El paleolítico

domingo, 12 de febrero de 2017 · 00:35
Por José Carrillo Cedillo

Aunque se acepta que el estudio de la estética se inició en el siglo  XVIII como parte de la filosofía,   creo que en la práctica, ésta se desarrolló en el cerebro paralela a la evolución. Es decir, es consustancial a nosotros, así  lo demuestran los restos de numerosos dólmenes.
El más famoso y misterioso es Stonehenge, grandes piedras de muchas toneladas  formadas en circulo con dintel, en lo que hoy es Inglaterra, y se piensa que fue una especie de sanatorio por los utensilios que se encontraron en los alrededores. Este solo tema merece un artículo.
Además hay, por todo lo que hoy es Europa muchas grandes piedras señalando los sitios donde enterraban a sus muertos, y se sabe que los neandertales ya adornaban sus cavernas con flores y que celebraban ceremonias para enterrarlos. 
Fue hasta el siglo XIX que se descubrieron cavernas con paredes maravillosamente pintadas con temas de animales de esa época, en el norte de España y el sur de Francia y se declaró oficialmente como arte rupestre por los especialistas el que al paso del tiempo se ha ido encontrando poco a poco  alrededor del mundo. 
A mi juicio se descubrió con ello el realismo, pues motivos abstractos hay muchos anteriores, incluso geométricos, líneas entrecruzadas, líneas quebradas, cuadros y círculos concéntricos y espirales.

Pintaban la vida 
Los paleolíticos pintaron su medio ambiente, su vida diaria en donde competían con los grandes animales que le servían de sustento y a los que seguían para cazarlos. Los pintaron con colores terrosos: cal, cenizas y carbón.  
Se encontró ya, una caverna muy antigua, de alrededor de 44000 años atrás donde se perciben  los inicios, dibujados con cal que se encontró ahí mismo en la cueva, lo que demuestra una doble genialidad al utilizarla para pintar el muro.  
Todavía no están iluminados, sólo es la línea. Lo  notable estriba en que un genio desconocido  para nosotros, plasmó en el muro figuras que son tridimensionales en un plano de dos dimensiones... maravilloso. 
Aunque habría que citar que en algunas cavernas se aprovecharon salientes de las rocas de la pared para darles volumen a las figuras, a esto se le llama inspiración. 
Se dice fácil, pero piensen que esto no existía, y estarán tan maravillados como yo, cuando me percaté de ello. 
La clasificación de las pinturas rupestres es bastante complicada, la originalidad de ciertos estilos es tal que resulta muy difícil generalizar sus características, se podría decir que cada región del mundo tiene su estilo, y hay que considerar que esto sucedió a nivel mundial en el transcurso de milenios.  
Además, se dice que no son varios estilos en una sola pared, como se creía,  un antropólogo sostiene que participaban en el trabajo miembros de todas las edades, por eso la diferencia.
Se piensa que la motivación  fue, además de lo dicho, que pintaban sus miedos y la mezcla de temor y admiración a los animales más fuertes, y otra teoría dice que representaban la realidad y llevaban a los jóvenes cazadores a la cueva que en muchas ocasiones no era muy accesible, a que vieran a los animales a los que se iban a enfrentar, con sus lanzas y sus flechas. Y, pintaron las escenas de caza. 

Genialidad y belleza 
Al principio los arqueólogos no podían aceptar que algo tan maravilloso lo hubieran realizado nuestros antepasados en el período glacial, el pensamiento mágico de ellos, quizá los impulsaba a creer que representándolos los podían dominar.  
En muchas aparecen manos, como una firma, con la técnica del estarcido,… aquí estuvo un ser humano. Y,  nos cuesta trabajo aceptar que mucho de lo referido subsiste hasta la fecha.
En conclusión, se me acabaron las palabras para elogiar tanta genialidad y sorprendente belleza, al grado de que a la cueva de Altamira se le conoce como la capilla Sixtina del paleolítico.
Cuando Picasso la visitó, al salir dijo: no hemos avanzado nada. 

Pintor y artista plástico con más de dos décadas de trayectoria. 

jcarrillocedillo@hotmail.com          

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