Freud y la psicología del arte

Segunda parte
domingo, 1 de mayo de 2016 · 00:00
Por Julia Chávez 

Según la autora del libro, Freud no apreciaba demasiado a los artistas plásticos, sobre todo por las creaciones que se estaban produciendo en su entorno. Se le considera como renuente apreciar la belleza de la técnica del artista ya que sentía una especie de envidia hacia él. 
Lo anterior, dado que un escultor, pintor, poeta, músico o cualquier artista en general al elaborar su obra puede proyectar libremente su inconsciente y con eso, equilibrar la realidad con las exigencias de sus fantasías, y Freud se sentía limitado por su profesión.
Sin embargo, no lo restringía al momento de usar analogías plásticas en sus textos. Por ejemplo, al referirse a la neurosis como "el negativo de las perversiones” o al analizar uno de sus propios sueños en el que aparecen varias fisonomías fundidas en una "es como una de esas fotografías mixtas de Galton, quien para determinar los parecidos de familia, fotografiaba varios rostros en la misma placa. 
Freud tenía un amplio conocimiento sobre arte y cultura. A partir de 1901 realizó siete viajes a Roma, visitaba continuamente museos e iglesias y volvía cada vez con la intención de observar nuevos detalles. 
Su primera experiencia en el Museo del Vaticano con las pinturas de Rafael, le generaron un "raro goce” y las esculturas Laocoonte y Apolo Belvedere lo hicieron salir con el "ánimo exaltado”.
Las columnas de la Acrópolis en Atenas, para Freud eran los objetos más bellos que había visto en su vida. Con  estos comentarios "deliberados” y sus análisis sobre el Moisés de Miguel Ángel, hacen notar su preferencia en materia de arte hacia la escultura.
La cultura visual de Freud no era restringida. Aparte de sus preferencias y conocimientos generales apreciaba la obra de Rembrandt, sabía la importancia de las obras de Francisco de Goya había visto a detalle los grabados de Giovanni Battista Piranesi y se fascinó con las ilustraciones de Paul Gustave Doré para "El Quijote de la Mancha”. 
Lo anterior, se conoce debido a el acercamiento que la autora tuvo con ejemplares originales de cartas que Sigmund escribió a sus colegas, amigos y a su en ese entonces novia.
Freud tenía predilección por las figuras consagradas la historia del arte, por esa razón sus dos únicos trabajos dedicados al arte se refieren a Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, es decir, conocía y apreciaba el arte del Renacimiento italiano. 
Su aumento de conocimiento en estas expresiones artísticas, se dio a través de la observación de obras in situ al haber visitado Venecia, Padua, Bolonia, Ravena y Florencia. En Florencia se sintió transportado "por la magia delirante de sus maravillas”.
Era ambivalente ante la persona del artista. Le intrigaba profundamente el origen de sus dotes, a quienes admiraba en la misma manera en que los repelía, probablemente porque no podía aprehenderlos del todo y también porque encontraba que en ellos las contradicciones cohabitaban de manera demasiado intensa y eso le suscitaba aversión. 
En el texto de 1908 "El creador literario y el fantaseo”, menciona que en la infancia se observan las primeras huellas del quehacer poético, ya que la ocupación preferida y más intensa del niño es el juego. 
En el niño y en artista, existe una "vigorosa facultad para la sublimación” y también una ligereza de las represiones que actúa de manera decisiva para el reconocimiento del deseo. Por supuesto, el artista no es el único que lleva una vida de fantaseo, pero para elaborar sus sueños diurnos dispone de mayores recursos que los que no lo somos. 
Podemos aceptar que por lo menos, los sueños diurnos de algunos artistas trascienden su carácter de sueños al concretarse en una realidad, la del objeto artístico. El artista se las ingenia para elaborar sus sueños diurnos "de tal modo que pierdan lo que tienen de excesivamente personal y de chocante para los extraños y para que estos puedan gozarlos también. Además sabe atenuarlos hasta el punto en que no dejen traslucir fácilmente su procedencia de las fuentes prohibidas”. 
Freud insiste en la idea del "suavizamiento”, que podría identificarse como una autocensura que se gesta en el mismo momento de la realización de la obra.
En perspectiva, se observa que Freud a lo largo de sus investigaciones empíricas como teóricas, descubrió que existen relaciones estrechas entre los diversos productos de la psique humana en los que de manera específica aflora material que proviene del inconsciente. 
El folclor, los mitos, el chiste, la ironía, los cuentos, los poemas, las obras de ficción y las creaciones plásticas se explican como productos en los que ha intervenido un proceso de simbolización mediante el cual dichos materiales reciben ciertos tratamientos por medio de investiduras.


"Freud tenía un amplio conocimiento sobre arte y cultura. A partir de 1901 realizó siete viajes a Roma, visitaba continuamente museos e iglesias y volvía cada vez con la intención de observar nuevos detalles”. 


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