Gatuperio
Kalimán regresa
Por Gerardo Sánchez García*
En septiembre próximo Kalimán, El Hombre Increíble, regresará a combatir a los delincuentes y corruptos que asolan a México.
Esto por supuesto -aunque hace mucha falta en la realidad- será solamente en la imaginación y fantasía de historietas, programas radiofónicos, videojuegos y una serie animada de televisión, centrada en un personaje que para las generaciones sesenteras y setenteras del siglo pasado es todo un ícono nostálgico de la cultura popular y de la historieta mexicana.
Kalimán inició como un programa radiofónico en 1963, el personaje era interpretado por Luis Manuel Pelayo -quien posteriormente se hiciera popular por el programa !Sube Pelayo, sube!-, y dos años después, en 1965 se hizo historieta.
Por 26 años, semanalmente el presunto descendiente de la diosa Kali se dedicó a combatir a diferentes villanos, entre ellos los Asesinos de la Máscara Roja y la Araña Negra, este último su acérrimo y constante rival, y perversa Bruja Blanca.
El justiciero invencible
Kalimán formó parte de la etapa final de la época de oro de la historieta mexicana cuando en esa industria decayeron sus grandes tirajes y su influencia en la cultura popular.
El heredero del reino de Kalimantán compartía espacios en los estanquillos con Chanoc, Alma Grande, El Payo, Fantomas, Lágrimas y Risas, una Familia Burrón ya en proceso de decadencia y las publicaciones de contenido político como Los Supermachos, Los Agachados, La garrapata, otras como Duda -esta última dedicada a las llamadas pseudociencias- y un género que tuvo un breve auge y una rápida caída: las fotonovelas.
Entre los poderes de El Hombre Increíble, estaban: el control de todas las artes marciales de Oriente, la telepatía, la levitación, la hipnosis, la ventriloquia, fingir su muerte, el viaje astral y la telequinesis, todos ellos procedentes del control mental.
Lo que se resume en una frase que Kalimán repetía constantemente a su fiel amigo y escudero, el pequeño Solín: "La mente es todopoderosa, quien domina la mente, lo domina todo”.
Dominio mental que en la mitología "kalimaniana” le había sido enseñada y practicada en los templos secretos del Tibet.
"Serenidad y paciencia, mi pequeño Solín, mucha paciencia”, es otra de las frases celebres del hombre del turbante blanco, que los niños y adolescentes que entonces leíamos y escuchábamos las aventuras de Kalimán, repetíamos en el vano intento de emular el valor y sabiduría del incansable e invencible justiciero.
Aunque el paso de los años ha hecho que algunos no creamos ya en súperheroes y justicieros invencibles, la nostalgia de aquellos tiempos genera una cordial expectativa sobre el retorno de Kalimán, procedente no de las exóticas tierras del Tibet o de la India, sino del ayer y de una infancia cada vez más borrosa y lejana.
*Periodista con más de 30 años de trayectoria.
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