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¿A la deriva?

“Sube la marea con la exposición sobre los temas preliminares, ideas que fecundan el interés pero que dejan, escrito sobre la arena, “la cultura como un derecho.”
domingo, 15 de mayo de 2016 · 00:00
Por Lauro Acevedo

Es mayo, la primavera invernal en el puerto nos propicia todavía un aire de lluvia. 
Con todo el entusiasmo del mundo iniciamos un grupo de inquietos ciudadanos, un seminario impartido en la teleaula del Centro Estatal de las Artes (Ceart) Ensenada, por el joven y distinguido maestro,  Carlos Lara, proporcionado por la Secretaría de Cultura, el Cenart y el Instituto de Cultura de Baja California. 
Sube la marea con la exposición sobre los temas preliminares, ideas que fecundan el interés pero que dejan, escrito sobre la arena, "la cultura como un derecho.”
Aparece en la escena nacional mexicana, una nueva secretaría, con el pomposo nombre de Secretaría de Cultura, entre el mal presagio de sus detractores quienes afirman que no es más que un deseo del estado de controlar este rubro, en el sentido de vigilante y árbitro. 
Si esto es verdad, los nubarrones se vislumbran en el horizonte. Pero si el maestro Lara va con razón en sus anhelos, al par de los que reciben esta nueva dependencia federal con beneplácito, aceptando que es una reforma administrativa es decir iconográfica operativa y no iconológica entrometida, todo marchará como una tarde plácida de veraneo. Pues además en el discurso de presentación se afirma que es para sostener los principios constitucionales que establecen a la cultura como un derecho y consideran que el estado deben en este caso, ser garantizador y promotor. 
Las vertientes que acompañan a la cultura como un derecho humano, van desde la antropológica,  a la sociológica. 
Dentro de la esperanza de mejores vientos, cabe mencionar que en el aire flota la aparición que desenmascarará o que sustentará la bondad de estos cambios, la Ley de Cultura,  que guiará como un faro, los trabajos secretariales. 
¿Dónde el acento más sonoro?  Nada menos que en la teoría acorde a los movimientos internacionales sobre una posible economía creativa de color naranja o semejante, en playas un tanto convulsas en sus oleajes por los ámbitos que se visualizan en los entornos de estos cambios, como la financiación,  los patrimonios turísticos,  y el viento más frío. Los gestores culturales.

Mareo de tierra 
Al respecto este humilde escritor a la deriva, piensa que es grande la expectativa en esa mágica ley,  que la propuesta del maestro Lara en cuanto a la profesionalización de la gestoría cultural con certificación es un largo proceso que aún no inicia.
Que el ideal de que existan concejos reales integrados para conllevar la cultura por caminos certeros, consejos donde sus integrantes mantengan un perfil de alto conocimiento en las diversas áreas de la cultura.
Mientras sostengo el timón que adorna el cabo de mi pluma, pienso en la vocación de las instituciones al servicio de los creadores, en su deseado profesionalismo y seguimiento de sus normatividades, en apego al espíritu que las crea. 
Dado todo para beneficio del acto cultural o de los hechos específicos.
Detengo mi pluma y sigo percibiendo una rara configuración o intercalación confusa, de los términos, pues cuando en forma regular se habla de "cultura”.
Se pretende traslucir un concepto parcial de ésta el arte. 
La cultura es todo lo que el hombre hace, además, aparece en este planeta hace 2.5 millones de años. ¿Qué tal? A partir de los instrumentos líticos el hombre da sus primeras señales culturales, luego vendrán todas las demás, dentro de ellas, el arte, dentro del arte, las Bellas Artes y las artes mecánicas, conceptos no rebasados por ninguna teorización "actual”. 
Resulta que perdemos la noción del tiempo, en la euforia  colectiva  que propicia la alocada velocidad de los acontecimientos en los siglos más recientes,  creemos en que las cosas se suceden de igual, manera. Nos mareamos dentro de una nave a la deriva, en un caos de pretensiones, las cosas no son así, el vertiginoso cedazo de los tiempos lo dicen y lo dirán. 
Soy creador de poesía, dirán los conocedores que vivo en las nubes,  la metáfora es aceptable, veo tal vez desde un poco arriba del horizonte.

De pronto no cae la moneda de la definición antropológica de cultura todo lo que el hombre hace,  bueno pues anoto a continuación la definición que de este término da la UNESCO:
"La cultura… puede considerarse…como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.” 

Si aún así resulta el concepto inaccesible, les haré un apegado desglose:  Rasgos espirituales; ¿A quien  o a qué adora?  ¿Por qué lucha? Rasgos intelectuales, ¿Qué busca? ¿Qué piensa?,  Qué analiza?, ¿Qué concluye? Rasgos materiales, ¿Qué crea?, ¿Dónde vive? ¿Qué  come?, ¿Cómo come?,  ¿Cómo se asea?,  Rasgos afectivos; ¿Cómo acaricia?, ¿Cómo se relaciona?,  ¿Cómo y qué ama? 
Así podrán darse cuenta que cultura no es arte. Pues el arte es una parte de este vasto quehacer del hombre.
Ha viento en popa, entonces como el poeta hermano, vallamos sobre la mar, "a toda vela”.
El tiempo de andar a la deriva debe terminar.
Para mi como creador de poemas. Lo ideal sería otro sueño. Una secretaría de las Bellas Artes.  Pues de los otros rasgos culturales hay muchas dependencias que los engloban. Y un ejército de gestores profesionales y de consejos auténticos. De funcionarios honestos, entregados a su encomienda, con perfiles adecuados, especializados y  distinguidos en las áreas a su cargo. No colocados por "amiguismo” o intereses creados, compromisos políticos, u otras deficiencias sociales.
Llegar a algo así como  a ciudades creativas donde se construya casas del artista, como el corazón de las poblaciones y de sus alcances en las realizaciones del ser humano. El arte como luz.  
Situación que para nosotros los latinoamericanos está a una distancia medida en años luz. De seguro tenemos que transformar otras situaciones antes de dejarnos llevar por este ligero "mareo de tierra”. 

enardecidavoz@gmail.com

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