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Cuestión de justicia

domingo, 24 de julio de 2016 · 00:00
Por Lauro Acevedo

Se abren las páginas, las palabras en cardumen, en parvada, entran con su luz de símbolos en las pupilas ávidas de ensueños. Todo un presagio, todo un encuentro, todo un intenso regocijo, visualizar la vida a través de experiencias, puntos de vista, aseveraciones de las acciones humanas. 

Las páginas vienen hacia nosotros como una cascada de resonancias, de fresco rocío, de alucinación inédita. 

Una es la lectura del hacedor otra, la del lector, cada lector ve a través de su historia personal la obra que lee. Por ello quiero dejar constancia de mi respeto, mi admiración, mi agradecimiento inmenso al autor literario. Conmino a conocer su biografía, a vivir el testimonio de sus realidades, a entrar en el conjunto de sus vivencias, porque es en ese universo donde se gestan sus obras.

En mis cursos-talleres que he llamado "Por el placer de leer”, rindo merecido homenaje al mundo del autor, causa meritoria, aprecio más que justificado.

La emoción es grata, desde tocar los bordes de las hojas, periferia de sensaciones, roce de acercamiento a otros mundos. ¿Quién es el causante de todo esto? el autor de las obras literarias. Por esa razón de peso indiscutible, claro desde mi visión de los creadores de arte. 

El autor 
El autor, sin el no existe nada, es el origen, el nacer afortunado de otras lecturas, de otras múltiples visiones. 

La obra literaria es libre al viento para los lectores, pero nunca deja de tener su autor, en el caso de que este no se conozca como "Las Mil y Una Noches”, entonces uno lo imagina de todas maneras, lo adjudica en la perspectiva de cada historia, sabe de antemano que alguien lo tuvo que crear. Magia sí, encantamiento de palabras que, amaestradas por el hacedor, se muestran en todo su esplendor pues cumplen los las tres prerrogativas Aristotélicas: esplendor en el orden, esplendor en la verdad y esplendor en la bondad, características estas además, de todas las obras de arte.

La obra literaria está puesta sobre la mesa de la lectura, para saborear los momentos en todos sus matices.

Desde los momentos de un buen cuento, donde y desde la presentación de los pocos personajes nos resulta muy interesante, hasta entrar en al conflicto que nos acerca al nudo de las acciones, donde el sentimiento, las pasiones, los enredos, dan la fuerza de los arcos narrativos, para llevarnos al momento culminante, al clímax, donde estalla la solución para bien o para mal, para gusto o para disgusto, pero se da la parte más emocionante del proceso literario. 

Luego bajo estas situaciones de gran regocijo en la lectura, viene un final, un cierre, que en los buenos cuentistas, es una sorpresa, algo inesperado por el autor, que ya fue sacudido por las olas efervescentes del nudo y el clímax. Nos quedamos entonces en la permanencia de lo creado en el recuerdo, en la impronta de la sorpresa. "Jamás creí que fuera a terminar así”, exclamamos con esa satisfacción de no haber perdido el tiempo, de haber recibo un regalo insospechado del autor literario.

Cuentista en escena 
En esta ocasión le otorgo el honor al cuento como uno de los subgéneros narrativos más importantes, desde luego el subgénero más antiguo, pues nada más visualicemos la presencia de los homos desde hace por allí de dos millones de años, cuando todavía convivían las otras especies de homo, alrededor del hogar, bajo la noche de los tiempos remotos, oscuridad iluminada por las lenguas amorosas de la hoguera central, veamos a todos los miembros de una cuadrilla de cazadores recolectores, escuchando de sus líderes, aquellos que gustaban de platicas sus vivencias con marcada creatividad, que asomaban a la inventiva, a la ficción inicial.

Esa inocente manera de hacer mucho más grande la bestia atacante, de perfilarle colmillos extraños, de adjudicarle colores alucinantes. El primer cuentista en escena, para no morir nunca en la historia consecuente, para divertir a sus congéneres con la vida misma, con la película de la realidad pero, vista a través de la creatividad personal, de la categoría de autor, al cual mucho tiempo después se le llamaría escritor, "El cuentista” personaje al fin que nos abre los ojos al gusto por leer, que nos muestra ante nuestros azorados ojos, la sorpresas de su encanto.

Ya les hablaré en consecuentes charlas periodísticas como esta, sobre los demás géneros y subgéneros del arte bello conocido como, la literatura, inmenso edificio de palabras, construcción que respalda la gran verdad del ser humano, sustentación que denota y connota la fuerza de la escritura como memoria, encuentro, savia, sangre que nos recorre por todos los ríos internos, revitalizando nuestro corazón, conservando en la humildad del espíritu la inocencia de un niño que no deja naufragar su barco de papel. Escritura que revitaliza el alma, que testamenta el ser.

En próximo encuentro, les recomendaré con detalles a los cuentistas más destacados, además de ciertas curiosidades de este subgénero narrativo.

Poeta y ensayista ensenadense.
anardecidavoz@gmail.com
@creadordepoemas

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