Gato encerrado

Ian Curtis: un antihéroe por excelencia

domingo, 10 de julio de 2016 · 00:00
Por Hugo García Michel

"Mother I tried. please believe me 
I’m doing the best that I can/
I’m ashamed of the things I’ve been put through 
I’m ashamed of the person I am”.

Joy Division, "Isolation”.

HACE NO MUCHO, cuando grupos de niños bonitos, bien peinados y ataviados, como Interpol o She Wants Revenge, triunfaban en las listas de popularidad de todo el mundo, gracias a su "original” sonido grave y oscuro y a su apariencia impoluta y very nice, pocos parecían recordar a la banda que dio origen a ese sonido, a ese estilo, la extraordinaria Joy Division, y a su líder, el polémico, contradictorio y atormentado Ian Curtis, uno de los antihéroes por excelencia de la historia del rock.

 Curtis, un tipo culto e inteligente, supo comprender el momento que le tocó vivir y al lado de sus compañeros Peter Hook, Bernard Sumner y Stephen Morris, consiguió darnos algo diferente a lo que muchos califican de post punk y otros, directamente, de dark, pero que a mi modo de ver no encaja en clasificación alguna y sí, en cambio, me parece una propuesta altamente original. 

Lo que quizás el músico no supo entender fue su circunstancia existencial, misma que lo llevó a dejarse arrastrar por la vorágine del sexo, las drogas y el rocanrol, vorágine condimentada por sus traumáticas relaciones de pareja, todo lo cual lo condujo finalmente a quitarse la vida. 

Una leyenda brillante 
Ian Kevin Curtis vio la primera luz el 15 de julio de 1956, en la ciudad de Manchester. Desde muy joven mostró inclinaciones por la poesía y la música y aunque era un alumno brillante, no le interesó seguir una carrera académica y sí, en cambio, buscar la manera de relacionarse con el mundo del rock y el pop. 

Cuenta la leyenda que en 1976, cuando tenía veinte años, asistió a un concierto de los Sex Pistols y al verlos, decidió que quería ser como ellos. No tardó en toparse con Hook y Sumner (bajista y guitarrista, respectivamente), quienes andaban en busca de un cantante que además de buena voz tuviera facilidad para escribir letras de canciones, todo ello con el fin de conformar una nueva banda. 

Pronto dieron con el baterista Stephen Morris y de ese modo nació Warsaw, un proyecto de rock punk como muchos otros que pululaban por aquellos días en el Reino Unido. Así anduvieron a lo largo de un par de años, hasta que en el muy significativo 1978 sucedieron dos cosas de enorme trascendencia: firmaron para el sello independiente Factory Records del conductor de televisión local Tony Wilson y por problemas de derechos cambiaron su nombre a Joy Division (las joy divisions eran grupos de jóvenes prisioneras judías utilizadas como prostitutas por los soldados alemanes en los campos de concentración nazis).


La desesperanza, el desamor y dolor 
Ian Curtis padecía constantes ataques de epilepsia y, sardónicamente, adaptó en escena los movimientos epilépticos para crear una especie de danza macabra mientras cantaba. Esto le ganó una gran popularidad, sobre todo porque nunca se sabía si el tipo estaba bailando o sufría un ataque que indefectiblemente terminaba en una pérdida de conciencia. Por otra parte, el grupo se alejó del punk y comenzó a interpretar una música oscura, mecánica y casi minimalista, acompañada por las letras llenas de poesía desgarrada y escalofriante del propio Curtis. Sus temas eran la muerte, la desesperanza, el desamor, el dolor, la falta de perspectivas existenciales. 

Joy Division tuvo una existencia muy corta, casi efímera. Con sólo dos álbumes oficiales en estudio –los extraordinarios Unknown Pleasures (1979) y Closer (1980)–, vieron interrumpida su prometedora carrera por un hecho que no por esperado resultó menos doloroso: la muerte de su vocalista.

En mayo de 1980, Curtis tenía apenas 23 años y sus problemas con la enfermedad, las drogas (sobre todo la heroína) y su matrimonio eran cada día más difíciles de sobrellevar. 

Con su esposa Deborah tenía serias dificultades (él tenía una amante y quería el divorcio) y al parecer fueron éstas las que lo llevaron al desenlace de la noche del 18 de aquel mes fatal. Solo en su hogar, el joven músico vio en televisión la película Stroszek de Werner Herzog, luego puso el disco The Idiot de Iggy Pop y se colgó de una cuerda en la cocina de su casa. 

Dos semanas antes había tenido la que fue su postrer actuación en público. El último tema que cantó fue "Digital” (la grabación puede oírse en el álbum recopilatorio Still).

Ian Curtis fue sepultado en la ciudad de Macclesfield. En su lápida reza la frase "Love Will Tear Us Apart”. Joy Divison desapareció y en su lugar se formó New Order. Pero ya nada fue igual.

Ex editor de revista La Mosca, periodista político y musical con 37 años de experiencia.

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