El ballet y sus dificultades

Este tipo de expresión es la más comercial, en el sentido que dentro de la danza teatral es la más reconocible y popular por sus historias fácilmente comprensibles y por muchos es considerada como la “verdadera danza”
domingo, 16 de julio de 2017 · 00:00
Por Minerva Muñoz*

La situación de la danza en México es difícil en cualquiera de sus ámbitos. Tanto porque no hay apoyos, no es considerada como una profesión sino como un pasatiempo (y de ricos) y la falta de apoyos y desarrollo de políticas públicas para la formación, creación, producción, distribución y consumos de la danza.

La danza clásica, mejor conocida como ballet clásico o simplemente ballet, es la más comercial, en el sentido que dentro de la danza teatral es la más reconocible y popular por sus historias fácilmente comprensibles y por muchos es considerada como la "verdadera danza”. 

Es puede ser por su exigencia técnica, cuerpos hiperentrenados, delgados, medidas corporales específicamente proporcionadas (de largo de las piernas, indice de masa corporal, entre cosas). Que cabe mencionar que esto también se exige en otras estilos de danza pero con un poco menos de ahínco.

De lo formativo
Con respecto a la etapa formativa de la danza clásica existen muchas academias a lo largo y ancho del país, algunas profesionales (oficiales), y muchísimas más, privadas con altos costos de mensualidad -parte de ello explica porque la práctica del ballet clásico es elitista-. A esto se debe agregar el constante gasto en calzado, uniformes y vestuarios.

Con relación a las escuelas profesionales de danza, dígase las oficiales como aquellas que pertenecen al Instituto Nacional de Bellas Artes y este su vez de la Secretaria de Cultura como el Centro Nacional de las Artes, la Escuela Nacional de Danza "Nellie y Gloria Campobello”, la Academia de la Danza Mexicana, la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, el Centro de Investigación Coreográfica todas ellas en la Ciudad de México;  la Escuela Superior de Música y Danza en Monterrey a nivel profesional; y más varias a nivel medio superior que están centralizadas y ofrecen pocos lugares. 

Los jóvenes que desean tener una formación profesional en ballet deben desplazarse de ciudad con pocas posibilidades de poder ingresar y al salir, se encuentra con la misma dificultad de encontrar un trabajo.

Por otro lado, en los últimos años se ha habido una proliferación de licenciaturas en artes escénicas, específicamente en ballet clásico, contemporánea o folclórica. En estas se permite el ingreso de estudiantes con y sin preparación previa en la disciplina. 

Lo que ocurre con esto, es que los alumnos con practica previa a su ingreso no avanzan considerablemente y los que no tienen experiencia regularmente no logran obtener el optimo desarrollo artístico para desempeñarse en el ámbito profesional. 

No todos quieren ni pueden ser bailarines profesionales, es un hecho. Las instituciones educativas dicen ofrecer una formación integral y versátil donde el estudiante pueda insertarse en distintos campos laborales en relación a las artes escénicas. Es evidente que además de bailarines se requiere de personas profesionales en las distintas áreas de lo escénico como maestros, coreógrafos, críticos, productores, gestores, iluminadores, escenógrafos  -que aunque estas actividades tienen su propia formación y modos de especialización específicos a lo que se oferta en una licenciatura en danza o artes escénicas- esto puede ser un impulsor, pero un solo curso no asegura un buen desempeño o la posibilidad de inserción en el campo laboral especializado.

De lo profesional
Enfocado a la ejecución profesional de la danza existen muy pocas compañías profesionales de ballet clásico. Se cuentan con los dedos de una sola mano: la Compañía Nacional de Danza (CND) que pertenece al INBA, el Ballet de Monterrey (financiada por un patronato), el Taller coreográfico de la UNAM y algunas otras en los estados pero muy difíciles de registrar. Estas son de las pocas compañías profesionales de danza clásica -y de cualquier otro estilo: Ceprodac o compañías con apoyo del Fonca de "México en escena”- donde sus bailarines gozan de un sueldo mensual fijo, que va de entre los 15 y 20 mil pesos al mes para el cuerpo de baile y entre los 25 y 35 mil pesos para los primeros bailarines, y prestaciones medicas. 

Cabe destacar que estamos hablado de unos 150 bailarines que conforman estas compañías de ballet clásico en todo el país. En comparación, un bailarín dentro de una compañía independiente de danza contemporánea gana entre 500 a mil pesos por función y normalmente los ensayos no son pagados.
 
El trabajo de meses, de arduo entrenamiento diario, montaje y ensayos no es remunerado, y en la mayoría de las veces se dan muy pocas funciones por falta de espacios para realizar presentaciones. 

Como se puede apreciar, hay escasos lugares donde insertarse laboralmente, con poca remuneración y sin prestaciones laborales y de salud.

Hay casos extraordinarios donde el bailarín se convierte en una estrella, como Isaac Hernandez o Elisa Carrillo quienes se convirtieron en bailarines principales de grandes compañías internacionales y de gran tradición.

De lo público
Cierto es que el ballet clásico tiene más público que la danza contemporánea por su fácil lectura, majestuosa decoración en vestuarios, escenografías y encanto por sus bellas líneas y etéreos movimientos. 

Es indudablemente que existen obras de repertorio que trascienden a través de los siglos y llegan para quedarse, pero hacen falta propuestas dancísticas con temas y enfoques que respondan a nuestro tiempo más allá de la exaltación de hadas, princesas y príncipes.

Tanto la práctica como la apreciación de la danza clásica sigue siendo elitista, y por lo tanto, con un público reducido. Las entradas para un espectáculo de estos, son poco accesibles en precio.

Es necesario crear políticas culturales que permitan el acceso como un derecho y no un privilegio de élite a la cultura y el arte, que posibiliten la distribución y den difusión de actividades artísticas y culturales a las que muchas personas no tienen acercamiento, tanto para su práctica, desarrollo profesional y disfrute.

"Casos extraordinarios donde el bailarín se convierte en una estrella, tal como Isaac Hernandez o Elisa Carrillo quienes se convirtieron en bailarines principales de grandes compañías internacionales y de gran tradición”,  Minerva Muñoz. 
"Tanto la práctica como la apreciación de la danza clásica sigue siendo elitista, y por lo tanto, con un público reducido. Las entradas para un espectáculo de estos, son poco accesibles en precio”,  Minerva Muñoz. 

*Bailarina y maestra en Ciencias Físicas y Artes.

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