Perú y México: historia, cultura y proyección
Ricardo Luna*
Agencia Reforma
En la década de los 40 un joven pintor peruano descubrió en la revista mexicana "El Hijo Pródigo” a uno de los más importantes artistas mexicanos del Siglo 20. En esas páginas, Fernando De Szyszlo quedó impactado por el gran Rufino Tamayo.
Su obra le mostraba lo que él mismo venía buscando, una forma de plasmar los elementos del arte moderno vinculándolos al sitio donde se ha nacido; una pintura con raíces. Ambos artistas reconocían que, para ser moderno, uno debe volver al "principio del principio”.De Szyszlo conocería personalmente a Tamayo y también a Octavio Paz y con ambos establecería una estrecha relación de amistad y admiración recíproca. Junto a otras figuras latinoamericanas convivirían con toda la vanguardia artística e intelectual de la época, experiencia que marcaría sus carreras y la forma de hacer arte en nuestra región. Este diálogo es sólo un ejemplo de los múltiples intercambios que se han producido a través de los siglos entre el Perú y México. No podemos olvidar a peruanos como Felipe Cossio y su contribución al renacer cultural de San Miguel de Allende o a Juan Acha y su aporte a la crítica literaria en México. Como señala el historiador mexicano Miguel León Portilla, el Perú y México "no son sólo hermanos, sino gemelos que han tenido a lo largo de su existencia no pocas experiencias paralelas”. Nuestros territorios han sido cuna de dos de los centros de origen de civilización en el planeta, los cuales supieron adaptarse a la diversidad del clima y de la geografía y forjar culturas que alcanzarían su máxima expresión en los Estados azteca e inca. Sobre ambos se establecieron opulentos virreinatos, que irradiarían la colonización española al resto del continente. Nuestras repúblicas se fundaron, como diría el historiador peruano Jorge Basadre, sobre la "promesa de una vida próspera, sana, fuerte y feliz”. Sin embargo, las guerras internas y externas, las dolorosas pérdidas territoriales y los sucesivos rompimientos del orden constitucional nos demostraron que la promesa no era tan fácil de cumplir. Pero allí estuvimos juntos. El presidente Ramón Castilla envió a su embajador ante el legítimo gobierno de don Benito Juárez como muestra de su apoyo. Y cuando el régimen usurpador extranjero ocupó la capital, aquél protestó con tal vehemencia que se hizo expulsar y murió en el naufragio de la nave que lo llevaba de regreso al Perú.A inicios del siglo 20 México fue pionero al introducir conceptos progresistas en el pensamiento político de América Latina, los mismos que coincidieron con las corrientes socialdemócratas en el Perú. La revolución mexicana fue más que un hecho histórico local, pues propiciaría una serie de cambios sociales en toda la región.
Algunas coincidencias sociales y culturales
El haber experimentado procesos históricos similares da como resultado una amplia serie de coincidencias sociales y culturales entre nuestros países. En las letras coloniales encontramos figuras como sor Juana Inés de la Cruz y el Inca Garcilaso de la Vega quienes contribuyeron al Siglo de Oro de la literatura en español. En épocas republicanas el costumbrismo y el indigenismo influenciaron no sólo la literatura, sino también la política, y en el Siglo 20 el Boom Latinoamericano tuvo entre sus principales exponentes a Carlos Fuentes y Mario Vargas LlosaVolviendo a la relación De Szyszlo-Tamayo-Paz encuentro una frase que nos caracteriza. De Szyszlo, al referirse a sus amigos mexicanos, dice: "La única relación verdadera que uno puede tener con alguien es la admiración, el afecto; lo demás es nocivo”. Entre el Perú y México existe esa admiración recíproca y afinidad que, llevada al plano de la política exterior, nos permite mirar hacia adelante de manera conjunta para incorporar en la agenda de desarrollo nacional las oportunidades que ofrece el escenario internacional.
"Este diálogo es sólo un ejemplo de los múltiples intercambios que se han producido a través de los siglos entre el Perú y México”.
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