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Maleza VS trigo

Los matorrales que ahogan los cultivos pueden combatirse de diferentes maneras, para evitar la quema de zoca que causa diversos problemas
viernes, 26 de junio de 2015 · 00:00
Por: Raúl Bernal Gasteélum/COLABORACIÓN
bernal1934mxl@hotmail.com

Algunos trigueros del Valle de Mexicali han venido sembrando trigo en la misma parcela por mas de 15 años, ocasionando una fuerte infestación de maleza, que ahoga al cultivo y merma considerablemente la producción, al competir ventajosamente con el cereal por la humedad y los nutrientes.

Quema de zoca
El remedio más socorrido para tratar de evitar la maleza ha sido el de quemar la zoca después de la trilla, práctica nefasta que ocasiona contaminación ambiental, ya que dadas las condiciones del valle, el humo se queda suspendido y ocasiona un daño irreversible en la calidad del aire que respiramos.

Enfermedades respiratorias
El mal manejo en el combate a las malezas tiene a Mexicali como una de las ciudades mas contaminadas del mundo, y también en los nada deseables primeros lugares por enfermedades respiratorias, como asma, bronquitis, neumonía, pulmonía, pleuresía, etcétera.
Ésto, independientemente de las enfermedades cardiovasculares asociadas con la contaminación del aire que.
De acuerdo a las investigaciones hechas por Ernesto Sosa Rocha, en México ocurren mas de 14 mil muertes por año por contaminación del aire.

Daños a la rizósfera
Independientemente de la contaminación atmosférica, que ya es alarmante, también la nociva práctica de la quema de la zoca daña considerablemente la capa arable de los suelos.
En gran medida, a través de los años, la quema de la zoca del trigo ha perjudicado en gran medida la rizósfera, capa de tierra mas profunda donde la humedad y el exudado de las raíces trabajan para producir, con la materia orgánica, los nutrientes que han de alimentar a las plantas de los cultivos sembrados.

Mayor consumo de agua
La materia orgánica auxilia a los cultivos al hacer más asimilables los nutrientes, así como en la conservación de la humedad. Al quemar la zoca del cultivo del trigo se impide la conservación de la materia orgánica, y también esta acción evapora la humedad, por lo que obliga a que los riegos sean más frecuentes o de mayor volumen, encareciendo los costos y dilapidando un valiosísimo recurso, indispensable y cada vez más escaso.

Suelos pesados
Al endurecer los suelos, las labores de barbecho, disqueo, etcétero, se hacen mas pesadas, obligando a utilizar el arado más profundo; por consiguiente, aumenta el esfuerzo del tractor o la máquina, lo que ocasiona el consumo de más combustible.

Suma de errores
Si hacemos la suma del total de las consecuencias desfavorables en los costos, con el simple hecho de quemar la zoca del trigo, se tiene como resultado un considerable aumento en los costos, en la pérdida del tiempo hora/hombre, y en el desgaste del equipo.
Muy pocos productores o técnicos valorizan el tiempo, la depreciación del equipo, o los costos indirectos sin tomar en cuenta que además están disminuyendo el volumen de sus cosechas, lo que pega directamente a su utilidad.

Error multiplicado
En una actividad determinada un error cuesta. Si el mismo error se repite 100 veces, serán 100 errores.
En el valle de Mexicali más del 50 por ciento de la superficie está sembrada de trigo. Por cada hectárea en la que se cometa el error de quemar la zoca, se multiplica por las posibilidades de hacerlo en más de 100 mil hectáreas sembradas durante el ciclo. El sólo pensarlo produce vértigo.

¿Qué se puede hacer?
Desde luego no quemar la zoca del trigo. Hay apoyos del Gobierno Federal para esta prevención, así como fuertes sanciones para quien realice esta práctica.
Se puede también cambiar a otras alternativas contra la maleza, como acudir a la consulta de mercado de la paja del trigo. Practicar la rotación de cultivos; informarse sobre la conveniencia de utilidades económicas, avío y comercialización de otros cultivos, para programar la rotación de cultivos.

Beneficios de incorporar la zoca
Al incorporar la zoca del trigo a la tierra se gana un mejorador de suelos de alta calidad; la capa arable se oxigena, y se ahorra por lo menos un riego, porque al hacerse más permeable la tierra, el ciclo de la lexiviación se vuelve dinámico y se conserva la humedad en el suelo.
Además, se ahorra en fertilizantes, en tiempo y esfuerzo de labores; si a esto se le agrega una mayor cosecha, la cuenta de resultados refleja mayores utilidades. 
En esta actividad de la producción de trigo, es incongruente que tal cultivo sea el que tenga más superficie sembrada en el valle de Mexicali (más de 100 mil hectáreas), una zona privilegiada porque los efectos del clima están definidas y se puede controlar o prevenir sus efectos.
No existen inundaciones, ni sequías o falta de agua, no hay plagas que no se puedan combatir; con estas condiciones es posible programar las siembras con un año de anticipación, lo que da margen a buscar un mercado seguro y redituable con acceso a contratos de siembra donde se reflejen los compromisos de productor y comprador, con precios y volúmenes establecidos.
Es posible también hasta zonificar las siembras de acuerdo al agua con que se contará día a día. ¿Por qué seguir jugando a perder?

Esperanza en la juventud
Los pioneros ya rindieron tributo a la tierra o ya están muy desgastados físicamente, muy cansados; así que la esperanza de una cultura de más cuidado con el medio ambiente, con la tierra, con el agua y con la producción alimentaria está depositada en la nueva generación, en esos jóvenes todo empuje y bien preparados con la vertiginosa tecnología de vanguardia y los adelantos sorprendentes de la ciencia que los ha equipado con herramientas valiosísimas encabezadas por la cibernética que los ha puesto de un sólo salto en el mismísimo futuro.


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