Arte lúdico en el siglo XXI

Por Gerardo Méndez

Las Bienales más importantes del mundo a lo largo de su historia se han preocupado por mostrar al público un arte más enfocado en la convivencia de la obra con los espacios destinados para su exhibición. 

Y fue a principios de la década de los setentas cuando los espacios lúdicos tuvieron un auge entre las grandes exhibiciones internacionales, como en la Bienal de Venecia de 1970 y La Documenta de 1972.

Marchán Fiz, a raíz de estas manifestaciones artísticas, describió en su libro "Del arte objetual al arte de concepto”, escrito en 1972,  que estas prácticas, sólo tienen una validez actual cuando median la cotidianidad; los ideales, el trabajo y el juego con el momento histórico en que se desarrollan.

Es cierto que la relación entre arte y juego se ha manifestado en distintos episodios de la historia del arte y de distintas maneras. Probablemente muchas de ellas  de  forma inconsciente y en algunas otras, dejando ver esta actividad lúdica como una posibilidad espontánea de creación.

 Podríamos mencionar una larga lista de artistas, movimientos o disciplinas que han recurrido al juego como parte de su proceso creativo: el surrealismo, el performance, el happening, la instalación e incluso la utilización de técnicas que en su momento rompieron tradicionalismos técnicos como el mismo "Action painting” de Jackson Pollock.

En la actualidad, el aspecto lúdico se mantiene presente en casi cualquier manifestación cultural; desde la política hasta tradiciones arraigadas. 

En el arte es una constante en distintas variables. Y algunas de ellas nos han hecho reflexionar sobre la seriedad en el arte y sus procesos creativos.

 Desde décadas pasadas, el artista se ha dado a la tarea de generar espacios lúdicos en donde el espectador pueda interactuar, como una especie de jardín de juegos a partir de la integración de diversos elementos y procurando ir más allá de la contemplación de la pieza. Tratando de establecer relaciones entre juego y trabajo o entre la vida real y la idea, por ejemplo.

 En la actualidad, muchos artistas se han apropiado, literalmente, de prácticas de juego que estimulan la creatividad del ser humano.

Dispatchwork es un proyecto creado en 2006 por el artista alemán Jan Vormann, en el se presenta como una propuesta de arte urbano "lúdico” que tiene la finalidad de "reparar” aquellas imperfecciones, que por distintos fenómenos naturales y el uso inadecuado o la falta de mantenimiento han deteriorado el entorno urbano; y de acuerdo a su manifiesto, hacen que ese deterioro genere una mala presencia estética a las grandes ciudades.

 Dispatchwork tiene el objetivo de  sellar fisuras en paredes de edificios en todo el mundo utilizando los colores alegres que caracterizan a los cubos apilables de juguete que popularmente llamamos "Legos”, haciendo una reconstrucción del espacio con una carga conceptual que desemboca en aspectos históricos del lugar intervenido, y que por supuesto, magnifican el concepto para el cual fueron diseñados estos bloques, sin olvidar el implícito goce lúdico de la acción.

La justificación de su proceso de reconstrucción se basa en tomar los bloques de juguete apilable como un material para concebir la arquitectura; es decir, se prestan para el juego de crear una estructura, sin embargo, al ser ya utilizados para reparar alguna fisura, su rigidez rompe con la estética del inmueble logrando llamar la atención del espectador urbano.

 Dispatchwork transforma espacios urbanos en espacios lúdicos que invitan al espectador a interactuar con estos, implementando pequeños elementos de colores que rompen con el ambiente habitual, provocando en el espectador una experiencia estética distinta.

Ha tenido gran éxito debido a las posibilidades que prestan las redes sociales y el Internet, consolidándose actualmente como una organización que tiene presencia en prácticamente todo el mundo, de la cual puede participar cualquier persona interesada en el proyecto. 

En el continente americano presenta propuestas en ciudades como Valparaíso en Chile, Quito en Ecuador, Sao Paulo en Brasil, New York en los Estados Unidos y la Ciudad de México, en México.