Palabra

LEGADO DE CUBA PARA MÉXICO

domingo, 10 de julio de 2016 · 00:00
Por Heberto Peterson Legrand

Cuántas generaciones aún recuerdan y bailan con alegría en el corazón y buen ritmo en sus movimientos corporales la música del rey del Mambo: Dámaso Pérez Prado que vio su primera luz en Matanzas en la hermana república de Cuba un 11 de diciembre de 1916, prácticamente hace cien años, música que muchos de las nuevas generaciones desconocen pero que está incrustada en el alma del pueblo mexicano. 

Buen pianista, desde muy joven participó en algunos grupos musicales de la Habana, entre ellos con la orquesta de Paulina Álvarez en lugares como el cabaret Pennsylvania y el Karsal.

En ese caminar de su vida tuvo la suerte de conocer a Orlando Guerra, gracias a el tuvo la oportunidad de integrarse a uno de los mejores grupos musicales de aquella Habana alegre y Jacarandosa en la Orquesta Casino de la Playa.
En 1948 sus paisanos Benny Moré y Kiko Mendive lo invitaron a tocar en un club nocturno.

Un hombre creativo 
Hombre inquieto, creativo y talentoso no tardó en formar su propia orquesta, una banda de jazz que en sus interpretaciones incluía percusiones afrocubanas, lo que le dio un toque distintivo al mambo ya en la década de los 40 y 50 del siglo XX.

Su creatividad contribuyó al mambo, sus aportaciones de ese mambo que proviene del danzón cubano que hoy en día hasta jóvenes parejas comienzan a bailar

Cierta vez dijo Gabriel García Márquez que: "Cuando el serio y bien vestido compositor cubano, Pérez Prado, descubrió la manera de ensartar todos los ruidos urbanos en un vilo de saxofón, se dio un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos”.

Recordemos que vestía con un saco muy largo que le daba un toque muy singular a su personalidad que captaba la atención de todos.

Como una modificación rítmica y orquestal del danzón cubano. Pérez Prado el mambo de Arcaño lo superpuso al ritmo del swing para convertirlo en un nuevo género bailable y hacer de esa música cubana el baile de salón, que fueron interpretados y lo hicieron aún más famoso: María Antonieta Pons, la famosa Tongolele y Ninón Sevilla.

El último año de la década de los 40 grabó su primer disco que incluyó sus muy famosas canciones como "Que rico el mambo” y "mambo No. 5”, que recuerdo algunos amigos de mi época las bailaban extraordinariamente, les hacíamos rueda para verlos descocerse y contagiarnos con sus expresiones y movimientos.

Su éxito llegó a internacionalizarlo y tuvo presentaciones exclusivas de la disquera RCA, Víctor en los Ángeles.
Además se echó a la bolsa a los de la UNAM y los del Poli y aumentó su fama en nuestro país cuando compuso: "Mambo del Politécnico Nacional” y el "Mambo Universitario”.

Llegado el año de 1955 la Asociación de Críticos Norteamericanos declaró la orquesta de Dámaso Pérez Prado como la más popular y RCA le otorgó el Disco de Oro por "Cerezo Rosa” del cuál vendió más de un millón de discos.

En 1958 compuso su famosa música "Patricia” que gustó muchísimo y que fue utilizada después por Federico Fellini en su película filmada en Italia "La Dulce Vita” junto con Why Wait, donde trabajó la escultural y glamorosa Anita Eckberg que tenía una arquitectura anatómica.

Su música formó parte de 70 películas en muchas de las cuales aparece como actor como "Al son del mambo” "Serenata en Acapulco” "El dengue del amor” y "Desnudarse y morir”.

En 1980 se ciudadaniza mexicano, se había enamorado de México y aquí quiso pasar los últimos días de su vida y disfrutar de la gran cantidad de amigos que había cultivado durante tantos años.

El Mambo de Dámaso Pérez Prado contagiaba y contagia sobre todo a aquellos que son de sangre latinoamericana o afroamericana o que sin serlo culturalmente están insertos en ella. 

A sus 72 años lo sorprendió la muerte un 14 de septiembre de 1989 en la ciudad de México dónde vio la última luz.

Escritor ensenadense.

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