Sube la noche y canta

En una ocasión Ruggiero presentó un disco con música autóctona, me hizo trasladarme a una dimensión y escribí este poema.
domingo, 29 de enero de 2017 · 00:00
Por Liz Durand Goytia 

Para Ruggiero Businari
Subía la noche en las montañas y en los corazones.
Alguien cantó, alguien cantaba con la voz de todos.
Llegó el hermano viento a dispersar 
el murmullo ahumado de la salvia entre los corazones, 
algunos que brillaban.
Los cantos ancestrales nos cubrieron, 
nos hermanaron con los puntos cardinales 
y nos volvimos pieles de culebra por instantes, 
en el momento mágico del fuego.

Seguía la noche y las estrellas sonrieron a los duendes,
esos que están en ambos lados, en las orillas de la vida.
Se hizo presente otro soplo 
que propagó el aliento del caracol profundo.

Mi corazón se hizo árbol que chorrea por las raíces, 
se hizo luciérnaga que escucha música.
Mi espíritu se unió a la noche 
mientras la voz cantaba con un coro dulcísimo 
de flautas de colibrí, tambores y latidos.

Siguió la noche cuesta arriba, 
como la gran abuela de aliento firme y desdentado 
que canta a Cuchumá...
Rodó la noche por el cerro, 
por los ríos y los ojos de los animales, 
reverberó en danza interminable,
se adentró en las cuevas a sembrar su sombra,
y yo guardé jirones diminutos en mis manos.

Cierro los puños para encerrar mi noche
y revivirla con su inmensa pupila
cuando mis ojos ya no la puedan ver.

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