Se “quiebra” La Ruptura

El pintor José Luis Cuevas falleció de cáncer en un hospital de la Ciudad de México. Tenía 86 años, aunque él, que siempre mintió sobre su edad, hubiera preferido que se dijera 83
domingo, 9 de julio de 2017 · 00:00
Erika Bucio
Agencia Reforma

José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1931-2017) fundó su propio mito. El enfant terrible que confrontó a Siqueiros. El artista carnívoro de ferocidad elegante en su dibujo, según Octavio Paz. Portavoz de la Generación de La Ruptura.El pintor falleció de cáncer en un hospital de la Ciudad de México. Tenía 86 años, aunque él, que siempre mintió sobre su edad, hubiera preferido que se dijera 83."Cuando llegue al final, quiero ser yo mi última obra”, dijo Cuevas al inaugurar, en su museo, en febrero de 2016, la exposición El color del amor."El hecho de su muerte es parte de la muerte de mi pasado. Mi propio pasado”, se dolía ayer el pintor Manuel Felguérez, parte de la Generación de la Ruptura.La sentencia de Siqueiros de "No hay más ruta que la nuestra” fue la contrabandera de La Ruptura, que se enfrentó a la Escuela Mexicana de Pintura. "Cuevas fue portavoz de los ideales de su generación”, escribió la historiadora del arte Rita Eder.

Figura central 
Cuevas reclamó que la cerrazón nacionalista era una especie de "cortina de nopal” que impedía a los jóvenes artistas conocer y participar de la escena internacional."Contra ese México ramplón, limitado, provincianamente nacionalista, reducido a su alcance, temeroso de lo extranjero por inseguro de sí mismo, contra ese México, me pronuncio”, firmó en el manifiesto La cortina de nopal, publicado en 1956 en el suplemento México en la cultura."Si una cosa nos distinguió como generación fue que mientras Siqueiros decía que no hay más ruta que la nuestra, la generación de nosotros fue muy individualista. Cada quien tenía su propia ruta”, recordó Felguérez, quien conoció a Cuevas en 1956, cuando Mathias Goeritz los invitó a dar clases a la escuela de artes plásticas de la Universidad Iberoamericana.Cuevas llegó a decir: "La Ruptura soy yo”. "Suena presuntuoso”, ataja Lelia Driben, y concede que aquel manifiesto fue el estandarte verbal de esa generación."(Cuevas) es un personaje fundamental, pero La Ruptura es un colectivo. Con su propio accionar en la pintura, cada uno en sí mismo, más los apoyos que tuvieron, todo el grupo fue protagónico y valiente”, explica la autora de La generación de La Ruptura y sus antecedentes.Fernando González Gortázar, arquitecto y escultor, veía terminada una parte de su vida con la muerte del "Gato Macho”. "Todos somos de alguna manera deudores de José Luis Cuevas”. A quien reconoció por su obra de gran poderío y su valentía de llamar a las cosas por su nombre.Una figura central del arte mexicano en la segunda mitad del siglo 20."Era el enfant terrible. Se peleó con Siqueiros, lo confrontó”, recordó la periodista Elena Poniatowska.Le gustaba ser entrevistado en su cama roja. Una "cama catedralicia” que presidía una "recámara de obispo” en su casa de San Ángel. Se hacía fotografiar a diario por Bertha Cuevas, su primera esposa y gestora del Museo José Luis Cuevas, inaugurado en 1992, cuyo patio preside su escultura La Giganta.El artista se adjudicó haber bautizado a la Zona Rosa, donde en la esquina de Londres y Génova, en 1967, levantó un mural efímero de 307 metros. Y se jactaría: "Me resultó tan fácil hacer este mural que estoy pensando dedicarme solamente al muralismo y dejar el dibujo”.Cuevas se lanzó como candidato a diputado federal independiente por el Primer Distrito en 1971.

"Cuevas funda su propio mito al mismo tiempo que crea una gran obra desde muy joven. Hay una especie de doble ficción: la ficción de sus grandes dibujos y la ficción de su controvertida imagen”, añadió Driben.

Gran dibujante de México 
Un gran dibujante, resaltaría Felguérez: "Sin duda, el mejor de todos”.Por su facilidad para el dibujo desde niño, su madre lo llevó a La Esmeralda como alumno irregular, pero abandona a causa de una fiebre reumática. Pasa dos años en cama, dibujando y leyendo.Presentó su primera exposición individual en la galería La Prisse, fundada por Alberto Gironella y Vlady. "Mostraba ya en aquel entonces su extraordinaria calidad de dibujante al servicio del ensueño”, escribió Eder."Siempre tuvo cierta incomodidad por el hecho de no ser pintor. Como si el dibujo valiera menos que la pintura. Me dice: Lo mío son dibujos coloreados”, explicó Driben.Su producción decayó en los últimos años. "No fue feliz la intervención de este trabajo al alimón (con su segunda esposa Beatriz del Carmen), como un dueto, pero además tampoco eran grandes dibujos los últimos de Cuevas. Creo que fue un error la intervención de su esposa”, consideró Driben.Las cenizas de Cuevas fueron llevadas al Palacio de Bellas Artes donde fue despedido con un homenaje.

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