Una reflexión sobre la información que consumimos en las redes sociales

domingo, 6 de noviembre de 2016 · 00:00
Por Luis Damián Garibay 

¿Acaso no sientes extraño cuando al ver las publicaciones de tu muro de Facebook de pronto sueltas una carcajada por un meme y en seguida ves una noticia con una imagen muy gráfica sobre un femicidio que te deja en un silencio abrupto y en un breve estado de indignación? Posteriormente, ves otra publicación sobre un desliz de nuestro presidente que lo deja en ridículo y te hace reír en medio de una sensación de pena ajena, para, justo debajo de eso, encontrarte con una noticia de un periódico en línea donde informan que siguen las afectaciones en la economía del país debido al aumento del dólar y justo cuando reflexionas y críticas con ello olvidas todo de inmediato cuando sin querer le das clic a un video de un cachorrito que brinca en sus dos patas.

¿Qué consecuencias tendrá este mar de contenidos en nuestra empatía, reflexión y en nuestro proceso de asimilación de información?  

Somos millones de personas las que tenemos este tipo de experiencia al contar con una cuenta de Facebook, ¿qué tipo de efectos tendría a nivel individual y a nivel macrosocial?

Lo que no se puede negar es que existe un sinfín de información basura y falsa que es consumida diariamente en estas redes, pero lo peor es que gran parte de quienes la consumen creen que es verdadera y relevante. 

Existe una sobre saturación y sobre estimulación de información en estos medios que llega a afectar  la capacidad de atención, concentración y consciencia reflexiva.   

Este tema ya ha sido tratado por expertos de diferentes disciplinas, como por ejemplo, el estadounidense Nicholas George Carr, experto en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y asesor de la Enciclopedia británica. 

En una investigación en 2008 aseguró que ya no se piensa como antes: "Mientras Internet se convierte en nuestro medio universal, podría estar readiestrando nuestros cerebros para recibir información de manera muy rápida y en pequeñas porciones”, agrega, "Creo que la mayor amenaza es su potencial para disminuir nuestra capacidad de concentración, reflexión y contemplación”. 

Estas afirmaciones las hizo con relación a los diferentes resultados que se obtienen en quienes están acostumbrados a leer en Internet y quienes leen libros con mayor extensión de palabras y sin tantas interrupciones. 

Si lo aplicamos al consumo de información en las redes sociales y su constante sobre exposición, podríamos llegar a conclusiones similares… La gente está perdiendo sus habilidades de reflexión y critica y, definitivamente estos procesos moldean nuestro pensamiento y pueden tener un efecto en nuestra empatía. 

Tela de juicio 
Para el sociólogo Keith Hampton de la Universidad de Rugers, dijo: "Cuando eres consciente de que le ocurren cosas malas a gente que conoces, esto no sólo trae estrés a tu vida, sino que también te permite darles apoyo social y empatía”. Sin embargo, como explica el antropólogo Robín Dunbar, los seres humanos en toda su historia de vida mantiene un estimado entre cien y doscientos relaciones amistosas, pero si tomamos en cuenta la gran cantidad de contactos que tenemos agregados actualmente (que por lo general superan esos números) ¿acaso no se generará un exceso de demanda que nos es imposible de administrar? Si eso ocurre con nuestros propios "amigos de Facebook”, ¿qué tanta empatía (si se puede decir, de calidad)  nos quedará para las personas que vemos en las noticias que aparecen en los muros de nuestras redes sociales que a diario son víctimas de todo tipo de violencia? Es cierto, con la expansión del Internet una vasta cantidad de información queda al acceso de nuestros teléfonos inteligentes, tabletas o computadoras, ¿pero qué tanta de ella realmente es significaba para nosotros y tiene una influencia en nuestras decisiones del día a día? Esperemos que estos efectos en nuestros procesos de asimilación de información y en el desgaste de la capacidad de crítica y reflexión sean sólo resultados inesperados y tengan vuelta atrás y no sean una estrategia intencional de quien sabe quién o quiénes que tenga el objetivo de provocar la disminución de la empatía de las personas y su pérdida de sentido crítico… Sea o no sea así, siempre es importante cuestionar nuestros hábitos y ponerlos en tela de juicio.

Estudiante de Sociología y poeta. 

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