Crónicas ensenadenses Segunda parte

domingo, 5 de febrero de 2017 · 00:00
Heberto Peterson Legrand

Nos levantamos a las 9:00 horas, nos bañamos y arreglamos, dejamos el hotel y tomamos la carretera, e inmediatamente a nuestra derecha divisamos la famosa Escuela de Ciencias Marinas, la primera en Latinoamérica y fundada en 1960, además la de Ingeniería, Ciencias Biológicas, etc., y a nuestra izquierda la Escuela de Enología y Gastronomía, el Instituto de Investigaciones, el Observatorio Astronómico Nacional, el Centro de Nanociencias y Nanotecnología dependientes de la UNAM y el Cicese, los cuales han hecho que se le llame a Ensenada la Ciudad de la ciencia, ya que parece ser tiene más científicos per cápita que el resto del país.
Al llegar a la bifurcación que tiene dos ramales de carretera: uno hacia la izquierda para entrar por la avenida Gral. Clark y la otra que tomamos hacia la derecha, nos permitió seguir costeando pasando por el Paseo Fernando Consag, S.J. hasta llegar al Bulevar Lázaro Cárdenas.
Tomamos la avenida López Mateos y llegamos a Zu Taza café & bistro, un lugar muy concurrido por los ensenadenses. Saludamos al personal que siempre nos ha tratado amablemente y ordenamos nuestro desayuno. Antonia pidió unos huevos rancheros con salsa de nopal muy sabrosos, y yo un omelette de tomate deshidratado, bañado con una deliciosa salsa de queso mozzarella. Ella, un café capuchino y yo un café americano con leche de soya. Desayunamos relajados y con un buen estado de ánimo para disfrutar lo que ese día nos depararía.

Caminar y disfrutar 
Una vez satisfechos, nos retiramos, dejamos el vehículo estacionado y nos fuimos a caminar por el andador turístico. Atravesamos el Bulevar y nos introdujimos al paseo por el camino que está junto al puente. En el trayecto pudimos observar la llegada de uno de los barcos de pasajeros que transportan en promedio unos dos mil pasajeros más sus tripulantes. Conforme avanzamos nos fuimos aproximando a la plaza donde está ubicada la enorme asta bandera de 103 metros de altura, la bandera mide 50 metros de largo por 28 de ancho y con un peso de 123 kilos, que nos permitió observar cómo ondeaba la más hermosa bandera en el mundo –la mexicana– más adelante y disfrutando las caricias de un agradable aire. En el Andador Turístico pudimos ver barcos de diversos tonelajes y oficios, así como lanchas de diversos tamaños, quienes ofrecían paseos por la bahía y de enero a abril llevan pasajeros para el avistamiento de las ballenas a la altura de la Isla de Todos Santos, en su recorrido hasta Ojo de Liebre donde van a parir. En el recorrido vimos una escultura de Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros y pescadores, así como una enorme ancla con su cadena que data del siglo XIX.


Llegamos hasta el famoso Mercado de Mariscos donde pudimos ver una extraordinaria cantidad y variedad de pescados y mariscos. Tienen muy rico atún así como marlin ahumado, que se consigue también en otras pesquerías y no se diga las carretas de almeja, ceviche y tacos de pescado, muy propios de Ensenada. 

Compañías y esculturas 
Salimos de regreso por la plaza donde está la bandera y tomamos la banqueta para caminar por unas más pequeñas, que nos llevaban por la Plaza Cívica donde pudimos apreciar su bello jardín, los bustos de don Miguel Hidalgo representando la época de la Independencia, el de don Benito Juárez representando la Reforma y don Venustiano Carranza, la Revolución. Además, vimos un monumento dedicado a los defensores del puerto de Veracruz, una escultura dedicada a los maestros y un hemiciclo dedicado a los Niños Héroes defensores del Castillo de Chapultepec en México capital.
Cruzamos el bulevar hasta llegar a la avenida López Mateos para ir viendo los cafés, tiendas de curiosidades y restaurantes para llegar a nuestro vehículo y abordarlo.
A unas cuadras de allí está el monumento de don Miguel Hidalgo y Costilla, el más antiguo de Baja california y que fue inaugurado en 1910 con motivo de los festejos del Centenario de la Independencia de México. Parados frente a él, a nuestra derecha en la esquina está el edificio del INAH que en sus orígenes allá por 1886 fueron las oficinas de "The International Company”, una empresa norteamericana que operó hasta 1889, traspasando sus bienes a la Compañía Mexicana de Terrenos y Colonización, fundada en Inglaterra y que operó hasta 1917.

En los brazos de Morfeo
Llegó la hora de la comida y decidimos disfrutar de la cocina del restaurante "Halliotis”, que es el nombre científico del abulón. Tomamos el Bulevard Lázaro Cárdenas y al llegar a la Avenida Gral. Agustín Sangines que desemboca frente a la Región Naval, la transitamos, cruzamos la avenida Reforma y en cuanto uno cruza se convierte en avenida Delante y a tres cuadras a mano izquierda está el restaurante. Al llegar a la entrada nos abrieron la puerta y nos recibieron con la amabilidad que les caracteriza. Nos ubicamos en una mesa.
El restaurante es muy agradable, su decoración es totalmente con motivos marinos, sus vitrales muy bonitos, tiene una acústica muy adecuada lo que permite poder platicar sin ser perturbados por un ambiente ruidoso como sucede en otros lugares.
De aperitivo tomamos tequila y una margarita y de entrada un carpacho de callos y unos sopes de abulón, especialidad del restaurante. La comida principal consistió en una sopa de almeja, trucha a la plancha y unos burritos de langosta que estaban deliciosos, y al final un café con postre.
Durante la comida se acercó la señora Colunga a saludarnos brevemente. Desde que inició el restaurante se ha caracterizado por ese amable gesto de sus propietarios de saludar a todos y cada uno de sus comensales.
Ya en la noche, fuimos a la internacionalmente famosa cantina Hussong, que fue fundada en 1892. Nos tomamos unas cervezas y de botana unos cacahuates. Disfrutamos escuchando la música y cantos de un excelente mariachi. Un dato curioso es que un día a fines de octubre de cada año, de las 19:00 a las 23:00 horas se cierra al público y se convierte en un recinto cultural donde el Seminario de Historia de Baja California, a través de uno de sus miembros, presenta una conferencia sobre algún forjador del municipio de Ensenada en un ambiente muy sui generis. 
Finalmente y ya cansados, nos fuimos nuevamente a caer en los brazos de Morfeo. 
    
    Escritor ensenadense. 

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