Del libro “Un rato de solaz”

Mayo

domingo, 7 de agosto de 2016 · 00:00
Por Tomás Álvarez Martínez

Yo quiero, Madre, mía 
que en el mes de las flores te prodiguen
las almas sus caricias. 

Quiero que mayo sea
el fascinante atardecer dorado 
de esta primavera;
quiero que mayo sea
la floración del alma,
que nuestras ilusiones
y las nobles ideas
también abran sus cáliz, 
se conviertan en flores,
y ofrezcan el incienso
de su fragancia suave. 

Quiero que mayo sea
el que me dé las notas delicadas
del más tierno poema
que de mi pluma salga. 
Pediré que los astros
en esta primavera
renueven sus fulgores seculares
para alumbrar la tierra, 
y envolviéndola en tenues, 
gasas policromadas
la vistan del dorado
fulgor de las estrellas 
con átomos de luz pulverizada. 

Quiero que mayo sea 
el concierto perenne
de las voces sinceras
que el corazón esconde. 
Recogeré las notas
de las múltiples aves inspiradas,
que como mariposas, transporten en sus alas 
los ecos de oración y de plegaria. 

Quiero que mayo sea 
una explosión de anhelos;
quiero que se desborde por doquiera
mi cariño sincero, 
que invada todo el mundo,
que no tenga fronteras,
que vierta sus regueros 
en las rocas más duras y tremendas 
de corazones ciegos,
que a todos los contagie,
que a todos los envuelva, 
que a todos los levante por encima 
de las rocas sensuales de la tierra. 

Yo alumbraré las mentes
y encenderé el deseo,
daré timbre a las voces
y haré un volcán de celo, 
despertaré la sensación dormida 
y la esperanza muerta; 
y en cada corazón pondré una chispa
y en cada alma una tea, 
para que todos ardan 
como vivas hogueras,
para que todos te amen, 
para que todos crean.

Tijuana, Baja California, mayo 1 de 1957. 

Del autor: nació en Amatlán de Cañas, Nayarit
Ordenado Sacerdote en Tijuana el 7 de agosto de 1955
Ha estado en varias parroquias de la Diócesis de Tijuana y actualmente en Ensenada. 

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