Cuento

Roberto clara de huevo

domingo, 24 de julio de 2016 · 00:00
Por Daniel Arellano Gutiérrez 

Un día Roberto llegó a la casa con la cara roja. Había caminado todo el día bajo el sol, y ahora el color de su piel pagaba las consecuencias. Cual fuera nuestra sorpresa cuando Roberto comenzó a untarse clara de huevo sobre toda la zona afectada, argumentando que ese era un viejo secreto de su familia para solucionar los problemas cutáneos (claro que en realidad lo había saca de Internet).

Pasada media hora de la maniobra, Roberto comenzó a manifestar que no se sentía bien, exclamando que se le estaba "agrietando la cara”. Nosotros, acostumbrados a sus frecuentes quejas y lamentos quisquillosos, no le dimos mucha importancia a sus reclamos y seguimos en lo nuestro. 

No sería hasta el día siguiente, cuando encontramos su cuerpo sin vida tirado sobre el piso, que nos dimos cuenta del error que habíamos cometido al ignorar las quejas del pobre Roberto. Todo apuntaba a que la clara de huevo le había borrado la cara a nuestro amigo. Donde antes estuvieran su nariz, ojos y boca, ahora sólo quedaba una superficie lisa y plana, parecida al aspecto que tiene el rostro de un maniquí sin cara. 

Alrededor de su cuerpo había pedazos regados de lo que parecía ser piel echada a perder, piel de una consistencia rara que se asemejaba a la de la cerámica. Curioso fue que justo cuando pretendíamos limpiar la "piel” dejada por el occiso, todos los pedazos de materia muerta se convirtieron en polvo al entrar en contacto con nuestra piel. 

Días después el forense nos confirmaría el motivo de la defunción de Roberto, motivo que desde un principio todos supusimos como obvio: muerte por asfixia. Sin boca y sin nariz, la ausencia de aire había acabado con la vida de Roberto.
 
Sin embargo, sobre las razones por las que la clara de huevo le borró la cara a nuestro buen amigo Roberto, nunca conseguimos respuestas satisfactorias de las autoridades, ni de nadie.  
 
Comunicólogo y fotógrafo. 

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