ellos llegaron a Ensenada cuando yo tenía cuatro años, en 1984. La mayoría de mis familiares estaban trabajando aquí, vinimos de vacaciones y a mis padres les gustó, pensaron que era mejor que el casi no verse por cuestiones de trabajo en una ciudad tan grande como el D.F., de donde somos originarios.”
Al conseguir una plaza de educación física, lograron mudarse a Ensenada sin mayores problemas. Y el sueño familiar de su padre de abrir una piscina pronto se cristalizó:  para los 12 años, Mónica Tentori también ayudaba a su padre en las clases de natación, en las que algunos de los hijos de colegas de Cicese recordarán haberse inscrito.
Pero el día que se decidió a estudiar computación fue algo extraño para ellos.
"Yo no sabía qué hacer para mi carrera, pero ellos no querían que yo me fuera de Ensenada. Entonces me puse a ver lo que no quería hacer, y me quedé entre física, matemáticas y computación. Pensé que la tecnología era algo que evolucionaba a un paso más rápido que las otras dos, y me decidí por la tercera.”
A eso se le suman los fines de semana en casa de su tía Diana Tentori, también investigadora de Cicese. La computóloga recuerda que cuando ella tenía 12 años, su tía
estaba preparando su defensa doctoral, "y nosotros la estábamos molestando, jejeje, pero a mí me gustaba mucho cómo hablaba, escuchar cosas nuevas.”
Y para suerte del Cicese, no pasó mucho tiempo antes de que aquella joven basquetbolista cambiase las tripletas por las tabletas.

Su perfil
Mónica Tentori 
Licenciatura en ciencias computacionales en la UABC
Maestría y doctorado en Ciencias de la Computación de Cicese. 
Realizó su entrenamiento pos-doctoral en la Universidad de California, Irvine.
Investigadora del departamento de Ciencias de la Computación del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese).
Investiga la experiencia humana del cómputo ubicuo para diseñar ambientes ubicuos que efectivamente mejoran las interacciones de los humanos con su mundo. 
Su trabajo se ha aplicado a la salud y a entornos urbanos para apoyar las necesidades de niños con autismo y sus cuidadores, adultos mayores, trabajadores hospitalarios y servicios de conocimiento al ciudadano. 

"La formación en ciencias de la computación tiene su fundamento en matemáticas, desarrollo de sistemas, y algoritmos, pero esto me abrió otra perspectiva, me gustó mucho descubrir ese balance entre impacto social y contribución científica, esa influencia social en el desarrollo de sistemas”
Mónica Tentori

¿Qué es el cómputo ubicuo?
La computación ubicua es entendida como la integración de la informática en el entorno de la persona, de forma que los ordenadores no se perciban como objetos diferenciados. Desde hace unos años también se denomina inteligencia ambiental. 
 
Por Redacción/ELVIGÍA (Con información del Cicese)

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