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Bosques de sargazo

jueves, 27 de septiembre de 2018 · 00:00

La UABC y la Universidad de California implementaron un programa de monitoreo para uno de los ecosistemas más diversos del planeta

AGENCIA INFORMATIVA CONACYT

Ensenada, B. C.
Los bosques de sargazo gigante (Macrocystis pyrifera) de la península de Baja California están considerados entre los ecosistemas más diversos y productivos del planeta.

Aunque de su presencia dependen pesquerías de alto valor económico como abulón, langosta, pepino de mar y erizo, se conoce poco de su variabilidad y capacidad de adaptación ante los efectos del cambio climático.

Por ello, investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y de la Universidad de California implementaron un programa de monitoreo que abarca desde San Diego, California, hasta El Rosario, Baja California, denominado Mexcal.

El monitoreo contempla variables físicas, químicas y biológicas a través del uso de herramientas como sensores, drones e imágenes satelitales que se combinan con los datos que recogen los buzos en al menos 16 sitios a lo largo del Pacífico de Baja California, todo esto en estrecha colaboración con las comunidades pesqueras.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Rodrigo Beas Luna, investigador de la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC, explicó que las imágenes satelitales, capturadas en intervalos de 17 días, les permiten obtener datos de la cobertura de los bosques de sargazo desde la década de 1980 a la fecha.

“El sargazo gigante es un alga que crece 15 centímetros diarios, llega a la superficie y sigue creciendo formando mantos. Entonces se pueden estimar las dimensiones de un determinado bosque de sargazo. Utilizando un algoritmo que integra la coloración de las imágenes de satélite con los datos colectados por los buzos, se puede calcular la variabilidad en la biomasa de cada uno de los bosques de esta región”.

CAPTURAS DE MÁS DE 30 AÑOS
La doctora Alicia Abadía Cardoso, investigadora de la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC, comentó en entrevista que las imágenes satelitales se capturan desde hace más de 30 años, lo que hace posible analizar la persistencia de un bosque de sargazo a través del tiempo y los cambios que ha sufrido.

“Si ya no está ahí, si se reduce solamente con la variabilidad anual o si hay cambios más grandes con El Niño, todo eso se puede ver con las imágenes de satélite históricas”.

Este año implementaron una nueva forma de generar información sobre Macrocystis pyrifera con la utilización de drones que capturan fotografías aéreas de alta resolución, en las que es posible observar individualmente cada alga y entender mejor la dinámica de los grandes parches de sargazo.

A estos recursos tecnológicos se suman sensores instalados en el mar para monitorear niveles de oxígeno, acidez y temperatura.

Rodrigo Beas resaltó que estas herramientas han sido útiles para dimensionar la presencia de sargazo en distintos sitios de la península, lo que a su vez se convierte en una herramienta para la toma de decisiones en planes de manejo, ya sea para que el sitio se destine como área natural protegida, zona de maricultura o reserva marina.

“Es incluir tecnología para monitorear y generar bases de datos de series de tiempo largas y de gran escala espacial”.

MONITOREO COMPLEJO
Dentro de los posibles impactos del cambio climático sobre los bosques de sargazo, los investigadores de la UABC han puesto especial atención en la acidificación del océano, incremento en los niveles de acidez (pH) del mar.

“Las recientes anomalías producen respuestas muy complejas en los bosques de sargazo. Por ejemplo, la temperatura alta les afecta, pero la combinación de temperatura con agua más ácida puede resultar en el aumento de biomasa, entonces tenemos que enfocarnos en múltiples estresores. Para esto tenemos que hacer el monitoreo por mucho tiempo y a gran escala”, apuntó Rodrigo Beas.

Entender la respuesta del ecosistema dependerá de la comprensión de la variación de las condiciones climáticas, es por eso que el monitoreo abarca variables físicas como temperatura, oleaje y tormentas; variables químicas como la acidificación y el oxígeno disuelto; y variables biológicas como la talla y abundancia de organismos, para poder generar modelos predictivos sobre la estabilidad de ecosistemas naturales.

A esta complejidad se suma la variabilidad de tiempo y espacio, pues los investigadores han encontrado condiciones que cambian de un sitio a otro aunque se encuentren juntos.

“Ese es uno de los resultados importantes del monitoreo, que se han encontrado diferencias muy localizadas”, comentó Alicia Abadía.

Otro de los hallazgos ha sido la capacidad de Macrocystis pyrifera para adaptarse a los cambios ambientales. Esta cualidad de resiliencia es importante de monitorear para los investigadores e indispensable para comprender los ecosistemas y promover su manejo óptimo.

UNA BASE DE DATOS
La información que se recopila mediante el monitoreo físico, químico y biológico de los bosques de sargazo gigante se concentra en una base de datos, que se puede trasladar a un paquete que fomente el desarrollo de más estudios y la construcción de una red de información útil para la toma de decisiones.

El doctor Rodrigo Beas ejemplificó con el caso de la Reserva de la Biosfera Islas del Pacífico, área natural protegida en cuyo plan de manejo se están utilizando los datos recabados en el monitoreo, específicamente para informar sobre el manejo de algunas islas.

“La variabilidad ambiental está a pequeñas escalas. Eso te puede eventualmente informar si vas a poner una reserva marina, dónde ponerla, porque ya sabes que hay sitios más persistentes que otros”.

CIENCIA CON LAS COMUNIDADES
El conocimiento que los pescadores tienen de los sitios de monitoreo también es tomado en cuenta por los investigadores, incluso cuando estos contrastan con los recabados con las herramientas tecnológicas que utilizan.

“La percepción de las personas, histórica, en ocasiones es diferente a los datos que nos arrojan las imágenes satelitales. Entonces, es algo súper valioso que se tiene que incluir en estos estudios. Las dos cosas pueden generar un mejor entendimiento de los ecosistemas”, afirmó Rodrigo Beas.

Por medio de mapas de persistencia y abundancia de los diferentes sitios, los investigadores exponen a las comunidades de pescadores sus resultados para romper paradigmas, con la finalidad de aportar a un mejor manejo de los sitios.

“Hay muchos sitios, chicos, grandes, en toda la costa. El manejo es un tema futuro; hay sitios que se manejan extremadamente bien y eso quisiéramos que se replicara”, concluyó el investigador.
 

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