Cuento

Pena y vergüenza

domingo, 17 de julio de 2016 · 00:00
Por Daniel Arellano Gutiérrez 

"Me da pena y vergüenza venirles a pedir una ayuda, para poder pagar el hospital, con lo que sea que tengan”, repite la anciana con su voz cansada y mecánica mientras camina por los vagones del metro con un paso tembloroso. 

Su piel, arrugada y ya casi convertida en polvo, apenas logra mantenerse de pie contra la gravedad. Sus manos se columpian de tubo en tubo, lento, siempre cada paso más lento que el anterior, y entre eternidades se desliza pronunciando su discurso agonizante. 

"Me da pena y vergüenza”, vuelve a comentar. Tarda aproximadamente cinco estaciones del metro (entre 10 y 12 minutos) en atravesar un sólo vagón, lo que en términos económicos debe significar no más de diez pesos para su bolsillo; quizá doce, si le fue bien. Esto porque los pasajeros se cansan muy rápido de todo discurso que concluye en "necesito dinero”. Será porque todos están pensando lo mismo. 

De la espalda de la anciana, encorvada tras miles de mañanas de levantarse de la cama (¿o del asfalto?), cuelga una mochila arrugada y sucia del gato Silvestre, el felino animado que siempre va tras Piolín en las caricaturas. 

"Para poder pagar el hospital”, resuena el eco interminable de los lamentos de la anciana. Según lo que oigo, la anciana tiene cáncer en la rodilla, y por cómo observo que avanza su recolección, la pobre no tardará en fallecer. 

Pienso entonces que esa señora podría ser mi abuela. Es más, muy probablemente es (¿o fue?) la abuela de alguien. Y las abuelas no tendrían por qué estar pidiendo dinero en el metro. 

Las abuelas deberían estar cuidando a sus nietos, tejiéndoles pantuflas, o regañando a los chamacos de la cuadra,  preparando la comida acompañada de su familia, o incluso leyendo la biblia en el sillón, mirando ocasionalmente por la ventana. No sé, así es como yo recuerdo a mi abuela. Las abuelas deberían estar haciendo lo que cualquier otra cosa, pero no pidiendo dinero en el metro. Y muchos menos, con pena y con vergüenza.

Comunicólogo y fotógrafo. 


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