Palabra

CUENTOS: Agridulce

domingo, 26 de junio de 2016 · 00:00
Por Andrea Torres 

Yo no te amo. -Yo tampoco- ¿Qué hacemos? No sé. En realidad, no contesté, ni yo sabía qué hacer. 
Estábamos sentados en el pasto hombro a hombro, recordando la época de cuando niños. Solíamos correr por la pradera y al caer la tarde subíamos justo aquí -al mirador- a ver la ciudad cuando llegaba la noche y se encendían las luces. 
Nuestros padres habían construido grandes empresas, vivíamos en casas que no terminábamos de conocer, rodeados de empleados que solían hacer las cosas por nosotros: secarnos el cabello, peinarnos, ponernos las calcetas. Ambos estábamos cansados de tanto protocolo.
Recuerdo que deseábamos conocer la feria del pueblo, probar los dulces de coco, de leche de cabra, el chocolate y los caramelos de colores. Soñábamos juntos en subir a aquella rueda grande con canastillas colgantes que giraba al ritmo de una simpática melodía. Pasear entre la gente con un globo amarrado al brazo. Gastar la tarde correteando con otros niños, lanzando rombos, chocando canicas.
Habían elegido nuestro pasado, ahora querían decidir nuestro futuro. Ellos creen que debemos estar juntos toda la vida. Educar niños conforme a la educación que nos impusieron. Creen que somos la pareja perfecta. 
-Te has quedado callado- Me dijo. Sólo pensaba ¿Por qué nos obligan? Somos adultos y aún no podemos decidir incluso si queremos o no ir a la feria. ¿Crees que es justo? No, contestó. Nada ha sido justo. Viendo el paisaje me preguntó ¿Si tuvieras la oportunidad de cumplir un sueño, cuál sueño elegirías? 
Terminé de escuchar su pregunta y voltee hacia arriba, emocionado, curioso, sin saber cuál de todos mis sueños elegir. Me paré de un salto me puse frente a ella y comencé a hablar emocionado: tomaría una maleta, pusiera en ella solamente dos o tres trajes distintos, dos pares de zapatos, un traje de dormir y lo necesario para salir a conocer la ciudad. - Continúe hablando moviendo los brazos de un lado a otro señalando los caminos que tomaría y los lugares que quisiera visitar. -Por la noche dormiría justo aquí, viendo las estrellas, la ciudad, sintiendo el pasto, quizá con un poco de hambre y frío, disfrutando la noche, ese es mi sueño, concluí.
Cuando voltee a verla, observé en su mirada una gran alegría, como si hubiéramos compartido todos esos caminos en la historia que acababa de formar para responder su pregunta y a la vez tristeza, aunque no supe descifrar por qué. 
¿Y tú? Le pregunté ¿qué sueño elegirías? Recogió sus piernas hacia su pecho y las abrazo, recargó su barbilla sobre sus rodillas y me dijo: es curioso, ahora que me contabas que te irías de aquí, te extrañé. ¿Cuánto tiempo pensabas irte? Creo que me gustaría ir contigo, compartir tu sueño, vivir las aventuras de tu mano, como siempre lo hemos hecho y después durante esa noche con un poco de hambre y frío yo hubiera llevado alimento, y quizá también una manta. La interrumpí al preguntar ¿Crees que te hubiera dejado? Siempre pensé en llevarte conmigo, la maleta que tomé es grande y había dejado el espacio para tus vestidos. 
Regrese a sentarme a su lado y nos quedamos callados por algunos minutos. La campana de la iglesia interrumpió el silencio. Llegó el momento, le dije. Nos pusimos de pie, tomé su mano y caminamos cuesta abajo. ¿Crees que algún día podremos hacerlo? Me preguntó. Quizá después de la ceremonia, respondí.

Escritora ensenadense.

...

Comentarios