Es el momento de bailar

Muchos jóvenes y adultos suelen pensar que son demasiado mayores o viejos para bailar o que se verían ridículos bailando tal o cual cosa a su edad
domingo, 21 de enero de 2018 · 00:00

Por Minerva Muñoz*

La danza es pasión, disciplina, dedicación, persistencia, esfuerzo, belleza y expresión. El movimiento del cuerpo es sanción, liberación, amor, autoconocimiento y autoexploración.

La danza es salud y bienestar. Pero, ¿quién puede tener acceso y posibilidades de realizar esa actividad tan maravillosa y liberadora?, ¿cuáles son las condiciones y capacidades que debe tener quien decide practicar danza y el cuestionamiento obligado?

Muchos adolescentes, jóvenes y adultos suelen pensar que son demasiado mayores o viejos para bailar o que se verían ridículos bailando tal o cual cosa a su edad.

Es muy común escuchar esto de personas que van desde los 13 años hasta adultos que tienen gran interés y amor por la danza.

En esta disciplina se puede iniciar en cualquier momento. Una persona puede venir de cualquier lado y puede bailar a cualquier edad mientras sea consiente de sus circunstancias y condiciones. Nunca es tarde para comenzar a hacer algo que nos gusta, nos apasiona y nos causa agrado.  -Y afortunadamente, se abandona de a poco la idea que quien puede bailar debe ser una persona especial, tener un cuerpo idealizado y joven. Lo extraordinario de quien lo decida es precisamente haber tomado esa decisión y dedicarle tiempo, energía y amor a hacerlo.-

Teniendo clara la motivación y el objetivo por el cual se realiza esta actividad, su práctica puede ser muy estimulante, satisfactoria y placentera. Si se comienza a bailar a los 30 años, es probable no llegar a ser la primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza o bailar en el American Ballet Theather. Lo que es un hecho es que a cualquier edad la práctica de la danza brinda beneficios físicos, metales y sociales, potenciando habilidades, capacidades y condiciones de la persona que la realiza.

Puede ser a cualquier edad

Un niño o niña puede comenzar sus clases a partir de los 3 años de edad.  La razón principal es que el niño ya muestra independencia de la madre y tiene la capacidad de ir al baño solo. Algunos maestros aseguran que los niños de entre 8 y 9 años tienen un mejor aprendizaje musical y técnico. Específicamente para el uso de las zapatillas de punta de ballet deben desarrollarse buena colocación, consolidación del cuerpo y afianzamiento del eje, madurez ósea, potencia y fuerza muscular y articular, además de una técnica sólida. Dicho desarrollo varía según las condiciones de cada niña o niño y puede alcanzarse a partir de los 11 años aproximadamente.

Esto no está escrito sobre piedra. Muchos grandes bailarines de ballet clásico o danza contemporánea comenzaron en edades mayores, es decir, la edad de inicio de la danza también depende del estilo que se desee entrenar.

Existe una gran variedad de estilos y técnicas de entrenamiento, algunos de ellos con mayores exigencias que otros.

Mientras más joven se inicie el adiestramiento de una disciplina artística o deportiva, en particular de la danza que depende tanto de lo físico, lo artístico, lo expresivo y lo cognitivo, el cuerpo del practicante permitirá mayores y mejores adaptaciones al movimiento, la técnica, la musicalidad, movilidad, extensiones y plasticidad del cuerpo, uso del lenguaje propio del estilo dancístico y más.

Lo más importante, para dedicarse profesionalmente no sólo se requiere de condiciones físicas adecuadas, sino de talento, capacidades cognitivas, físicas, emocionales y de carácter que le permitan al bailarín o estudiante de danza adecuarse a las exigencias físicas, largas jornadas de entrenamiento, ensayos, sacrificios familiares, dietéticos, de tiempo libre, de organización en sus horarios, así como de inversión económica.

Con el cuerpo y la vida

De forma recurrente se escucha que la vida artística o productiva de un bailarín es muy corta. En algunos casos en cierto. Ya sea que tenga que dejar de bailar por condiciones físicas (principalmente lesiones) o porque comenzaron su vida profesional muy jóvenes (a los 16 o 18 años) y deseen dedicarse a otras cosas,  la vida de un bailarín puede ser longeva y productiva. Conozco bailarines maravillosos de entre 60 y 70 años de edad que aun tienen mucho que compartir escénicamente. (Empero hay quienes piensan que un bailarín maduro sólo evidencia su decadencia, no son gratos a la vista o perdieron su gracia. Pensarlo así es una pena).

El bailarín joven ofrece grandes posibilidades técnicas, agilidad, gracia y la belleza que ofrece un cuerpo joven. Se puede apreciar su vivacidad, la fuerza y virtuosismo. Sin embargo, un cuerpo danzante maduro nos puede ofrecer un gran dominio del cuerpo, capacidades expresivas e interpretativas que sólo la experiencia corporal, escénica, artística y de vida permiten. El bailarín maduro ofrenda no sólo sus habilidades físicas sino la experiencia e investigaciones de una vida entera.

Un bailarín joven revienta en una explosión de habilidades y destreza físicas donde el riesgo, la experimentación y las posibilidades físicas de un cuerpo joven permiten. Pero el bailarín maduro se aventura desde otros lugares donde no sólo lo físico, sino lo expresivo, emocional, emotivo y vivencial se ponen en riesgo. Experimenta con el cuerpo y la vida.

La danza es acción y el movimiento es vida. En conclusión ¡es el momento de bailar!

*Bailarina y maestra en Ciencias Físicas y Artes.

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