RAÍCES

Misiones de las Californias XXII: San Diego de Alcalá y el nacimiento de la Alta California

Los misioneros de la península hicieron un gran esfuerzo y sacrificio para apoyar el inicio de la Alta California. En 1769 fundaron la misión de San Diego, una de las más prósperas de la Alta California. Sin embargo, más adelante sería secularizada, cayó en decadencia y quedó abandonada por un tiempo
domingo, 23 de julio de 2017 · 00:00
CARLOS LAZCANO/ COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

La bahía de San Diego, donde actualmente se encuentra la ciudad de San Diego, California, fue asiento desde un tiempo inmemorial de los indios kumiai, quienes la habitaron durante varios miles de años.

Juan Rodríguez Cabrillo, un navegante español fue el primer europeo en arribar a la bahía, el 24 de septiembre de 1542, bautizándola con el nombre de San Miguel.

En 1602 arribó a ella Sebastián Vizcaíno, quien le puso su nombre actual de San Diego. Vizcaíno propuso que en esta bahía, o en la de Monterrey, más al norte, fuera establecido un puerto de apoyo para el Galeón de Manila, propuesta que finalmente no se concretó, y pasarían 167 años para que la bahía fuera ocupada por la Corona española.

Como ya vimos, ante el avance de los rusos en las costas del noroeste de América desde Alaska, a lo largo del siglo XVIII, la Corona española decidió ocupar el territorio de la Alta California, a partir de la bahía de San Diego. Para 1769, lo más al norte que los españoles habían evangelizado por la vertiente del Pacífico era hasta el paraje de Velicatá, descubierto por el último de los exploradores jesuitas, el padre Wenceslao Linck, en 1766.

En 1768 se comisionó al gobernador de California, Gaspar de Portolá, y al presidente de las misiones californianas, el franciscano fray Junípero Serra, para que iniciaran dicha ocupación. Así, fueron organizadas una serie expediciones, dos por tierra y dos por mar, para que desde la Antigua California llegaran a la citada bahía de San Diego.

INICIOS DE LA ALTA CALIFORNIA
La primera expedición terrestre fue dirigida por el capitán Fernando de Rivera y Moncada, quien llegó a la bahía el 14 mayo de 1769, después de abrir la ruta terrestre desde San Fernando Velicatá. Fue en esta entrada cuando por vez primera se llegó por tierra a la bahía de Ensenada, Rosarito, así como al actual valle de Tijuana, completándose el camino real por toda la península.

La segunda expedición terrestre fue dirigida por el propio gobernador Portolá, quien estuvo acompañado por el padre Serra. Esta segunda expedición salió de Loreto el nueve de marzo de 1769. Llegaron a Velicatá el 14 de mayo (fundando esta misión dicho día). De ahí continuaron hacia el norte por la ruta de Rivera y Moncada. Llegaron a la bahía de San Diego a fines de junio.

Una vez reunidas las cuatro expediciones en San Diego, fray Junípero Serra procedió a la fundación formal de la misión de San Diego de Alcalá, el 16 de julio de 1769, con lo cual igualmente dio inicio la Alta California, es decir, el actual estado de California, Estados Unidos.

Las misiones de la península hicieron un gran esfuerzo y sacrificio para apoyar el inicio de la Alta California, contribuyendo con gran cantidad de ganado, caballos, mulas, granos, ornamentos religiosos y enseres de todo tipo. Igualmente aportaron personal, entre soldados, indios cristianizados, trabajadores de todo tipo. Este esfuerzo nunca ha sido reconocido en la historia oficial de California, pero dicho Estado tiene una gran deuda con la península, ya que gracias a este apoyo pudo nacer y consolidarse.

Cabe recordar que en 1701, cuando el padre Eusebio Francisco Kino, gracias a sus exploraciones del río Colorado, se dio cuenta de que California no era la isla que se suponía, propuso que la tierra se dividiera en dos provincias; del paralelo 32 hacia abajo se llamara California Baja, y hacia arriba California Alta. Además, como en ese tiempo el padre Juan María Salvatierra ya había iniciado la evangelización de la California Baja, el pedía autorización para iniciarla en la California Alta, autorización que le fue concedida, pero que nunca pudo llevar a cabo ya que no consiguió misioneros que quisieran respaldarlo.

Como vemos, la propuesta de dividir en dos California, finalmente se realizó con la llegada de las expediciones mencionadas a la bahía de San Diego. En los primeros años los nombres que recibieron las dos provincias fue el de Antigua California para la península, y Nueva California para el nuevo proyecto. Sin embargo poco después los nombres que se utilizaron fueron los de Baja California del paralelo 32 para abajo y Alta California hacia arriba.

Al establecer San Diego, se daba un salto de casi 500 kilómetros desde la misión de San Fernando Velicatá, la más norteña de la península en ese tiempo, hasta la bahía de San Diego. Esto nos habla de la urgencia de la Corona española por ocupar la Alta California.

Originalmente, la misión de San Diego fue establecida a un lado del actual Museo de Serra, en Presidio Park, muy cerca de Old Town de San Diego, pero en 1774 fue cambiada a su sitio actual debido a que tenía más agua y un terreno más favorable para la agricultura. La misión quedó establecida en territorio de los indios kumiai, quienes eran parte de los grupos yumanos asentados en el norte de la península de Baja California y sur de California.

Pronto esta misión se fue desarrollando, implantándose la agricultura y la ganadería, además de darse inicio a la evangelización en la zona.

PERIODO DE DECADENCIA
En noviembre de 1775 hubo una fuerte rebelión de los kumiai, resultando en la destrucción de la misión y la muerte del padre Luis Jaime, primer mártir de la Alta California. Pronto la misión fue reconstruida.

La misión de San Diego de Alcalá fue una de las más prósperas de la Alta California. Hacia 1797 las 500 cabezas de ganado que se habían traído de la península, ya se habían convertido en diez mil y se contaba con 20 mil ovejas y 1250 caballos. Igualmente se contaba con un eficiente sistema de irrigación que permitió un notable desarrollo de la agricultura.

En 1803 un terremoto destruyó los edificios de la misión, los que pronto volvieron a levantarse. Algo que conmocionó a los misioneros en ese tiempo fue el hecho de que el padre fray Pedro Panto fuera envenenado por su cocinero, el indio Nazario.

En 1834 la misión fue secularizada, dejando de considerarse misión. Esto la hizo caer en decadencia y hacia 1846 la adquirió don Santiago Arguello.

Sin embargo, la misión quedó abandonada a partir de 1848 y no sería sino hasta 1862 que el gobierno estadounidense regresó las edificaciones a la iglesia católica. En 1941 la vieja misión fue decretada parroquia y en 1976 el Papa Pablo VI la declaró basílica menor.

El patrono de esta misión es San fray Diego de Alcalá, un sacerdote franciscano español que naciera en el año de 1400. Fue misionero en las islas Canarias donde ocupó el puesto de guardián del convento. Murió en 1463 en Alcalá de Henares, el 12 de noviembre. Fue canonizado por el Papa Sixto V en 1588.

De esta manera, fue la misión de San Diego de Alcalá los humildes inicios de la hoy ciudad de San Diego, California, una de las mejores ciudades de los Estados Unidos.

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