En honor a los 200 años de la invención de la bicicleta

domingo, 5 de noviembre de 2017 · 00:00

Por Gerardo Soto Herrera*

La sociedad ha sido influenciada por el desarrollo tecnológico; muchas veces para bien, otras para mal. 


La tecnología en sí misma no es mala, su abuso nos pone en problemas. Para clarificar compararé dos inventos trascendentes en transportación, la bicicleta y el automóvil.


Ambos inventos son casi contemporáneos. La primera versión de algo parecido a la bicicleta data de 1817, cuando Karl von Drais dio el primer paseo en el vehículo de dos ruedas que acababa de inventar para sustituir al caballo. 


En cuanto al auto, Nicolas-Joseph Cugnot construyó algo que comenzó a circular por propulsión propia en las calles de París en 1769 con motor a vapor.


El momento culminante de bicicletas y automóviles llegó con el neumático de cámara, ideado por John Boyd Dunlop en 1889. Han competido por el uso de las calles desde entonces.


Los automóviles tienen ventajas significativas en relación a la bicicleta: mayor velocidad y espacio, puede viajar grandes distancias con carga y pasaje, protección contra inclemencias climáticas, aire acondicionado, radio y otras más. 


Todo esto da comodidad. En contraste la bicicleta es lenta, incómoda y cansada. No cabe duda, en cuanto a invención es mejor el auto. Por convicción propia nadie reemplazaría el auto por una “bici”.

Símbolo jerárquico 
Ambos inventos tuvieron su lugar en la historia. En épocas de crisis se vio favorecido el uso de la bicicleta. El automóvil suele emplearse cuando hay auge. Por consiguiente, en los países poderosos, sus ciudadanos con alto poder adquisitivo optaron por el uso cotidiano del auto. En los países pobres no hubo más opción que usar bicicletas. 


La brecha social había sido restablecida: pobres en bicicleta, ricos en automóvil. El auto es un símbolo de jerarquía. Se debe aspirar a uno, si se quiere “ser alguien”.


Lo anterior es un problema. Una estimación indica que hay más de 1.1 mil millones de automóviles actualmente. 


Su combustible produce 1,730 millones de toneladas de dióxido de carbono. A esto se le suma el consumo de 2,2 mil millones de neumáticos al año, que se emiten en forma de polvo a la atmósfera. Todos estos números van aumentar cuando las poblaciones de China e India pretendan “ser alguien” y cambien sus bicicletas por automóviles. Esto sumará 500 millones más de autos.

Hábitos de vida y salud
Podemos soñar que tecnologías nuevas vendrán al rescate. El auto moderno tiene una capacidad muy elaborada para producir reducción de contaminantes: inyección electrónica; convertidores catalíticos; sobre cargadores y más dispositivos tecnológicos. Con todo, el auto continua como un factor importante en el calentamiento global. 


Se nos dice que pronto la tecnología aportará el auto de cero emisiones, posiblemente eléctrico o basado en la celda de hidrógeno. 


¿Olvidamos que al menos un tercio de la contaminación se genera durante la fabricación de los autos? Es decir, salido de concesionaria ha contaminado sin haberse encendido. Esto no sería distinto para autos con otros medios de propulsión. 


La contaminación potencial por celdas y baterías, así como su reciclaje, son factores que no hay que olvidar. El auto eléctrico solucionará un problema de distribución de energía, no de contaminación. 
Hemos mencionado solamente la contaminación ambiental. Existen otras donde la influencia del auto es absoluta, por ejemplo, la contaminación urbanística. Además, el efecto adverso que ha generado en nuestro hábitos de vida y salud.


¿Fue la tecnología quien nos ha enfrentado con un futuro apocalíptico?


La solución estaba dada por la tecnología de la bicicleta, pero decidimos no tomarla en cuenta. 


¿Haremos algo al respecto? No respondan, yo sé la respuesta.

*Ciclista y miembro del Departamento de Fisicoquímica de Nanomateriales 
del CNyN UNAM.
 

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