Acerca de los asteroides

“Los descubrimientos de asteroides marcan el paso del tiempo”.
domingo, 15 de mayo de 2016 · 00:00
Por Marco Arturo Moreno Corral
Instituto de Astronomía UNAM
Campus Ensenada 

La primera noche del siglo XIX el astrónomo Giuseppe Piazzi revisaba desde el Osservatorio Astronómico di Palermo, Sicilia, las posiciones estelares registradas en varios catálogos. 
Las observaciones las revisaba con un pequeño telescopio refractor. Al estudiar algunas estrellas de la constelación del Toro, vio una particularmente débil que no se ajustaba  a los mapas, así que midió su posición durante varias noches, encontrando que aquel astro se movía de Este a Oeste, pero el día 12 de enero pareció detenerse, para luego desplazarse en dirección contraria. 
Pensó que había encontrado un cometa y avisó su posición para que otros también lo observaran. Así sucedió y pronto se tuvo un conjunto de coordenadas logradas en las 41 noches que fue posible estudiar su movimiento, lapso en que se desplazó nueve grados. Gauss determinó su órbita, estableciendo que se movía en una trayectoria elíptica comprendida entre las órbitas de Marte y Júpiter, lo que fue un gran descubrimiento, pues una órbita así no correspondía al movimiento de un cometa sino a la de un planeta.
Establecidos sus elementos orbitales, Piazzi propuso que recibiera en nombre de Ceres, diosa de la mitología griega y deidad protectora de Sicilia. 
Los resultados teóricos sobre su órbita fueron tan precisos, que en diciembre de aquel año, Von Zach lo encontró sin dificultad en la posición propuesta por Gauss. 
Solamente un año después Olbers, desde el observatorio alemán de Bremen, encontró otro similar al que se llamó Palas. Las cosas no pararon ahí, pues en 1804, Harding encontró un tercero, que fue bautizado como Juno. El cuarto lo encontró también Olbers y recibió el nombre de Vesta. 
En todos esos pasos fue Gauss quien determinó las órbitas, pues desarrolló métodos de cálculo, que tras generalizarlos publicó en 1809 en una obra que se convirtió en un clásico de la Mecánica Celeste.
Herschel, descubridor de Urano fue quien tomando en cuenta que los cálculos indicaban que esos objetos debían ser muy pequeños, los llamó asteroides. 
El siguiente fue descubierto hasta 1845 por Hencke y fue llamado Astraea. Entre 1852 y 1861 Goldschmidt descubrió catorce. Ya para 1968 se sabía de la existencia de más de cien, triplicándose para 1890.
 A partir de entonces los números crecieron drásticamente, pues Max Wolf del Observatorio de Heidelberg, desarrolló un método fotográfico que permitió registrarlos, lo que facilitó su localización. Así por ejemplo, solamente el francés Charlois encontró 161. 
Actualmente hay mas de 400 mil identificados y numerados, pero se estima que son más de un millón. A pesar de números tan grandes se calcula que la masa total de los asteroides no llega a un milésimo de la terrestre. De los cuatro primeramente descubiertos, Ceres es el mayor y tiene un diámetro de 946 kilómetros. Le sigue Palas con 583, Vesta con 555 y Juno con 249.
Los asteroides están formados por minerales, que contienen una cantidad considerable de Carbono y muestran trazas de silicatos como la olivina, oxidos de Magnesio y Fierro.
Las primeras imágenes detalladas de algunos asteroides fueron tomadas en 1990. En 1991 la sonda Galileo en su viaje a Júpiter registró a Gaspra e Ida, mostrando que se encuentran girando sobre su propio eje, que sus formas son irregulares y que sus superficies tienen impactos de meteoritos. 
Esa información junto con la que se ha logrado desde la Tierra, muestra que el llamado Cinturón de Asteroides está formado por un enorme número de cuerpos sólidos de muy variados tamaños interaccionando entre ellos. De su estudio seguramente lograremos saber más sobre el Sistema Solar, su origen y evolución. 

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