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Miguel de Cervantes, admirado, pero no leído

lunes, 18 de abril de 2016 · 00:00
AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

Tras ser reaprehendido en enero, Joaquín El Chapo Guzmán llegó a la cárcel deprimido y cansado de huir. Y, como cura a sus males, las autoridades de la cárcel de máxima seguridad del Altiplano decidieron entregarle un ejemplar de El Quijote... Miguel de Cervantes contra la melancolía.

 

Al imaginarse al líder del cártel del Sinaloa buscando en esas páginas fórmulas antidepresivas, el escritor Ignacio Padilla señala lo paradójico del remedio.

 

-Existen algunos libros, muchos de ellos recientes, que proponen la lectura del Quijote, el libro más triste que jamás se haya escrito, como una herramienta para combatir la melancolía. Por desgracia, creo que esas obras y esos métodos parten del equívoco de que don Quijote es un hombre que triunfa sobre su obvio cuadro depresivo gracias a la literatura, cuando la verdad es que el hidalgo es derrotado por la melancolía, en buena parte, por culpa de la literatura. Como sea, la lectura por sí misma, vista más allá del pensamiento positivo, debe ser un magnífico instrumento para combatir la depresión.

 

Con mayor razón si se trata de una literatura escrita con inteligencia y humor, como la de Cervantes, un autor vigente a 400 años de su fallecimiento.

Infortunada obra

En México, la obra de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), como en cualquier otro lugar del mundo, ha tenido una fortuna desigual. Así como se le reconocen ampliamente sus méritos literarios, existe también una ciega veneración de quienes lo aman sin leerlo; un autor al que profesionistas, cantantes y hasta guerrilleros lo citan mal y lo entienden peor.

 

Su figura va del estudio profundo y profuso, con libros e instituciones que lo enaltecen, a la cita de "oídas” en boca de algún político.

 

"El ingenioso hidalgo ha sido marginado de la novela que lo cobijaba y se ha ido pervirtiendo en un descremado ídolo popular que mejor inspira canciones infantiles, discursos políticos y hasta movimientos guerrilleros encabezados por individuos que desde luego no han leído la obra de Cervantes ni creen que sea necesario leerla”, señala Ignacio Padilla en Cervantes & compañía, libro editado por Tusquets y que comienza a circular con motivo del aniversario luctuoso del autor español.

 

Si para el crítico estadounidense Harold Bloom, El Quijote sigue siendo la obra de ficción en prosa más avanzada que existe y, para Mario Vargas Llosa, los novelistas contemporáneos son todos deudores de Cervantes, Padilla asegura que no se trata de admirar menos a Cervantes, sino de leerle mejor para admirarle más.

 Padilla, miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, ha publicado también El diablo y Cervantes y Cervantes en los infiernos; participó además en el libro colectivo A propósito de El Quijote.

Un clásico en México

El Quijote, la máxima obra no sólo de Cervantes sino de la lengua española, llegó pronto y con buena estrella a México. De acuerdo con registros históricos, en 1608, el escritor Mateo Alemán, autor de Guzmán de Alfarache, trajo el primer ejemplar que se conoció en la Nueva España.

 

Además, el Archivo General de Indias consigna que en los albores del siglo XVII llegan ejemplares del Ingenioso hidalgo destinados al comerciante Clemente Valdés, vecino de México.

 

-Pronto fueron abundantes los pedidos que desde acá se hicieron de ejemplares de las primeras ediciones de la obra -señala Padilla.

 

Esa aceptación de la novela se ha mantenido hasta el presente; incluso, en 2005, cuando se festejaron los 400 años de la primera publicación del Quijote, la Real Academia Española lanzó una edición conmemorativa, con mil 360 páginas; el libro se convirtió en un éxito de ventas en México, con más de 100 mil copias vendidas en unos cuantos meses.

 

Según Padilla, él ha encontrado en América Latina algunos de los mejores intérpretes de Cervantes y El Quijote, particularmente entre los escritores del siglo XX, entre ellos Alfonso Reyes, Jorge Luis Borges, Augusto Roa Bastos, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes.

 -Los críticos y académicos mexicanos que han sabido leer esa obra no son menos brillantes -afirma. -Por desgracia, también ha prosperado en México la obtusa versión del Quijote que promovió el musical El hombre de la Mancha y es probablemente de ese musical, no del texto original, de donde surge el antiquijote contemporáneo, que impide que en el país se lea el original. Y que sigue provocando que profesionistas, cantantes de medio pelo y hasta guerrilleros lo citen mal y lo entiendan peor.

Llevado al teatro

El hombre de la Mancha es un musical creado en 1965 por Dale Wasserman y basado en El Quijote; en México, ha habido por lo menos cuatro representaciones profesionales, la primera en 1969 y ya se prepara una nueva versión para finales de 2016 en el Teatro Insurgentes.

 

Irónicamente, explica Padilla, ha sido a través de los entremeses, considerados su obra menor, como en México se cuenta con una tradición de escenificaciones cervantinas de primera línea, que se congregan año tras año en Guanajuato, en buena medida gracias a Eulalio Ferrer, quien fue un gran promotor de Cervantes en el país.

 

En Cervantes & compañía, Padilla recuerda las palabras del escritor Carlos Fuentes, quien aseguraba que así como en México todos son hijos de Pedro Páramo, todos son también habitantes del muy dilatado Territorio de la Mancha.

 De Cervantes, dice, existe materia suficiente para considerarlo parte esencial de nuestra experiencia lectora.

-La capacidad lingüística de Cervantes bastó para sacudir a la lengua española y sentó las bases para la gran revolución lingüística de los autores del barroco español, incluidos el segundo Lope, Quevedo, Góngora, Calderón, Gracián y Sor Juana Inés de la Cruz.

 

Por otro lado, agrega, en El Quijote de 1605 están las intuiciones que más tarde, en el de 1615, dieron pie a que la novela en cualquier lengua se convirtiese en un espacio para pensar en la literatura en sí misma. Así como la pintura tuvo que ser otra a partir de Las meninas de Velázquez, la novela moderna nació con El Quijote.

 -En gran medida sin saberlo, Miguel de Cervantes tenía por un lado una excepcional riqueza léxica, una cultura libresca inaudita, una esporádica y profunda comprensión de lo humano y una inventiva extremada -sentencia.

El ídolo descremado

En su prólogo a las Novelas ejemplares de Cervantes, el argentino Jorge Luis Borges afirmaba: "La crítica española acepta demasiado a Cervantes y prefiere la mera veneración al examen”.

 

Y esa reverencia de la que se quejaba Borges parece haber enrarecido u omitido varios peldaños del proceso que conduce a la consagración de un clásico, escribe Padilla en Cervantes & compañía.

 

"Diríase que con la obra del alcalaíno se ha pasado directamente del desconocimiento a la idolatría, y que en el camino hacia esa ciega veneración, tan lento como desprolijo, han hallado ocasión para enquistarse en nuestra versión de Cervantes interpretaciones o reinvenciones del Quijote por las que hemos resuelto amarlo sin apenas examinarlo”.

 

Ante esta ciega veneración, Padilla habla de cómo su personaje emblemático se ha ido pervirtiendo en un descremado ídolo popular.

 

-El Quijote, desde la publicación de la primera parte hasta nuestros días, ha tenido muy mala suerte. Su reconocimiento cabal en nuestra lengua fue tardío, más que nada por contingencias sociales y políticas que impidieron su apreciación estética. Si bien muy pronto supieron comprenderlo y quererlo los ingleses, los franceses y los rusos, en español y en alemán fue otra su suerte.

 

En particular, los primeros románticos alemanes lo leyeron sin humor, y reinventaron un don Quijote y un Sancho que simbolizaban y aún simbolizan, para la cultura occidental, la lucha de lo ideal contra lo real.

 

-Como si los clásicos, de entrada, tuvieran que simbolizar algo. Este don Quijote de los románticos, acartonado, pueril y deshumanizado, ha tenido tanta fortuna que nos ha llevado a no entender ni leer El Quijote de Cervantes.

Hoy en día se trata de una obra que todos creemos conocer y que rara vez hemos leído, una obra que se venera sin reflexión y que se impone, mal y de malas, en los programas de enseñanza. Todo esto es desde luego catastrófico para la cultura.

 Además, a esto se suma que la biografía de Cervantes ha sido corregida, maquillada o reinventada hasta el absurdo para canonizarle o satanizarle según lo haya exigido la corriente del uso.

Cervantes vs. Shakespeare

El mundo recuerda ahora los 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra y de William Shakespeare, los genios capitales de la literatura occidental, quienes fallecieron en abril de 1616.

 

Comparar a ambos autores es un ejercicio tan antiguo como necesario, señala Padilla, y puede realizarse desde muchos ángulos, algunos de ellos más favorecedores para Shakespeare y otros para Cervantes.

 

Las comparaciones son en la literatura tan habituales como iluminadoras, siempre y cuando se hagan con las reservas y matices que requiere cualquier juguete interpretativo, agrega.

 

-En mi trabajo reciente, Cervantes & compañía, he hecho la comparación desde algunos dominios en los que, en efecto, parece que Shakespeare noquea no sólo a Cervantes sino al resto de los escritores de antaño y hogaño. En términos estadísticos, de biografía, de recepción y de efectividad y técnica genérica, Shakespeare queda casi como un extraterrestre, un inhumano inventor de la idea que tenemos sobre nosotros mismos -explica. -Cervantes, por otro lado, queda como un autor escandalosamente humano, entrañable porque se parece en mucho a nosotros. Lo cual no es poca cosa.

 Según Padilla, los personajes del inglés, aunque cautivos de sus pasiones, son indudablemente más libres y más grandes que las obras que habitan, y por eso apenas se molestan en violentar al mundo. Cervantes, en cambio, acomoda personajes grandes en un mundo raquítico, los suprime, los confronta y finalmente hace que ese mismo mundo, mezquino como es, derrote y coarte en las criaturas reales o ficticias que lo habitan cualquier posibilidad de grandeza. Shakespeare permite a sus personajes ser grandes aun en sus miserias.

Villanos contra villanos

Y mientras los villanos teatrales del inglés calan hondo, parece que los de Cervantes suelen ser más antipáticos que malvados.

 

Sin embargo, señala Padilla en entrevista, es necesario matizar el asunto de la falta de matices de la maldad de los personajes cervantinos.

 

-Me parece, en efecto, que en la obra de Cervantes no hay tantos ni tan hondos villanos como los hay sin duda en la obra de Shakespeare. Y creo también que los villanos de Cervantes, particularmente en el resto de su obra, son en ocasiones bastante obvios y limitados. Pero eso no obsta para que podamos encontrar en la obra cervantina seres redondos que tienen muchísimo que decirnos de la maldad. Todavía está por escribirse un análisis de la maldad en Sansón Carrasco, Altisidora, los Duques e, incluso, en el Caballero del Verde Gabán y en el propio don Quijote.

 

De cara a los eventos por el aniversario luctuoso, Padilla hace un balance de esa especie de paralelismo, no sólo en México, sino en el mundo, y asegura que la obra de Shakespeare ha sido más ampliamente y con mayor tino leída durante los últimos 400 años.

 -La genialidad de sus intérpretes más tempranos, la historia y la naturaleza misma de las artes escénicas y visuales, el profundo respeto de los adaptadores de Shakespeare, han permitido que su obra eche en la cultura universal unas raíces hondísimas. Ese privilegio, también por motivos genéricos y más que nada fortuitos, no lo ha tenido la obra de Cervantes -concluye.

De puño y letra

Miguel de Cervantes escribió miles de folios que alimentan hoy la literatura universal, pero de su puño y letra se conservan apenas 12 hojas, principalmente documentos burocráticos.

 

Como parte de las actividades por los 400 años de la muerte del autor español, se han reunido en una edición facsimilar esos manuscritos, acompañados de un estudio grafológico, paleográfico y ortográfico, con la intención de acercarse a su personalidad a través de la escritura.

 

Los textos reunidos en Autógrafos de Miguel de Cervantes Saavedra están fechados entre 1582 y 1604. El acervo contiene una carta dirigida al secretario del Consejo de Indias de Lisboa, una serie de misivas relacionadas con su labor como comisario real en tierras andaluzas, un escrito desde la prisión y una carta, fechada en Valladolid en 1604, en la que solicita al rey licencia para publicar El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.

 

Los documentos originales están resguardados en el Archivo General de Simancas, la Biblioteca Nacional de España, la RAE, el Archivo Histórico Nacional, la Sociedad Cervantina, el Musée Départemental Thomas-Dobrée y el Rosenbach Museum and Library de Filadelfia.

 Más allá de su contenido, los papeles permiten asomarse al Cervantes cotidiano, un hombre apasionado e inteligente; educado en la caligrafía y la letra bastarda, con un estilo pausado, cuidado y elegante.



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