El imperfecto Darwin

El naturalista inglés, quien nació el 12 de febrero de 1809, no sólo sentó las bases de la biología moderna, sino que puso en entredicho ideas elementales sobre la concepción del hombre
domingo, 12 de febrero de 2017 · 00:36
Por Gerardo Ortega 

Las tres heridas narcisistas a la humanidad, es el nombre que le da Freud al impacto que una triada de  pensadores —y se incluye— infligieron en la historia del hombre.
El primero de ellos, Nicolás Copérinco, demostró en el siglo XVI que la Tierra no era el centro del universo. Esa afrenta cosmológica lastimó el orgullo del que costó reponerse.
El segundo fue Carlos Darwin, al proponer que el ser humano no era el rey de la creación, sino una parte de la naturaleza y como tal, formaba parte de la evolución. 
Y por último Sigmund Freud, quien con su psicoanálisis despojó al humano de ser dueño de su propia conciencia.
Los tres tuvieron serios adversarios, a ninguno se le puede cuestionar su rigor científico, pero sin duda el caso de Darwin fue el hallazgo más inesperado, tomando en cuenta que su interés en la teología estuvo a punto de llevarlo a seguir el camino religioso.
Numerosos han sido los estudios en torno al naturalista inglés. Algunos autores lo desmitifican y echan luz sobre su vida. Otros denuncian la manipulación de la que han sido objeto sus ideas. Una de las autoras que sido cautivada por el viaje científico que es la vida de Darwin, es Sabina Berman (Ciudad de México, 1955).
En su libro El Dios de Darwin, Berman aborda, desde una perspectiva literaria, la biografía teológica del inglés. Y lo hace no mediante el ensayo, sino creando un thriller donde se recrean pasajes de su vida, entrelazados con una historia en la época actual en la que la protagonista, Karen Nieto debe de resolver un enigma.

Profundo interés en la naturaleza 
Berman ha dicho en entrevistas que los datos biográficos de Darwin están sustentados en textos verificables como su biografía, especialmente sus ideas acerca de Dios.
La autora crea a Karen Nieto, bióloga y autista, que es incapaz de la abstracción. Sólo cree en lo que puede ver y se siente incómoda con las metáforas y demás sentidos figurados.
La protagonista de la historia va descubriendo ante el lector a un Darwin paradójico, humilde y riguroso.
Su base religiosa y su profundo interés en la naturaleza lo llevó a ese legendario viaje en el Beagle por el hemisferio sur. Y un día ante el pasaje en donde no había ningún rastro de la mano del hombre, se hinca y le promete a Dios que hará el relato de ese mundo prefecto que es su creación.
Y cumple con ser ese "sacerdote científico”, pero a medida que va descubriendo aspectos de esa realidad en las Galápagos y en las costas de América del Sur, va dejando de creer en su interlocutor, en Dios. 
Sabina lo retrata como un personaje cordial, amable y muy humilde. Darwin nunca dice: "Todas las generaciones pasadas están equivocadas y nosotros venimos a descubrir cómo es realmente el mundo”. Sino que afirma: "Los relatos religiosos fueron el esfuerzo de miles de generaciones, son una hazaña, pero estamos posiblemente listos para intentar otro relato, con otras reglas”. 

Qué es el bien y el mal
Sabina Berman explica que la observación fue la base para que el naturalista interpretara patrones de comportamientos en diversas especies. Darwin observó a los animales sociales y a medir lo que hacían, y concluyó que buenas son las conductas que aumentan el bienestar y la salud del grupo; malas, son las conductas que quitan vitalidad al conjunto.
De la trama de la novela emergen los hilos, de manera sutil, sobre las transformaciones que presentó Darwin conforme avanzaba en sus investigaciones. De ser un joven profundamente devoto, a decidir, a mediados de sus 45 años, a alejarse definitivamente de cualquier expresión religiosa.
Berman expone cómo el evolucionismo habla de un orden en la naturaleza, pero aclara que no es la descripción que hace la Biblia. Y afirma: "Las religiones principales conciben al mundo como en un triángulo, y las organizaciones humanas copian ese triángulo. El relato que la ciencia ha descubierto de cómo es realmente la naturaleza no se lo imagina así y eso debería ser muy inquietante para nosotros, se lo imagina más bien como un árbol, donde las vitalidad se va por muchos lados. 
Sea como fuere, vale la pena revisar las ideas de Darwin. No sólo a través de una novela documentada, sino abordar sus apuntes y autobiografía para confrontar su actualidad. Si el inglés descubrió que la naturaleza está hecha de anomalías, de seres únicos e imperfectos, entonces tendrá sentido esa frase que aparece en la novela y que señala que "son las personas con capacidades diferentes las que aportan cosas diferentes a la humanidad”.
Creo que Darwin estaría de acuerdo con esto.

Editor y escritor. 

...

Galería de fotos

Comentarios