Cultura culinaria

domingo, 13 de agosto de 2017 · 00:00
Por Heberto Peterson Legrand* 

Salimos de Ensenada a las 14:00 horas rumbo a San Antonio de las Minas por la carretera Ensenada-Mexicali. 
Unos kilómetros después de pasar a la altura de una vínicola reconocida y unos cuantos metros después de pasar frente a un hotel, dimos vuelta a la derecha para pasar junto a una barda que dice "Las Lomas” y en el primer alto dimos vuelta a la derecha para llegar a nuestro destino El Hotel La Cima del Valle a escasos unos 20 o 30 metros.

Nos estacionamos y frente de nosotros había un jardín muy bello y bastante amplio para eventos. Frente al aparcamiento una serie de cabañas, cada una con un bonito jardín que las enmarcaba.

Caminamos hacia el jardín grande y como está sobre terreno de varios niveles tuvimos frente a nosotros una hermosa y espectacular vista del valle con su flora de diferentes matices de verdes, sus árboles rodeados de esa vegetación propia de esa zona.

Ascendimos por una cómoda escalera hasta llegar al restaurante "Diguiso” donde fuimos muy amablemente recibidos. 

Antes de ingresar al restaurante hicimos un alto y nuevamente nos deleitamos ya a un nivel más elevado de aquella vista panorámica que relajaba el espíritu y daba paz al estado de ánimo.

Placer para el ser humano 
Ingresamos al restaurante y don Kiko, capitán de fino trato nos guió hasta la mesa, y Francisco el mesero, simpático y amable nos obsequió un vaso con agua que era una infusión de pepino y yerba buena muy refrescante. 
Nos dejó el menú y momentos después se acercó el chef Roberto Rodríguez Ochoa, muy experimentado y educado a quien le pedimos nos sugiriera algunos platillos.

Para iniciar nos sirvieron una exquisita tostada de atún, seguida por ceviches de camarón y pescado, y desde luego, acompañados por vino blanco de la región.

Además disfrutamos de una deliciosas frituras de ostiones en su concha muy bien presentadas para continuar con una lasaña negra de mariscos que no tenía nombre. 

No faltó el salmón en costra de chile con brocheta de camarón seguido de los tacos gobernador (unos de camarón y otros de marlín ahumado), unas enchiladas de camarón y finalmente unas arracheras marinadas y acompañadas con vegetales del valle. 

Terminamos con deliciosos postres de nieves de ciruela seca de fresas con hierbabuena y de uva con queso de cabra, y el indispensable y aromático café de la casa.

Desde luego había otros tentadores platillos que quedaron pendientes para la próxima visita.

No cabe duda de que uno de los más grandes placeres para el ser humano es el disfrutar de la buena cocina.
¡Felicidades al chef por tan esplendidas sugerencias, talento y creatividad en el arte Culinario!  

 "Antes de ingresar al restaurante hicimos un alto y nuevamente nos deleitamos ya a un nivel más elevado de aquella vista panorámica que relajaba el espíritu y daba paz al estado de ánimo”.

*Cronista de Ensenada.

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