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Misiones de las Californias XXIX: San Francisco de Asís

Su posición dentro de la bahía, con nieblas frías y vientos intensos, afectó a los indígenas, lo que tuvo como efecto numerosas muertes. Sin embargo, se mantuvo funcionando hasta que, a raíz de la Independencia de México se inició su decadencia. La misión quedó aislada y en ruinas, hasta que la fiebre del oro hizo crecer la ciudad de San Francisco, la cual empezó a rodear a la misión
domingo, 17 de septiembre de 2017 · 00:00

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

Después de que fuera fundada la misión de San Diego, en julio de 1769, don Gaspar de Portolá, el gobernador de las Californias, continuó explorando hacia el norte con el fin de localizar por tierra la Bahía de Monterrey, en donde pensaban efectuar un segundo establecimiento misional.

Sin embargo, Portolá y sus hombres pasaron de largo y no se dieron cuenta de dicha bahía, hasta que finalmente, hacia fines de octubre, descubrieron la Bahía de San Francisco. Como su objetivo era la de Monterrey, dieron vuelta atrás para buscarla bien hasta que la localizaron.

Fue gracias al mencionado error que la gran bahía de San Francisco fue descubierta. Durante casi tres siglos muchos marinos no la vieron. Al parecer se debió a lo estrecho de su entrada y a que siempre suele estar entre la niebla. Rodríguez Cabrillo, Sebastián Vizcaíno, y cientos de navegantes que pasaron frente a su entrada a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII nunca la vieron.

Debido al avance de los rusos a partir de Siberia y Alaska en Norteamérica, los españoles decidieron avanzar lo más al norte posible, así que ante el descubrimiento de la gran bahía decidieron ocuparla para evitar la entrada rusa.

En junio de 1776, el teniente alférez José Joaquín Moraga, partiendo de Monterrey, California, encabezó una expedición a la bahía de San Francisco junto con fray Francisco Palóu. Moraga estableció el presidio de San Francisco en un paraje que previamente había sugerido el notable explorador Juan Bautista de Anza, quien abrió el primer camino terrestre en Sonora y la Alta California.

El 9 de octubre, el padre Palou, junto con fray Pedro Benito Combón, establecieron oficialmente la misión de San Francisco de Asís, a la que también se le conoció como Misión de los Dolores debido a que estaba cerca de la laguna de Nuestra Señora de los Dolores. La región era habitada por los indios ohlone. Estos fueron los humildes inicios de la ciudad de San Francisco, California, actualmente una de las más importantes de los Estados Unidos. Se trató de una empresa hispano-mexicana.

En sus inicios, la relación entre indígenas y misioneros no fue buena por diversas circunstancias, al grado de que los primeros bautizos se efectuaron hasta después de un año de la fundación. Inicialmente fue construido un templo bastante sencillo, hasta que en 1785, con ayuda de los indios el padre Palou empezó a levantar el actual templo, el que fue consagrado en 1791.

LA FIEBRE DEL ORO
Aunque esta misión no fue de las más productivas, hacia 1803, su mejor año, llegó a contar con 20 mil cabezas de ganado.

Su posición dentro de la bahía, con nieblas frías y vientos frecuentes e intensos, afectó mucho a los indígenas, ya que no favorecía a su recuperación, sobre todo a raíz de las enfermedades traídas por los novohispanos y europeos, principalmente el sarampión, lo que tuvo como efecto numerosas muertes entre los nativos. Esto fue causa de que, dentro de la misma bahía, pero con un clima mucho más benigno se estableciera el hospital de San Rafael, el que en 1817 fue convertido en misión.

Fue a raíz de la lucha de independencia mexicana que se inició la decadencia de las misiones de la Alta California, la que se aceleró a raíz de la secularización iniciada en 1834 por el Gobierno mexicano. Para 1841, en la misión de San Francisco sólo quedaban 50 neófitos. Poco después, el gobernador Pio Pico intentó venderla, pero sin resultados a falta de compradores.

A partir de 1848 la Alta California pasó a manos del Gobierno estadounidense. Así, la antigua misión de San Francisco de Asís quedó aislada y en ruinas, pero a raíz de la fiebre del oro que se dio en ese mismo año, el crecimiento de la ciudad de San Francisco empezó a rodear a la misión. Para 1857 el gobierno federal regresó la misión a la Iglesia Católica.

El terremoto que afectó gravemente a la ciudad de San Francisco en 1906, nada le hizo a los edificios de la misión, por lo que esta misión es la única de las de la Alta California que tiene su edificio original intacto, sin ningún tipo de alteración o reconstrucción. En 1918, fue levantada junto a la antigua misión un hermoso templo que fue consagrado como basílica. En nuestros días la antigua misión es una parroquia católica de la Ciudad de San Francisco.

A un lado de la misión se conserva el viejo panteón misional, en donde descansan los restos de muchos de los nativos que ayudaron en la construcción de la misión. También ahí se encuentran los restos del primer gobernador mexicano de la alta California, don Luis Antonio Arguello.

Esta misión se encuentra en pleno centro de la ciudad de San Francisco, a 800 kilómetros al norte de San Diego, frente la Bahía de San Francisco, muy cerca del famoso puente Golden Gate.

PADRE FRANCISCO PALOU
El padre Francisco Palou, fundador de esta misión, fue uno de los más notables misioneros franciscanos de las Californias, y uno de los principales colaboradores de fray Junípero Serra, el presidente de las misiones de la Alta California. Era nativo de Palma de Mallorca, España, en donde nació hacia 1722. Arribó a la Nueva España y estuvo, junto con el padre Serra, en las misiones de la Sierra Gorda, Querétaro.

En 1768, pasó junto con Serra a las misiones de la Antigua California, siendo su presidente a partir de 1769, cuando Serra partió para iniciar la Alta California. Con la llegada de los misioneros dominicos a la Antigua California, Palou se trasladó a la Alta California en donde estuvo desarrollando varios trabajos, entre participar en exploraciones, fundar misiones y administrar la provincia.

Cansado y enfermo regresó a la Ciudad de México en 1785. Murió en 1789 siendo director del Colegio franciscano de San Fernando. Durante estos últimos años de su vida escribió dos libros notables: “Noticias de la Nueva California” y “Relación de la vida y apostólicas tareas del venerable padre fray Junípero Serra y de las misiones que fundó en la California Septentrional”, ambos libros clásicos y esenciales para el estudio de la historia de la Alta California.

El terremoto que afectó gravemente a la ciudad de San Francisco en 1906, nada le hizo a los edificios de la misión, por lo cual esta misión es la única de las de la Alta California que tiene su edificio original intacto

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