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Una de las caras del colonialismo cultural

La primera California fue nuestra península, luego se nombró de esta forma a la de Estados Unidos. Pero los estadounidenses quieren llamarnos “Baja”, ya que para ellos la única California que existe es la de su país. Nuestras autoridades asumen esta posición; hay que hacer lo que ellos dicen. Pero el nombre de California es esencialmente mexicano e históricamente nos pertenece.
sábado, 18 de agosto de 2018 · 00:00

CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN
carloslascano@hotmail.com | Ensenada, B. C.

Proturismo, Secretaria de Turismo, así como otras dependencias de los distintos órdenes de Gobierno, tienen una tendencia de años de promover el nombre de nuestro Estado y nuestra península con el simple nombre de “Baja”. Y lo hacen con singular alegría, no molestándose en ocultar que, al hacerlo, así quieren quedar bien con los distintos sectores del vecino Estado de California, los que ya desde hace más tiempo empezaron a llamarnos “Baja”, en detrimento de nuestro verdadero nombre que es California.

La justificación más importante de que nuestras autoridades promuevan más el nombre “Baja” que el California es de tipo económico.

Como los estadounidenses nos quieren llamar “Baja”, ya que para ellos la única California que existe es la de su país, las autoridades asumen esta posición alegando que como estos visitantes dejan una derrama económica importante, hay que hacer lo que ellos dicen, y si nos llaman “Baja”, pues que así sea.

Es parte del colonialismo cultural al que se nos somete desde hace ya más de 20 años, y que nos está llevando a la venta de todo el país.

Ya vimos cómo en los últimos sexenios se han puesto a la venta las playas, el agua, el petróleo, la minería, y todo tipo de recursos naturales, siempre en beneficio de extranjeros y en detrimento de los mexicanos.

Si continúa esta situación no faltará mucho tiempo para que México quede en manos de extranjeros y los mexicanos estemos en el papel de sirvientes y empleados de tercera categoría.

Esto ya sucede en regiones como Los Cabos, especialmente en Cabo San Lucas, en San Miguel Allende, Todos Santos, Álamos, Chapala, y otras regiones.

SUPUESTA DERRAMA ECONÓMICA
No se como llamar cuando alguien prefiere vender su nombre por una supuesta derrama económica, como es el caso de querer cambiar nuestro nombre por “Baja” en vez de California.

Quiero creer que nuestras autoridades lo hacen por ignorancia, cuando menos las estatales, las que no destacan por su nivel cultural, empezando por nuestro gobernador, quien ha dado muchas muestras de una profunda ignorancia. Y digo que quiero creer en eso, ya que puede haber otras razones más fuertes, como la traición a México y la corrupción.

Cuando las autoridades promueven el “Baja”, igualmente están dejando de promover nuestro verdadero nombre California. Así, a nivel popular muchas personas poco a poco van asumiendo el “Baja”, ignorando totalmente nuestro verdadero nombre, California, con todas sus connotaciones históricas, literarias, culturales, así como sus elementos de identidad y raíz histórica. Y si a esto le agregamos el que nuestra historia regional cada día se enseña menos en las escuelas, el resultado es que muchos bajacalifornianos piensan que somos “bajeños” y no californios o californianos.

Es prácticamente todo el sector turístico de nuestro Estado el que insiste en llamarnos “Baja”. Todas las promociones que veo de agencias de servicios turísticos nos llaman “Baja”, incluso para dirigirse a un mercado nacional. Península de Baja, Baja Norte, Baja Sur, explora la Baja, etc. A los que amamos esta tierra nos duele esta situación.

Ya mencioné como originalmente el término “Baja” se empezó a utilizar desde fines del siglo XVIII cuando todo el territorio de la California se le dividió en dos provincias.

Así surgió el Alta y Baja California para indicar que una California estaba arriba del paralelo 32 y la otra estaba debajo de dicho paralelo. Es decir tanto el “Baja” como el “Alta” son indicativos de lugar, no nombres en sí. El nombre para ambas provincias siguió siendo California.

LA PRIMERA CALIFORNIA
La primera California fue nuestra península, y se le llamó así a partir de 1535, un derivado de esto fue el nombre del Golfo de California, al que no se le llama “Golfo de Baja California”, ya que ahí no aplica el indicativo de lugar. La segunda California fue la estadounidense y se le empezó a llamar California a partir de 1620. Como provincia la primer California fue la nuestra, y fue fundada en 1697.

La California estadounidense fue fundada como provincia hasta 1769 y su nombre fue el de Nueva o Alta California. Es decir, el nombre California es esencialmente mexicano e históricamente pertenece a nuestra península.

No cabe duda de que el conocimiento de nuestra historia nos da fuertes elementos para defender nuestra tierra y amarla. Por lo contrario, desconocer la historia de una región es en buena medida desvincularnos de ella. Por eso no es de extrañar que desde el Gobierno se ha estado quitando la historia, a todos los niveles, como una materia básica a aprender, ya han sido principalmente nuestra clase gobernante la que ya desde hace muchos años han estado vendiendo al país. Y desde luego, quien conoce la historia de su país se opondrá fuertemente a que sean vendidos sus patrimonios.

Un buen ejemplo de cómo estamos perdiendo nuestro patrimonio, y este beneficia esencialmente a extranjeros lo tenemos en las carreras fuera de camino llamadas “Bajas”, especialmente la Baja 1000 y la Baja 500. Estas carreras promueven fuertemente el uso del “Baja”; pero quienes ganan económicamente con ello son los dueños de estas carreras, todos extranjeros.

Lejos de dejar un beneficio real, dejan un fuerte impacto en las regiones naturales de la península y lo que se enseña, y promueve, es que vale más una máquina que las maravillosas regiones naturales que tenemos. Y esto es lo que enseñan a sus hijos todos los fanáticos de estos eventos: ignorancia de la historia e identidades de aquí, ignorancia de la riqueza natural y su desprecio, culto a lo extranjero, confusión con las identidades y tradiciones bajacalifornianas; antivalores como el machismo y la vulgaridad. Por desgracia, es son nuestros Gobiernos, tanto estatal como municipal, quienes más promueven estos eventos, sin tener una mínima consideración de qué tanto nos afectan.

Se avizoran nuevos tiempos en nuestra política. Aquellos políticos que ya llevaban un buen tiempo vendiendo nuestro patrimonio, la ciudadanía les acaba de dar una patada en el trasero. Ojalá que con los nuevos cambios lleguen políticas contrarias a ese colonialismo cultural que nos ha estado avasallando. Ojalá que se tomen medidas efectivas que respeten nuestro nombre, respeten nuestras playas, y nuestras regiones naturales, nuestra historia y todo tipo de patrimonios con que los mexicanos fuimos forjando esta gran región.

Conocer nuestra historia a través de la lectura, la visita a museos y sitios históricos es parte importante del conocimiento que todos deberíamos tener

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