RAÍCES

La santidad de fray Junípero

En su segundo día en Estados Unidos, el Papa Francisco canonizó al misionero español que llevó el catolicismo a California en el siglo XVIII, incluyéndolo así en el libro de los santos
domingo, 4 de octubre de 2015 · 00:00
El pasado 23 de septiembre fue canonizado por el Papa Francisco, fray Junípero Serra, quien fuera misionero en la Sierra Gorda de Querétaro y en Baja California; es considerado entre los fundadores de la Alta California, en donde estableció nueve misiones. 
El proceso fue largo, de más de 80 años, pero finalmente fue reconocido oficialmente por la Iglesia Católica, la que adoptó un proceso llamado "canonización equivalente”, que no necesita la aprobación de un milagro debido a la veneración popular. Y fray Junípero es de los personajes más respetados y admirados a nivel popular, tanto en Querétaro, la península de Baja California, como en la Alta California, así como en su tierra nativa la isla de Mallorca, España.
Ciertamente me da gusto que hayan canonizado a fray Junípero Serra. He tenido la oportunidad de seguir sus pasos, visitando muchos de los sitios en donde trabajó y dejó profunda huella, tanta que sigue siendo recordado con gran veneración. 
En la Sierra Gorda rescató el proyecto misional que habían iniciado sin éxito los agustinos, pero que él logró levantarlo integrando a la dinámica de la Nueva España dicha región. 
Las cinco misiones que se refundaron bajo su administración: Jalpan, Concá, Landa, Tilaco y Tancoyol, son un buen ejemplo de su espíritu de lucha a favor de los grupos indígenas. En cada uno de estos pueblos, los franciscanos de fray Junípero levantaron templos barrocos de gran belleza, la cual puede ser admirada hasta nuestros días y nos revelan el carácter de estos hombres, que lo dieron todo por llevar a los indios mejores formas de vida. Fray Junípero permaneció nueve años en Sierra Gorda, de 1750 a 1759, y su huella y su recuerdo aún perduran.


SISTEMA MISIONAL EN LAS CALIFORNIAS
Posteriormente, con la expulsión de los jesuitas de la Antigua California, llegaron a sustituirlos un grupo de franciscanos bajo la presidencia de fray Junípero. Fue en marzo de 1768 que nuestro santo llegó a la península y permaneció en ella poco más de un  año. Durante ese lapso, reorganizó el sistema misional que había caído en desorden, ya que al salir los jesuitas, las misiones quedaron sin misioneros y sus bienes fueron mal administrados por funcionarios reales.
También en ese tiempo, a invitación del visitador real José de Gálvez, participó en la planeación de la ocupación de la Alta California y precisamente se le pidió que fuera él, con sus franciscanos, quien diera inicio al sistema misional de la California Alta. 
Serra partió de Loreto el 28 de marzo de 1769, con el grupo del gobernador de las Californias, Gaspar de Portolá, y arribó a la bahía de San Diego el primero de julio del mismo año. En el inter de este viaje, Serra estableció la misión de San Fernando Velicatá, la única misión franciscana en toda la península. Igualmente, fue gracias a esta expedición, y otras asociadas, que el actual noroeste de Baja California, la región entre Velicatá y San Diego, que incluye a Ensenada y Tijuana, quedó incorporada de manera efectiva a la Nueva España, gracias al camino que se amplió y que finalmente unió a la Alta y a la Baja California. 
Serra escribió un diario de este recorrido, en el que describió con minucioso detalle dicha región. Entre otros lugares, habla de Ensenada, su bahía y sus grupos indígenas; narra también sitios donde después se formaron pueblos como San Telmo, San Vicente, Santo Tomás, La Misión y San Diego, entre otros.
Finalmente, el 16 julio fundó la misión de San Diego de Alcalá, dando nacimiento a la hoy ciudad de San Diego, así como al actual estado de California, Estados Unidos.
A partir de ahí, Serra desplegó una labor extraordinaria en la Alta California, estableciendo las bases de su posterior desarrollo. 
Como lo decía, fundó nueve misiones, abrió caminos, introdujo agricultura, ganadería y muy diferentes oficios que les fueron siendo enseñados a los indígenas. De forma especial, defendió a los indios de los abusos que intentaron hacerles algunos soldados y colonos.


ACTO DE AMOR
Además de misionero, fray Junípero fue un fundador de regiones. Tuvo ese privilegio y lo supo aprovechar para dar inicio a una tierra donde hizo grandes esfuerzos para sembrar lo mejor de los valores cristianos. 
Recordemos que Serra no dudó en abandonar su patria, su familia, sus títulos, puestos académicos y una serie de comodidades que le permitía su rango social e intelectual en España. Dejó todo eso para venir a trabajar en los confines de la tierra a favor de los indios. 
Intentar penetrar en las razones profundas de porqué lo hizo, sólo se puede lograr al darnos cuenta de la profunda fe que tenía en Jesucristo y su mensaje. Es decir, Serra trabajó por amor, por amor a sus indios, a la tierra, y por ellos entregó sus mejores esfuerzos. No es ninguna casualidad que haya sido canonizado, ni es algo que nos deba sorprender. Ya sus mismos contemporáneos mostraron importantes testimonios de la calidad humana de nuestro misionero y de su espíritu extraordinario.


CONDENAN CANONIZACIÓN
He estado leyendo las críticas que algunos grupos indígenas e intelectuales de California, EU, hacen a la labor de fray Junípero y en general, a la presencia hispana en California. Éstos grupos se olvidan que si hoy existen, es gracias a que los españoles llegaron primero a California, antes que los ingleses, los franceses y los rusos. Si los ingleses hubieran llegado antes que los españoles, estos indígenas que hoy protestan, simplemente no existirían. Algo similar les hubiera pasado si hubieran llegado antes que España, los franceses o los rusos. 
Desde luego, hubo abusos por parte de los españoles que colonizaron California, pero fue gracias a la presencia de los misioneros, que dichos abusos se minimizaron y se les respetaron muchos derechos. 
Varios piensan que los misioneros venían junto con los españoles ambiciosos que buscaban oro y propiciaban abusos. No, ellos traían su propia agenda y buscaban fundamentalmente el bien de los indios.Cuando se critica a los misioneros, generalmente se hace desde una óptica del siglo XXI, olvidándose que estuvieron entre los siglos XVII y XVIII, en los cuales la visión de los valores era muy distinta a como los vemos hoy en día.

El encuentro entre Europa y América era algo inevitable, como inevitable era que los grupos americanos llevarían la peor parte. Los únicos que colonizaron con una visión humanista, intentando integrar a los indios a su cultura, fueron los españoles. 
Para Inglaterra el mejor indio era el indio muerto, cosa que heredaron muy bien los estadounidenses que se independizaron de ellos.
Me he encontrado con críticos feroces de Serra, pero que se manejan más bien por prejuicios ideológicos y por odio (gratuito), a la Iglesia Católica. Sin embargo, ninguno de esos críticos ha leído una biografía del padre Serra, ni ha analizado los diferentes puntos de vista que existen sobre su trabajo. 
Estos críticos tampoco se atreven a decir algo de cómo los mexicanos hemos venido conquistando cruelmente a los indios, hasta el día de hoy, y los tenemos más marginados y humillados de como se les tuvo durante los tiempos españoles, que en esos tiempos se les respetaron muchos derechos que hoy se les niegan.
Claro que fray Junípero es un santo, y hace falta promover su ejemplo, al igual que otros importantes ejemplos de muchos otros que vinieron a nuestra tierra a trabajar en favor de los indios, y aquí terminaron sus días, entre ellos, amándolos y solidarizándose.
¡Enhorabuena! A mí me da mucha alegría por el primer misionero que trabajó en nuestra tierra y es reconocido como santo. Desde luego, no es el único santo que aquí laboró, hay muchos otros: Kino, Salvatierra, Ugarte, Consag, Píccolo, etcétera; pero Serra es al primero que la Iglesia Católica le reconoce este mérito de manera oficial. 
Baja California es una tierra fundada por santos, cuando menos sus iniciadores. Es un privilegio que pocas regiones del mundo tienen.


Fray Junípero Serra nació en Mallorca en 1713, se entrenó como profesor de teología y recibió en 1767 el encargo de expandir el sistema de misiones católicas desde Baja California, en México, a lo que hoy es el estado de California, convirtiendo a los indígenas que encontrara. En 1769 estableció su primera misión en San Diego y llegó a fundar ocho de las 21 misiones californianas, pese a padecer de una úlcera crónica en una pierna. Murió en 1784.

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