El probable retrato de Halley

El pictograma referido pudo ser una pintura rupestre de la presencia en 1066 del cometa, en la Península Baja California.
domingo, 8 de enero de 2017 · 00:00


Por Marco Arturo Moreno Corral

La Península de Baja California comenzó a ser poblada hace unos catorce mil años, por grupos de cazadores nómadas, que ya habían alcanzado la etapa intelectual del hombre moderno, aunque su bagaje cultural era todavía muy pobre. 

Su presencia en estas tierras es atestiguada por diversos vestigios dejados a lo largo y ancho de esta región de nuestro país. 

Los estudios que los arqueólogos han realizado de esos sitios, indican que hace unos diez mil años, esos pobladores arcaicos previos a los que los colonizadores europeos encontraron, comenzaron a producir pinturas rupestres y petroglifos de una gran sensibilidad.

Para realizar esas pinturas, algunas de las cuales son monumentales, utilizaron pigmentos de origen mineral, que mezclaban con sustancias aglutinantes como la baba producida por el nopal u otras  plantas de la región como los cactus, que al ser macerados servían de base, produciendo así colores como el rojo, el negro y el amarillo, los cuales embarraban con las manos, palos y ramas en las paredes rocosas de las regiones montañosas de esta península, que a pesar del tiempo, la inclemencia de los elementos y el vandalismo del "hombre civilizado”, han perdurado.

Una de las zonas donde hay ese tipo de pinturas es la región de Cataviña, situada  en la delegación El Mármol, perteneciente al municipio de Ensenada.  

En esa parte de Baja California se encuentra el espectacular Valle de los Cirios, espacio natural que tiene especies únicas en mundo. 

De esa región ha llamado la atención la cueva de pinturas rupestres de Cataviña, pequeña caverna a la que hay que entrar agachado, cuyas paredes laterales y superior, fueron profusamente decoradas con figuras geométricas simples como círculos concéntricos, líneas curvas, cuadrados y puntos, siendo los colores sobresalientes el rojo y el amarillo. 

Entre esas pinturas está la posible representación del Sol, cuerpo circular con  rayos, que fue pintado en azul para distinguirlo de las figuras adyacentes, pero que tiene agregado un círculo naranja o rojo.

Las pinturas rupestres 
En muchas otras pinturas rupestres dispersas en muy diversas partes del planeta, existen representaciones similares, que curiosamente se asemejan mucho a la forma en que nuestros niños dibujan al Sol, así que no debe extrañar encontrar en Cataviña una posible imagen solar. 

Lo que genera asombro -y es el motivo de esta nota- es la representación de lo que parece un cometa en la que se ha delineado claramente lo que podría ser el núcleo cometario. Representaciones de lo que parecen ser cometas hay algunas en sitios rupestres como el que fue grabado en roca en Valcamonica, Lombardía Italia, o el que aparece en el Petroglyps National Monument en Alburquerque, Nuevo México, así que los pobladores nómadas que se movieron en la zona de Cataviña, bien pudieron representar uno de esos objetos cósmicos, pues se encontraban en el mismo nivel cultural que quienes hicieron los que están en los sitios mencionados.
Pero todavía es más interesante pensar y teorizar sobre qué cometa pudo ser el que se encuentra dibujado en la cueva bajacaliforniana. 

El cometa Halley 
Históricamente el cometa más observado por la humanidad es el cometa de Halley, llamado así en honor del astrónomo inglés Edmund Halley, quien mostró qué cometas reportados en antiguas crónicas, eran en realidad el mismo, que periódicamente, aproximadamente cada 76 años, se acercaba a la Tierra siguiendo una órbita elíptica alrededor del Sol. 

En efecto, este cometa ha sido observado desde la antigüedad. Los chinos tienen catálogos de este tipo de objetos celestes que se remontan a más de dos mil años y en ellos aparece mencionado ese cometa, que en la mayoría de las ocasiones ha sido un objeto verdaderamente espectacular.

En el año de 1066 el Halley fue visto en Asia y Europa, existiendo reportes escritos de su presencia. Fue notablemente impresionante y se le vio durante varias semanas. 

Los chinos, los coreanos y los japoneses registraron su presencia, mientras que en el viejo continente lo hicieron ingleses, franceses e italianos. 

En aquel tiempo en América no existían culturas que hubieran desarrollado la escritura, al menos en una forma que en la actualidad sea identificable como tal, sin embargo si había sociedades organizadas que de una u otra manera dejaron constancia de sus logros. 

Una de ella fue la de los Anasazi, que florecieron alrededor del año mil en la región donde ahora se localiza Alburquerque, Nuevo México.  

En el Cañón del Chaco se localizan las principales ruinas dejadas por estos nativos americanos, ahí algunos investigadores han afirmado que se representó un par de fenómenos celestes muy notables; la explosión de una supernova en el año de 1054, que fue vista y registrada por los chinos y el paso del Cometa Halley de 1066.

Las evidencias que aportan son plausibles, así que aunque no existan registros americanos de esos sucesos, los pictogramas que los Anasazi dejaron posiblemente se refieran a esos dos fenómenos astronómicos únicos.

Una "fotografía” prehistórica
Dado que la tranquilidad y oscuridad del cielo bajacaliforniano es algo notable, mil años atrás debió ser verdaderamente impresionante levantar la mirada al firmamento en una noche oscura y mirar un brillante cometa que lentamente y a lo largo de semanas, se movía por la bóveda celeste. 

Como un suceso excepcional en la vida de los nómadas que se desplazaban por territorios de esta península, por qué no plasmarlo entre las pinturas que ya entonces había en cuevas como la de Cataviña, así que aunque no tenemos forma de probar que sucedió de esa manera, el pictograma al que nos referimos pudo ser una "fotografía” prehistórica de la presencia en 1066 del Halley en Baja California.   

Astrofísico e investigador del Instituto de Astronomía, campus Ensenada, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
mam@astrosen.unam.mx

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