Al ritmo de la salud

La práctica de la danza es una herramienta saludable y terapéutica para el manejo de enfermedades y trastornos neuromotores como el padecimiento de Parkinson, la esquizofrenia, la demencia, por mencionar sólo algunas
domingo, 15 de octubre de 2017 · 00:00

Por Minerva Muñoz*

El cuerpo en movimiento permite al hombre comunicarse, aprender, expresarse, trabajar y relacionarse con el exterior. 


Al estar limitados en la movilidad, principalmente relacionada con el cerebro, el individuo encuentra dificultades de demostrar y expresar su individualidad ante los demás, asegura la neurocientífica Lavinia Teixeira-Machado. 


Una manera de mejorar la percepción y el procesamiento del entorno, dice, se logra a través de la estimulación teleceptiva -activación de los sentidos visuales, auditivos y el sistema vestibular- que activan las regiones cerebrales responsables de transmitir información por vías sensoriales.


La danza permite descubrir nuevas formas de mejorar el uso del cuerpo. No sólo utiliza componentes importantes del movimiento como la postura, equilibrio, coordinación y destreza, sino que también enriquece las actividades cotidianas.


El doctor Steven Brown neurocientífico de la Universidad McMaster de Hamilton afirma que la danza estimula el cerebro de formas muy particulares e interesantes, incluso más allá que la música o las artes plásticas, posibilitando la interconexión de las áreas cerebrales responsables de la cognición, la emoción y la acción motora.


El investigador expresa que la danza es un área nueva de investigación científica de las más excitantes, y tal vez sea la próxima tendencia de la neurociencia cognitiva. 


La investigación en danza está en la intersección del arte y la ciencia, siendo un campo multidisciplinario que integra el cuerpo, el movimiento, la música y la interacción social.


Desde el punto de vista de la neurociencia cognitiva, según Brown, en la danza se desarrollan rasgos fascinantes como el movimiento complejo. 


Bailar involucra el movimiento y la integración de todo el cuerpo e implica patrones de movimiento complejos. Es una de las formas más estimulantes cerebralmente y complejas de movimiento en la que participan los seres humanos. 


La sincronización rítmica es donde la ejecución de la danza requiere de la sincronización del movimiento del cuerpo con un ritmo externo -musical por ejemplo-, y fomenta la percepción analítica y simbólica que permite localizar y estructurar el tiempo, así como percepción, creación y expresión de un movimiento desarrollado en el tiempo y el espacio. 

Expresar las emociones 
El contacto interpersonal. En la danza hay contacto corporal, lo que conlleva al acoplamiento interpersonal. Propicia  procesos de armonización social y emocional que acompañan la coordinación física, que incluye empatía, cooperación, sentimientos de unidad e identidad social. 


El aprendizaje motor e imitación. Algunas de las investigaciones han encontrado que ver una acción motora que se percibe como familiar y ejecutable estimula partes visuales del cerebro así como áreas de planificación motora. 


El aprendizaje de la danza se logra habitualmente por la imitación de expertos, por lo que los circuitos neuronales implicados en la imitación se activan durante este proceso. 


Y por último, están los gestos significativos y juegos de rol. La danza posibilita la comunicación no verbal; se expresa a través del lenguaje del gesto. 


En los dramas del ballet, los patrones de movimiento de un bailarín están diseñados para servir como gestos significativos de las acciones de un personaje y sus experiencias emocionales. La danza puede facilitar la diferenciación de las emociones, esto es, tener una conciencia más desarrollada del procesamiento emocional y una mayor capacidad para interpretar las emociones de los demás. La danza permite expresar y procesar cognitivamente las emociones.

Estudios realizados muestran que el sistema motor -y otras partes del cerebro, como la visual- de bailarines entrenados puede ser activado sólo con observar un cuerpo bailar. La práctica prolongada de la danza fomenta la neuroplasticidad del cerebro, desarrollando redes neuronales especializadas, activaciones más refinadas y bilateralidad. 


No te desanimes, cuando una persona baila las redes comunes se activan -tanto en aficionados como en expertos- y pueden especializarse a medida de crear experiencia, es decir, con la práctica. 


La danza es una posibilidad creativa de comunicación no verbal que utiliza los conocimientos -movimientos y pensamientos- registrados en el cuerpo. La magia de la creatividad ocurre cuando el cuerpo actúa y explora, buscando la mejor solución al moverse.


Los investigadores suecos Horvitz, Lennartsson y compañía, aseguran que la cognición, la percepción y la acción modificadas son factores relevantes para medir la habilidad de un bailarín aprendiz o profesional. El logro de la danza involucra procesos motores, emocionales, visuales, sensoriales e intelectuales. 

Mantenerse en forma 
La práctica es una manera de ejercitarse que involucra el gozo, disfrute, alegría, conocimiento, esfuerzo, disciplina y dedicación. Existen múltiples alternativas de ejercitar y movilizar el cuerpo pero para aquellos que no les gusta el ejercicio, la danza, es una opción de activarse físicamente.


La danza o baile es una forma divertida de mantenerse en forma sin importar la edad, género, forma o tamaño de quien la practica, ofreciendo grandes beneficios físicos y mentales como un corazón y pulmones en mejor estado,.


También contribuye al aumento de la motricidad, fuerza, resistencia, flexibilidad, elasticidad y tono muscular, aumento de la capacidad aeróbica, huesos más fuertes reduciendo el riesgo osteoporosis, mejora la coordinación, agilidad y equilibrio, despierta los sentidos incluyendo la conciencia espacial, ayuda a tener el peso corporal bajo control y ayuda en los riesgos cardiovasculares, contribuye al aumento de la confianza física, en sí mismo y por lo tanto refuerza la autoestima y las habilidades sociales. 


Reduce el estrés. Al bailar, el individuo desempeña funciones que permitirán el desarrollo de una identidad sólida, respetada y gratificante. Por lo que la danza mejora del funcionamiento integral del cuerpo incluyendo nuestros sistemas físicos como el muscular, esquelético, articular, endocrino, digestivo, nervioso, el aparato respiratorio y locomotor, por supuesto, lo mental. Mejora del bienestar general y psicológico. 


Diferentes investigaciones en neurociencias muestran que la práctica de la danza es una herramienta saludable y terapéutica para el manejo de enfermedades y trastornos neuromotores como la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia, la demencia y otras más como el cáncer de pulmón y mama, artritis reumatoide y la depresión.


Entonces ¿qué se aprende al bailar? No sólo se memoriza un catálogo de pasos lindos, rítmicos y visualmente agradables, también se aprende sobre el propio cuerpo, su estructura, composición y posibilidades motrices, expresivas y sensibles; a superar limitaciones físicas, mentales y emocionales; a apreciar, respetar, retar y cuidar el propio cuerpo; a relacionarse con los otros, el entorno y consigo mismo.

“La danza permite descubrir nuevas formas de mejorar el uso del cuerpo. No sólo utiliza componentes importantes del movimiento como la postura, equilibrio, coordinación y destreza, sino que también enriquece las actividades cotidianas”.

*Bailarina y maestra en Ciencias Físicas y Artes.
 

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