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Racismo a flor de piel

El asociar la piel blanca con poder y privilegio, y la piel morena con su contrario, no sólo implica humillar a individuos, sino crear una situación social de desigualdad que se vuelve natural y aceptable
domingo, 26 de junio de 2016 · 00:00
AGENCIA REFORMA
Ciudad de México

La discriminación y los prejuicios engendrados por el racismo provocan la invisibilidad de amplios sectores de la población y agravan los problemas de inseguridad, crimen, pobreza o desigualdad padecidos hoy en México.
La invisibilidad de las víctimas en la muerte es consecuencia de la discriminación que las hizo invisibles en vida, asegura el historiador Federico Navarrete, quien acaba de publicar México racista. Una denuncia (Grijalbo, 2016).
-El racismo tiene muchas repercusiones, desde lo más personal, lo más íntimo, como los apodos, hasta marcos institucionales; se mueve paralelamente a todas esas escalas -señala.
El asociar la piel blanca con poder y privilegio, y la piel morena con su contrario, no sólo implica humillar a individuos, sino crear una situación social de desigualdad que se vuelve natural y aceptable.
En su libro, Navarrete reflexiona sobre cuatro ejemplos en los que se cruzan racismo y violencia: los feminicidios de Ciudad Juárez, la guerra contra el narco, la matanza de los inmigrantes en San Fernando y la muerte de 22 personas en Tlatlaya a manos del Ejército.
La gran debilidad de la sociedad mexicana es que se conjuntan muchas formas de discriminación: clasismo, sexismo, racismo, homofobia e intolerancia religiosa.
-Todas se combinan y los sectores que reúnen varias de esas características quedan en una situación de vulnerabilidad extrema.
Para Navarrete, en México existe hoy una necropolítica de la desigualdad.
-Tiene que ver con la mal llamada guerra contra el narcotráfico, y con toda esta situación de violencia que se ha difundido en los últimos 15 años, y que ha cobrado ya medio millón de víctimas.
Aclara que no se mata a la gente por su piel morena, ni existe una dimensión racista directa, pero hay un grupo muy amplio de la población mexicana que es invisible por no aparecer en los medios, por ser pobre y por ser marginado.
-A las muertas de Juárez no las asesinaron por ser morenas. Las mataron por ser mujeres, pero su muerte importó menos porque eran morenas, esa es la tragedia; porque eran pobres, eran morenas, no eran tan visibles. Si hubieran sido mujeres de clase media, con otro aspecto físico, con otra situación social, habría habido otra reacción más fuerte del Estado.

De las castas a los medios
El racismo mexicano, la costumbre de distinguir y discriminar a las personas por su color de piel, ha sido parte de la historia desde hace al menos cinco siglos.
El régimen colonial se basó en distinguir a las personas de origen español, quienes gozaban de privilegios, y a las de origen indígena, con una posición inferior.
Pero en el siglo XIX, ya en el México independiente, surgió un nuevo tipo de racismo basado en la ciencia, que dividía en razas diferentes y atribuía a cada una cualidades morales distintas.
En México, la variante que se creó también fue la leyenda del mestizaje, la fusión de la raza indígena y la blanca en una sola. Aunque esta idea parecía superar las diferencias raciales, en realidad, las mantuvo, porque colocó a los indígenas aparte; además, se creó entre los mestizos una distinción entre blancos y menos blancos.
-Y ese es el racismo mexicano contemporáneo -explica Navarrete. -Tiene esos orígenes coloniales, pero también elementos del siglo XIX y el XX. Y además tiene un elemento contemporáneo muy fuerte, vinculado con los medios, la televisión, la publicidad, las revistas de sociales, que exaltan la blancura y el fenotipo europeo como símbolo de riqueza, belleza, glamour, sofisticación, y que excluyen a personas con un aspecto físico diferente.
Esas dimensiones personales y los prejuicios pueden lastimar profundamente a las personas. Además, la cultura de consumo también influye. Hay una definición del consumo como aspiracional, que es en todo el mundo, pero en particular en México y se centra en la idea de la blancura.
-Como decía un publicista, los morenos no son aspiracionales, por eso son excluidos de la publicidad.

El doble discurso
Nadie se considera racista en México, pero todos hacen bromas al respecto, afirma Navarrete.
En la vida privada, agrega, se utilizan expresiones como naco, puto o vieja, que están cargadas de prejuicio.
-Pensamos que esas expresiones son inofensivas, pero son parte de un escenario racista y un escenario homofóbico, que tiene consecuencias muy violentas de marginación y de violencia.
En su libro, Navarrete recuerda el caso del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien en una charla telefónica se mofaba de un grupo de indígenas por su forma de hablar el español.
-En el caso de Córdova, se vio claro que una cosa es lo que un funcionario dice en público y otra lo que piensa en privado. Pareciera que, al menos él y probablemente muchos otros de la élite, sienten un profundo desprecio por grandes sectores de la población, aunque no lo admitan en público. Hay un racismo que no se confiesa.
Incluso, señala, cuando alguien es racista explícitamente es más fácil combatirlo. A Donald Trump lo pueden acusar de racista y sus propias palabras lo acusan.
-En cambio, un racismo soterrado, hipócrita, es más difícil de combatir.

Espacios de debate
Contrario a la percepción general, Navarrete ve en las redes sociales aspectos positivos en relación con el racismo y la discriminación.
-Existe cierta impunidad de lo que se dice en las redes sociales, lo que hace que la gente exprese ideas racistas, prejuicios, insultos, de una manera que no se hacía en otros ámbitos -explica. -Y pareciera que las redes han hecho crecer el racismo, pero más bien lo han vuelto más evidente.
Sin embargo, así como hay reacciones de racismo más abiertas, también las hay en contra. Incluso, ha habido casos en que funcionarios han sido destituidos por compartir comentarios racistas u homofóbicos.
-Las redes sociales han abierto espacios de debate. Y eso es algo valioso.
Instituciones como Conapred o Derechos Humanos también han logrado avances, pero aún les falta mucho por hacer y no tienen la fuerza legal ni institucional para combatir realmente al racismo.
-Lamentablemente, tienen poco poder, no he visto que hayan logrado forzar a la televisión o convencerla de que deje de ser tan racista. No lo han logrado porque la televisión es mucho más poderosa que ellas.
Navarrete señala varias acciones que podrían erradicar un prejuicio tan arraigado en la cultura.
-La primera, una campaña social de presión a los medios para que sean más incluyentes. Boicots, presión social, no comprar productos con publicidad racista y favorecer a los que muestren publicidad inclusiva. Presionar a Televisa y a TV Azteca para que no pongan sólo actores güeros. A esas organizaciones hay que presionarlas por el dinero que es lo que les importa.
Por otro lado, agrega, a nivel político, hay que defender la visibilidad de todos los mexicanos.
-Hay que combatir la invisibilización; combatir la pobreza, la marginación, la violencia y reconocer los derechos de las víctimas -expresa. -Y el primer derecho es el derecho a la vida.
Los factores económico, político y cultural, juntos, pueden llevar a reducir el racismo, asegura.
-Todos debemos combatir la práctica de discriminación en nuestra vida particular y a nuestro alrededor -expresa. -Ya basta de chistes racistas, sexistas u homofóbicos, ya basta de utilizar expresiones como naco, maricón o vieja; mientras sigamos utilizando esas expresiones y nos parezcan simpáticas, seguiremos alimentado el racismo, la discriminación y la violencia. No son chistosas y debemos dejar de aceptar siquiera que son parte de nuestra tradición.

"No es que la violencia sea racista, pero el racismo hace que la violencia sea invisible”.
Federico Navarrete
Historiador

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