EL HOMBRE LIGHT

Una vida sin valores

Frente a ésta lamentable cultura del instante, está la solidez de un pensamiento humanista
domingo, 22 de mayo de 2016 · 00:00
El doctor Enrique Rojas, psiquiatra español de gran prestigio, escribió un libro con el título que lleva el presente trabajo allá por 1998, y desde que lo leí en aquellos años veo que no ha perdido actualidad y está más vigente que nunca y me permito sintetizarlo.
Dice que: Desde hace ya unos años le preocupan los derroteros por los que se dirige la sociedad opulenta  del bienestar en Occidente.
El hombre light como light son muchos productos, hoy día lleva por tetralogía nihilista el hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo.
Lo cataloga como un hombre sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones. Tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente todo.
Frente a ésta lamentable cultura del instante, está la solidez de un pensamiento humanista; frente a la ausencia de vínculos el compromiso con los ideales, de la inutilidad de una existencia vacía está la búsqueda de un sentido a través del compromiso con los demás y agrega: No hay verdadero progreso humano si éste no se desarrolla con un fondo moral.
Del hombre light sigue diciendo que se trata de un hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo, todo le interesa pero a un nivel superficial, es un sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo en él es etéreo, leve, volátil, banal permisivo.
En el aspecto material busca reconocimiento social por el hecho de ganar mucho dinero. Es un tanto hedonista, le gusta pasarla bien a costa de lo que sea, lo importante son la serie de sensaciones cada vez más nuevas y excitantes.
Tiene un ética permisiva que sustituye a la moral, para el todo es relativo, su ética se fundamenta en la estadística, sustituta de la conciencia.
Le importa sobre todo el poder, la fama, un buen nivel de vida por encima de todo y de todos, caiga quien caiga.
 
"Lo cataloga como un hombre sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones. Tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente todo”.

Jerarquía de verdades 
En otra parte del libro comenta que el consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos crea falsas necesidades. Todo se va envolviendo en un escepticismo y a la vez en un individualismo a ultranza.
Sobre el relativismo agrega que es hijo natural de la permisividad. No hay nada absoluto-según él, nada es totalmente bueno ni malo. De esta tolerancia interminable nace la indiferencia pura. 
El mundo y sus realidades más profundas se someten a plebiscito, para decidir si constituye algo positivo o negativo para la sociedad, porque lo importante es lo que opine la mayoría…¡hágame el favor!.
Más adelante dice el autor dice que el hombre es libre porque no es un animal, porque puede tomar distancia de sus instintos más primarios y elevarse de nivel, aspirando a no quedar determinado por su naturaleza. Libertad para aspirar a lo mejor, para apuntar hacia el bien, para buscar todo lo grande, noble y hermoso que hay en la vida humana. Hoy lamentablemente a muchos no les interesa la verdad, ya que cada uno se fabrica la suya propia, subjetiva, particular, sesgada según sus preferencias, escogiendo lo que le gusta y rechazando lo que no le gusta. 
De allí-diría yo-la importancia de una educación sólida, integral en valores humanos y trascendentes.
Cómo bien cita a Julián Marías, famoso filósofo español: El ser humano necesita una "Jerarquía de verdades”.
Continúa en otra parte: La verdad nos conduce al mejor conocimiento de la realidad personal y periférica. La verdad y realidad son dos términos estrechamente unidos. La búsqueda de la verdad es una pasión por la libertad y sus consecuencias. Aspirar a ella es ir hacia lo mejor de nosotros mismos y de lo que nos rodea. La esencia de la verdad no reside en su utilidad. La esencia de algo se define como: "aquello por lo que una cosa es lo que es y no es otra cosa”.
 
"En otra parte del libro comenta que el consumismo tiene una fuerte raíz en la publicidad masiva y en la oferta bombardeante que nos crea falsas necesidades. Todo se va envolviendo en un escepticismo y a la vez en un individualismo a ultranza”.

Frenesí de la diversión 
El hombre light se alimenta de noticias, mientras que el hombre sólido procura hacer una síntesis de ellas, buscando su sentido. Hay en el último un ejercicio de la inteligencia.
El cínico, vean a algunos políticos, son de un pragmatismo atroz, frío, sarcástico; para él, el fin justifica los medios; hace lo contrario de lo que piensa, va a lo suyo con procacidad y carece de moral. 
El Escéptico es más honrado, piensa que es imposible alcanzar la verdad, pero respeta a los que dicen poseerla o buscarla.
Volviendo a la libertad dice que la libertad es autodeterminación y responsabilidad. Dado que el ser humano es perfectible y defectible, el uso adecuado de la libertad y la voluntad serán las velas que empujen su navegación a buen puerto.
Respecto del amor humano comenta. Se habla hoy mucho de amores y, más concretamente de uniones sentimentales, pero muy poco de amor.
Hay que volver a descubrir su verdadero sentido, aunque sea una cuestión impopular y difícil de conseguir. La primera cuestión consiste en identificar y distinguir amor y sexo.
En muchas relaciones sexuales hay de todo, menor amor auténtico, por mucho que le apliquemos ese calificativo; en realidad es pasión, pero desde luego no es amor.
El amor humano es un sentimiento de aprobación y afirmación del otro, por el que nuestra vida tiene un nuevo sentido de búsqueda  y deseo de estar junto a la otra persona.
Desde la atracción inicial al enamoramiento hay un largo camino por recorrer; unos quedan a mitad del trayecto; otros, prosperan y alcanzan ese desear estar junto al otro, una de las características que definen el amor.
En la relación sexual sin amor auténtico el otro es un objeto de placer. No se busca el bien del otro, sino el goce con él. El amor verdadero hace más humano al hombre, transforma su pasado e ilumina su porvenir; es una síntesis de ingredientes físicos, psicológicos y espirituales.
En el hombre light está presente el frenesí de la diversión y la afirmación de que todo vale igual nos muestra a un hombre para el que es más importante la velocidad en alcanzar lo deseado que la meta en sí. Esta apoteosis de lo superficial ha ido teniendo una serie de dramáticas consecuencia: La adicción al sexo, a la droga, el juego, a los sedantes, todos los ansiolíticos. Aunque son manifestaciones diferentes, tienen un fondo común.  
Temprana iniciación sexual, de manera que los embarazos y los abortos entre adolescentes se han duplicado en algunos países. Las relaciones sexuales son estimuladas continuamente en la televisión, donde el contacto es inmediato  al poco conocerse.
La pornografía es todo lo contrario a la sexualidad verdadera, frustra el auténtico progreso moral del hombre, y conduce las relaciones entre hombre y mujer a un trato de explotación.
Imposible sintetizar a cabalidad el libro pero sigamos: Hay hombres light workaholic o adictos al trabajo, generalmente yuppies ansiosos de dinero y de éxito profesional, que suelen cosechar estrepitosos fracasos afectivos y familiares. En Japón están los Karoshi donde el concepto rendimiento es como una religión. Las esperanzas de que esto se erradique es casi una utopía.

Invitación a la reflexión 
La televisión provoca el mismo fenómeno que el de la droga: crea adicción. De ahí se deriva un hombre escasamente culto, pasivo, entregado siempre a lo más fácil: apretar un botón y dejarse caer. Lo mismo está sucediendo con otros instrumentos de la tecnología que ha avanzado a pasos gigantescos. Es una nueva forma de consumo.
La avidez de sensaciones e imágenes se intenta saciar con el telemando, con el fin de ver qué se está dando en ese momento en cada cadena u otros instrumentos. Se produce una bulimia de novedades.
Por debajo de este oleaje discurre una actitud de dispersión: muchas imágenes y poca consistencia, exceso de información y escasa posibilidad de síntesis de lo que llega permanentemente: fuga, huida, carencia de un centro de gravedad personal que dirija toda la conducta. 
Ver mucha televisión produce seres robotizados, pasivos, acríticos y, lo que es más grave, sin inquietudes culturales. Una cultura individualista que se está viviendo hoy: Frente al concepto de familia, el de individuo; el yo, opuesto al grupo; el placer en el otro extremo del amor auténtico. 
Reina el consumismo en lugar de la sobriedad; el estrés en lugar de la vida ordenada y armónica; las revistas del corazón en lugar de los libros. Más cultura, algo que se consigue a través de la lectura reposada y atenta de los grandes libros y autores que han sabido dar respuestas a las cuestiones esenciales de la existencia.
El hombre pegado a la televisión es un ser desmantelado de cultura, que se mueve por la baliza de la indiferencia producida por la saturación de antagonismos.
Lo light dice el psiquiatra Enrique Rojas lleva implícito un verdadero mensaje: Todo es ligero, suave, descafeinado, liviano, aéreo, débil y todo tiene un bajo contenido calorífico.; podríamos decir que estamos ante el retrato de un nuevo tipo humano cuyo lema es tomarlo todo sin calorías.
La palabra light, en principio, tiene una connotación positiva con respecto a la alimentación, pero mi tesis-sigue diciendo-es que hoy constituye un término emblemático de los tiempos que corren, y que nos reflejan claramente un modelo de vida bastante pobre. La vida light se caracteriza porque todo está descalorizado, carece de interés y la esencia de las cosas ya no importa, sólo lo superficial es Cálido.
Tú estimado lector podrás profundizar tus reflexiones y sacar tus propias conclusiones. 


Escritor ensenadense. 

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