ENSENADA EN LA CULTURA: Origenes de los Vidaurrázaga en Baja California

Llegado en 1835 a la península, en un viaje sin regreso de España a México, el “ultramarino” formó familia en el estado Por: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo/COLABORACION*
sábado, 28 de febrero de 2015 · 00:00
El Rosario, B. C. - El primero de ésta estirpe que arribó a la península en su juventud fue Tomás Vidaurrázaga, hacia el año de 1835, era "ultramarino”, como antes se les llamaba a los extranjeros.
Era de origen vasco español de Navarra; según sus nietos, hombre pelirrojo de larga, y cerrada barba; alto y esbelto, de pocas palabras; hablaba las lenguas euskera, y español; aunque él no se consideraba español, sino vasco o euskadi.
En Baja California, Vidaurrázaga se ganaba la vida más en la minería que en las actividades campiranas, de donde los primeros peninsulares obtenían el sustento.
En viaje de España a México, vía Veracruz, Vidaurrázaga llegó aquí en viaje sin regreso, como tantos otros hombres que se quedaron para siempre en América.
Vidaurrázaga arribó a la península bajacaliforniana casi por casualidad, ya que del centro de México viajaba a Sonora, lugar en donde escuchó por vez primera acerca de la existencia en Baja California de la misión "perdida”, que según "decires” se encontraba en el desierto central peninsular, lugar donde supuestamente los misioneros jesuitas habían dejado escondidas sus riquezas tras la repentina expulsión de los territorios ocupados por España que sufrieron por órdenes de su rey, en 1767.
Ésto lo hizo viajar hasta acá para iniciar la búsqueda de tal misión, que nunca logró encontrar; y que más tarde su hijo Tomás Vidaurrázaga Murillo, nacido en la península, también buscara con especial ahínco, sin encontrarla jamás.
De igual manera que años después la buscara el también vasco, pero del lado de Francia, Luís Etchart, originario del área de los pirineos atlánticos.

Los Vidaurrázaga Murillo
Cuando Vidaurrázaga le había dedicado varios años a la búsqueda de la "misión perdida”, y al haber casi perdido las esperanzas, se fue para la primera de las misiones peninsulares, Loreto, en donde hizo trabajos diversos, como vinatero, zapatero, sastre, y otros que le permitían ganarse la vida.
De Loreto prosiguió para el Sur, hasta llegar a los minerales de El Triunfo, y Santa Ana, lugares no muy distantes del final de la península, donde durante escaso tiempo se dedicó a lo que mejor sabía hacer, la minería.
De esos pueblos mineros regresó a la misión de Loreto, donde conoció a la peninsular Josefa Murillo, con quien se casó.
Si Vidaurrázaga había realizado un viaje desde Europa hasta la península de Baja California, cuando hacerlo era súmamente difícil, ¿qué trabajo le costaba viajar del Sur al Norte peninsular, como así lo hizo? Con su esposa y sus pequeños hijos Manuela y Tomás Vidaurrázaga Murillo, viajaron hasta llegar al sitio conocido como mineral de la Ciénega de San Carlos, en las cercanías del antiguo paraje de Santa Catarina, lugares al Sur de El Rosario, distantes de ese lugar, algo así como unos 80 kilómetros.
Don Tomás Vidaurrázaga, el pionero, se había casado en el Sur de la península, en 1841, para lo cual había requerido del permiso de la Iglesia que era la que dominaba la vida y las almas de todo mundo; mayormente si el pretendiente era extranjero, debía obtener la anuencia positiva de la Iglesia, pues su calidad de "ultramarino” en estas tierras no era bien visto; si de bodas o de cualquier "arreglo” se trataba, debía intervenir la Iglesia católica.
Acá, en la región de El Rosario, se dedicó al rancho, y cuando la primera compañía del mármol llegó a El Mármol, ya sus hijos adultos se ocuparon en la explotación de la cantera.
Don Tomás Vidaurrázaga enseñó a sus hijos a hablar el Euskera, su idioma materno, sin embargo sus hijos no lo trasmitieron a sus descendientes; tenemos por ejemplo que su hija Manuela se casó con el italiano Carlos Pérpuly, cuyos hijos hablaban Español e Italiano, pero no el Euskera.
En los relatos que obtuve de Francisca Vidaurrázaga Peralta, nieta que fue de Don Tomás, supe que salvo algunos nietos por interés propio, mas no por instrucción de sus padres, aprendieron la lengua de su abuelo, el "Vasco” Tomás Vidaurrázaga; ella por ejemplo no sabía ni una sola palabra de euskera, sin embargo su padre Tomas Vidaurrázaga Murillo, incluso su madre Victoriana Peralta Veliz, habían aprendido de manera correcta esa lengua.

Tercera generación
Fue precisamente en el mineral de la Ciénega de San Carlos, donde Francisca Vidaurrázaga Peralta nació el día primero de agosto de 1909, en cuyo lugar fue sepultado su abuelo el "Vasco” Tomás Vidaurrázaga, fundador de su linaje en Baja California. 
Tomás Vidaurrázaga Murillo, hijo del pionero, fue juez en la Sección de Santa Catarina, y El Mármol, ambos lugares pertenecientes en aquella época  a la cabecera con sede en El Rosario, Baja California.
Mientras tanto, Tomás hijo fue casado con la comundeña asentada en El Rosario, Victoriana Peralta Veliz, procrearon basta familia, y son esos descendientes Vidaurrázaga que se conocen en la actualidad en la región Norte peninsular, mientras que otros en el Sur, además de que no son tantos, se han distanciado al paso de 170 años, que es el tiempo que ha transcurrido desde que nació esa estirpe en ésta tierra peninsular.
Continuando con la narrativa; casado Tomás hijo del pionero, con Victoriana Peralta Veliz,  procrearon a Ricardo "Pilayo”, Alberto, Fidencio, María Isabel, María Josefa, Artemisa y Francisca.
Y cuando ya Tomás Vidaurrázaga Murillo se hizo viejo en la región de El Rosario, se dedicaba principalmente a la elaboración de vino, siendo precisamente unas barricas de madera, también conocidos como toneles, los que causaron su muerte.
En las amplias pláticas que sostuve con María Isabel, y Francisca, nietas del Vasco Tomás Vidaurrázaga y de Josefa Murillo, recordaban que sus abuelos habían vivido casi siempre entre El Mármol y el mineral de la Ciénega de San Carlos.
Se trasladaron a El Mármol, donde su abuelo había sido explorador en apoyo a la primera compañía que trabajó la mina, sucedió esto años antes que nadie trabajara en ese lugar; hacia 1885 que fue cuando se dieron las primeras exploraciones o prospecciones en busca del ónix, en las que apoyó Vidaurrázaga.
Actualmente en El Rosario, no vive ningún representante de esa familia, pues los Vidaurrázaga más cercanos habitan en El Socorro, y en el poblado de Santa María, pueblo que se encuentra entre San Quintín, y El Rosario.
Éstos son descendientes de Ricardo "Pilayo” Vidaurrázaga Peralta y de Aurelia García Marrón; siendo las actuales familias, en El Socorro, Aguilar Vidaurrázaga, y en Santa María, Vidaurrázaga Aguilar.
Mientras que en El Rosario, sólo vive una persona que ostenta ese apellido, Carolina García Vidaurrázaga. Por supuesto, ninguno de los descendientes habla la lengua de su ancestro el "Vasco” Tomás Vidaurrázaga.

Notas genealógicas
Según la investigación de Pablo L. Martinez en "Guía Familiar de Baja California 1700-1900”; Tomás Vidaurrázaga solicitó permiso a la Iglesia para casarse con Josefa Murillo, en la misión de Loreto, Baja California Sur, el día 7 de enero de 1841; los motivos fueron por ser "ultramarino”, es decir extranjero, en el español actual.
Igualmente en la investigación de Pablo L. Martínez asienta que Manuela Vidaurrázaga (Murillo) contrajo matrimonio en Comondú, Baja California, Sur, con el italiano Carlos Pérpuly, el 24 de julio de 1876; siendo él de 42 años de edad, de ocupación comerciante, hijo de Nicolás Pérpuly y de Violante S.; mientras que Manuela Vidaurrázaga contaba con 27 años de edad, siendo hija de Tomás Vidaurrázaga y de Josefa Murillo.
Tomás Vidaurrázaga Murillo contrajo nupcias con Victoriana Peralta Véliz (1860-1942); procreando a Ricardo "Pilayo”, Alberto, Fidencio, María Isabel, María Josefa, Artemisa, y Francisca.
Ricardo casó con Aurelia García Marrón (1915-1949), fue la hermana menor que seguía a mi abuela paterna María Visitación; sus hijos fueron Rosalía, Ricardo "Calilo”, Salvador, Cruz (hombre), Carolina, y Tomás Jorge, mejor conocido como "Tomasito Vidaurrázaga”, fallecido a los 64 años de edad, en julio de 2008.
Vive en El Socorro Rosalía, mientras que Ricardo vive en Santa María; y Carolina en Ensenada.
Alberto fue casado con Sara Domínguez, cuyos descendientes desconozco.
Fidencio falleció joven, hasta donde sé, no dejó descendencia.
María Isabel, mejor conocida como "Chabela del Caracol”, casó con Adalberto "Caracol” Espinoza Peralta; sus hijos fueron Esperanza "Toto”, Dolores "Lola”, Alejandrina "Jarino”, Rosario "Chayulín”, Francisco "Raile”, Angelina y Rafael.
El mayor se llamó Adalberto, falleció a un año de edad, y se encuentra sepultado en el panteoncito del rancho de San Juan de Dios. Ya han fallecido todos ellos.
María Josefa, mejor conocida como "Chepita del Tambo” cuyo nombre fue en honor a su abuela Josefa Murillo, casó con José del Carmen "Tambo” Espinoza Peralta; sus hijos fueron Julio "Tambo”, Eduardo "Lalo”, Palmira "Ema”, y Manuel "Niní” recientemente fallecido.
"Chepita del Tambo” falleció en Ensenada el 27 de diciembre de 1991, a los 92 años.
Artemisa casó con José Contreras, vivieron y procrearon familia en Mexicali, sólo conocí a su hijo José Contreras Vidaurrázaga.
Francisca (1909-1997) "Pachita de Lapo” casó con Serapio "Lapo Viejo” García Marrón (1911-1994), hermano de mi abuela paterna María Visitación; sus hijos fueron Arnulfo "Ruso”, Gloria, Octavia, Estela, y Carolina; de todos ellos sólo vive Carolina.
El Socorro, pertenece a la delegación municipal de El Rosario, de cuya cabecera dista 30 kilómetros al Norte aproximadamente; mientras que Santa María pertenece a la delegación municipal de San Quintín, de cuya cabecera dista unos 25 kilómetros al Sur aproximadamente.
San Quintín se encuentra 200 kilómetros al Sur de Ensenada, y a 300 de Tijuana, frontera Noroeste de México con Estados Unidos de Norteamérica.
El Rosario, se ubica 260 kilómetros al sur de Ensenada.
Victoriana Peralta Véliz de Vidaurrázaga falleció en casa de su hijo Alberto, en la mina de El Mármol, Baja California.
La causa fue que se tropezó con el marco de la puerta de la casa, se desplomo y golpeó con una roca de mármol en la frente, perdiendo la vida de manera instantánea, en 1942, a los 82 años.
Vivía en El Rosario, había ido de "raite” de El Rosario a la mina con mi abuelo Alejandro "Negro” Espinoza Peralta, cuando era el encargado de llevar las mercancías del puerto de los chinos, en la bahía de El Rosario, hasta  la tienda de don Reyes Quiñonez en aquella mina. Victoriana fue sepultada en el panteoncito de ese lugar.

*El colaborador es miembro del Consejo de Cronistas Regionales del Instituto Municipal de Cultura y Desarrollo Humano de Ensenada.

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