RAÍCES

La leyenda de la misión perdida y otras aventuras

El antiguo diario de un misionero o la experiencia de un grupo de vaqueros podrían conducir al mítico lugar del que quizá sólo quedan huellas de sus cimientos
domingo, 20 de septiembre de 2015 · 00:00
Uno de los temas que serán tratados dentro del Cuarto Festival de la Antigua California es el de la mítica misión perdida de Santa Isabel. Enrique Velazco, José Armando Estrada y Carlos Lazcano, ofrecerán un coloquio en el que se expondrán distintos puntos de vista sobre controversial tema. 
Y es controversial porque hay muchas personas que afirman que sí existió tal misión, mientras otros muchos lo niegan. Incluso hay quienes dicen que alguna vez la vieron, pero ya no recuerdan cómo volver a visitarla.
Hace algunos años realicé una caminata por toda la península, la que me llevó varios meses; el recorrido fue siguiendo las antiguas rutas del camino misionero que llegó a unir todas las misiones de nuestra península. Pues bien, cuando finalicé este recorrido recibí numerosas invitaciones para que diera pláticas y compartiera las experiencias vividas. En todas esas charlas era constante que me preguntaran si había visto la misión perdida o si había realizado la caminata para buscarla. Más de una persona quedó convencida de que habíamos realizado tal experiencia con el fin de encontrar dicha misión y poder echarle mano a los supuestos tesoros que ella contenía.
Por ese tiempo, una persona me pidió que organizáramos una, o varias expediciones, con el fin de buscar dicha misión. Yo le comenté que estaba dispuesto a hacerlo siempre y cuando partiéramos de algún supuesto o evidencia firme, ya que de otra manera buscaríamos a ciegas y la península es demasiado grande como para andar buscando al azar. La persona me dijo que tenía tales evidencias, se trataba de una serie de documentos en los que se mostraban pistas de la existencia de tal misión. Le pedí que me los enseñara para así poder analizarlos, interpretarlos y tener los elementos para iniciar tal búsqueda, sin embargo, esta persona, al principio, se negó a mostrármelos, ya que temía que yo pudiera divulgarlos o buscar por mi cuenta la supuesta misión. Desde luego, le garanticé que no haría ningún mal uso de tal información y que actuando éticamente, únicamente con dicha persona efectuaría tal búsqueda. La persona quedó satisfecha con lo que le dije y un día nos reunimos en su casa y me mostró las pruebas.
Para mi sorpresa yo conocía tales documentos y no recordaba que contuvieran alguna información sobre la misión perdida o algo parecido; la persona me dijo que el texto tenía información oculta que había que saber leer, que por eso no me había dado cuenta. 
Se trataba del diario de un misionero y por más que lo leía y releía, no lograba encontrar algo que pudiera interpretar como una información que condujera a un sitio o misión secreta.
La persona empezó a mostrarme las partes del texto donde supuestamente estaba dicha información. Por ejemplo, el misionero que escribió el diario llegó a una de las misiones más apartadas y comenta que se sorprendió de lo pobre que estaba. La persona interpretaba esto diciéndome que el misionero se había sorprendido de no encontrar candelabros de oro, ya que supuestamente a los misioneros jesuitas que se había expulsado de la península, se les acusaba de acumular oro sin reportarse al rey su parte. Yo le comenté que su interpretación no me parecía correcta, ya que al mencionar la pobreza de la misión, se refería a lo seco y árido del sitio donde estaba, no a la ausencia de materiales ricos. Sin embargo, la persona no quiso escuchar la interpretación que le daba y se aferraba a su versión del oro. Así interpretó otros textos del diario y, como eran interpretaciones que partían de premisas falsas, desde luego no conducían a ninguna misión ni nada por el estilo. Así que la búsqueda que íbamos a iniciar, ahí mismo concluyó, ya que no había ninguna base firme.


HUELLAS DE UNA GRAN OBRA
Posteriormente se me volvió a invitar varias veces a buscar la famosa misión perdida, pero igualmente no se partía de ninguna base firme. Incluso una persona decía que había visto la dichosa misión, pero cuando le pedí los detalles, de pronto sus recuerdos se borraban.
En una ocasión, cuando nos encontrábamos en una amena charla de fogata, unos vaqueros del desierto central me comentaron que ellos conocían la misión perdida. Dijeron que varios estadounidenses la habían estado buscando, pero que ellos nunca les revelaron del sitio. Les pregunté a estos vaqueros si me podían llevar a ella y me dijeron que sí. Ante esto, inmediatamente les pedí que pusiéramos fechas y así lo hicimos. En este caso los vaqueros no titubearon y me garantizaron que me llevarían a tal sitio.
Se llegó la fecha, así que me reuní con mis amigos vaqueros, preparamos mulas y caballos y cabalgamos durante dos días entre desiertos y pequeñas sierras. Después de esas dos pesadas jornadas llegamos a un paraje ya oscureciendo. "Aquí es el sitio”, me dijeron. Ante mi impaciencia tuvimos que esperar hasta el día siguiente.
A la mañana recorrimos a pie un pequeño tramo y entre la maleza empecé a ver los antiquísimos restos de una construcción que se apreciaba llegó a tener un buen tamaño. En realidad no quedaban muchos restos, pero se apreciaban bien los cimientos de lo que había sido dicha construcción y ciertamente eran de gran tamaño. Mi sorpresa fue mayúscula. 
Además vimos numerosos restos de objetos indígenas como cerámica, herramientas de piedra (puntas de flecha, metates, raspadores, dardos, cuchillos) y otros aspectos. Buena parte de ese día me la pasé haciendo un croquis, lo más exacto posible, de dichos vestigios. 
Los vaqueros me comentaron que desde que conocieron estos restos, ya eran ruinas, al igual que cuando los vieron sus padres y sus abuelos. O sea que eran vestigios fácilmente con más de cien años de antigüedad. Ellos me decían que sin lugar a dudas era la misión perdida.

PREGUNTAS SIN RESPONDER
Con la poca información que pude reunir, en los siguientes meses estuve buscando información sobre este sitio en varios archivos históricos, sin embargo no encontré nada, ni la más mínima referencia. 
¿Quién haría esta construcción? ¿para qué? ¿sería una misión? A mí no me lo parecía, pero de momento no lo podía descartar.
Varias veces volví a este sitio, bastante remoto e interesante, lleno de misterio, hasta la fecha, y siempre sigo preguntándome lo mismo. Espero algún día poder resolver este misterio y saber si en realidad fue una misión perdida o simplemente fue otra cosa. 
Otros candidatos de lo que pudo haber sido es el de un rancho, y yo me inclino más a algo minero, sin embargo por la zona no he encontrado nada que tenga que ver con minería.
Pronto volveré a esta misión perdida, pero no sé si la nueva visita me servirá de algo, ya que estos vestigios los he visto y fotografiado por todos lados, pero a veces salta algo que te puede llevar por un camino que no habías visto antes o que ni imaginabas. 
En todo caso me gustan los misterios. Qué bueno que existen ya que sin ellos la vida en la Tierra sería muy aburrida. Los misterios hacen todo interesante y nuestra querida Baja California aún encierra muchos de ellos.
Hay muchas cosas más que podría compartirles sobre la misión perdida y su búsqueda, pero eso lo estaré platicando durante el IV Festival de la Antigua California, el que se desarrollará entre los días 28 y el 30 de este mes. Específicamente el día 29, en el Cearte, en punto de las 19:00 horas ofreceremos este coloquio sobre la misión perdida. Están todos invitados, ya que se trata de un evento abierto.
Adelante, busquemos la misión perdida que todos llevamos dentro.




La misión perdida de Santa Isabel
Para conocer más acerca de este lugar, puede asistir al Cearte el día 29 de septiembre, a las 19:00 horas y escuchar la ponencia a cargo de Enrique Velazco, José Armando Estrada y Carlos Lazcano. La admisión es libre

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