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¡Qué descaro!

domingo, 28 de agosto de 2016 · 00:00
Por Lauro Acevedo

¡Qué descaro! Que irreverente verdad, que desfase, que atrevimiento, sinrazón y falta de juicio, mayor rebeldía no puede presentarse en el acontecer de la cuadratura de las normas, del buen consenso uniforme, de la nítida presencia en el común denominador de las sociedades humanas.

Convivimos como especie desde hace 70 mil años, de esta enorme cantidad del supuesto, la escritura, tiene apenas escasos 6 mil como huella informadora de la presencia, acciones, hechos pues del hilo secuencial, de la carretela que marca los senderos, las líneas sobre la roca de las baldosas, el candor de los símbolos, la carga semántica que propicia llegar a conjeturas de visualización, acercamiento a lo cotidiano de la vida al estilo puro del homo sapiens sapiens.

Desde ese momento en que las letras datan, con símbolos por demás extraños, generados en cada comunidad de acuerdo a la fonación de su comunicar, pero con un sistema descifrable, ese maravilloso acceso al histograma, a las ondas sobre las marcas de los cronogramas, ese gran descubrimiento del ingenio, nos trae los grandes tesoros de la escritura, nos da una de las joyas más valiosas del quehacer, humus sagrado, ley de honor, sentencia, que nos lleva más allá  del horizonte, ver por encima de éste, poseemos esas verdades encriptadas en las grafías, ABC de la presencia, nombre del ser.

Pero, ¿en dónde está el descaro? lo encontramos en la esencia del arte literario, por consecuencia en los elementos esenciales de todas las siete bellas artes, todas ellas muestran en sus hechos, la más dulce mentira jamás contada, la más piadosa de todas las mentiras, el más hermoso de todos los mitos, en esa literalidad clara como el agua de un manantial inagotable, está el gran descaro, el arte es un mito, nunca lo niega, por lo contrario lo difunde, lo propicia, lo aclama, lo presenta como máximo elemento, la ficción es una de las maravillas del mundo de todas las épocas.

Desenmascarar el mito 
Debemos aclarar que el mito del arte, es tan mito como todos los inventados por la creatividad del sapiens sapiens, sin embargo, este mito de mitos, no daña ningún aspecto de la humanidad, como si lo hace los muy despreciables mitos de sujeción, que, utilizando las más bajas herramientas como el miedo, el castigo, la negación de entrada supuestas a otras vidas y mundos, mito sobre mito, para lograr la manipulación del endeble espíritu individual y colectivo del homo común.

Es arte es uno de los caminos más elementales, no miente por asume su ficcionalidad como esencia de la creación como alcance sublime de la presencia de la especie humana, de la única raza sobre el planeta, para el arte no hay fronteras ni diferencias de color en la piel, mayorías o minorías, para él no existen tales insatisfactores, cortapisas o castigos.

La narrativa género mayor, nos despacha en su gran cuerno de abundancia, con el subgénero del cuento, del cual estoy totalmente enamorado, ya que es esta fracción maravillante del campo proyectivo de la literatura, que ennobleció su labor desde del remoto y desconocido principio de los tiempos en las especies de homos.

¿Qué sonidos guturales, qué momentos simbólicos vivieron nuestros ancestros de hace más de dos millones de años? No tenemos ninguna información, pero de seguro, en las cuadrillas de cazadores-recolectores, alrededor del cuentista se realizaban momentos de descanso, de recreación, de evolución del discurso.

Intuimos la vivencia de los años remotos en esa línea tan abstracta del tiempo, sabemos bien, en los recónditos aposentos de nuestra interioridad, en nuestros códigos genéticos, está la presencia de los cuentos. 

Una de las figuras relevantes, que aún sobrevive en al quehacer literario como cuentista multipremiado, es nada menos que uno de los autores culpables de mi amor por los cuentos, me refiero a Guillermo Samperio, mi favorito de favoritos, pues no sólo es cuentista, es novelista, poeta y creador de ensayos sobre el cuento.

"Hay un silencio como de fábricas clausuradas y peces invisibles y ojos sellados en este pañuelo de oscuridad donde mi vista a pesar de que mira su entorno es invadida por ráfagas de grises ropajes manchados por malentendidos entre humos de antiguos trenes obtusos un silencio de automóviles encaramados en lomas de hierro cuando ya la tarde terminó de pardear y se levantan en su entorno alambradas grasientas labios y sexos zurcidos por cordones de alambre piernas diseminadas por las avenidas principales donde ya nadie transita o mis manos vueltas murciélagos rabiosos que se embisten a sí mismas un cielo sin cielo debido a que en el centro de su mayor altitud se gesta un huracán invertido ocultando la luna y de súbito devorándola de forma miserable y provoca que estalle sin que las estrellas tornen a observarse mientras los edificios y las casas de la ciudad se van desmoronando de manera paulatina con lentitud (…)”. 

Maravilla de maravillas 
¿Quieren saber qué más pasa? Lean el cuento "cuarentaycincodromedarios”, con el título así, en palabras empalmadas, pues esto tiene que ver con la esencia de esta obra, lean a Samperio y no se arrepentirán. Nótese también que, en este cuento, no se ciñe a los signos ortográficos, es de una lectura de respiración, nos detenemos cuando nuestra respiración lectoral lo pide.

Maravilla de maravillas, el cuento, es la ficción más compañera en todos los tiempos. Sobre todo, no nos implica en ningún castigo o culpa, en ninguna mancha, en ningún círculo dantesco, nos da gozo, libertad, me atreveré a decir que somos cuenteros por naturaleza, que además tenemos la disposición genética de llegar a ser buenos cuentistas.
Este próximo martes 30 de agosto a las 18:00 horas, inicia mi taller gratuito de poesía y cuento corto, si les interesa, las inscripciones están abiertas hasta el lunes 29, pidan informes al correo: enardecidavoz@gmail.com, o el celular 646 151 08 50, con gusto los atenderé.

@creadordepoemas
Poeta y ensayista ensenadense.

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