Del Cielo a la Tierra en Baja California

domingo, 25 de febrero de 2018 · 00:00

Por Rolando Ísita Tornell**, Carlos Jesús Balderas-Valdivia* y Abraham Rubí Vázquez*

El Estado tiene áreas naturales privilegiadas y desde el 2009 se creó una reforma de protección, para regular la emisión de luz artificial en las ciudades cercanas, que afectan la transparencia celeste necesaria para la investigación

Una costa en el océano cósmico

El norte de la Península de Baja California es una de cuatro regiones privilegiadas en la Tierra que poseen los cielos más transparentes. Es un lugar ideal para observar y estudiar el Cosmos, y en el que se ubica el Observatorio Astronómico Nacional dentro del Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir (PNSSPM). Para sorpresa de muchos, no sólo tiene la categoría de Área Natural Protegida, resguarda por el Gobierno Federal; sino que además, según la Comisión para Cooperación Ambiental y Marine Conservation Biology Institute, a partir del Mar de Bering, la zona está rodeada por un gigantesco sistema Geológico-Oceánico-Climático-Ecológico de carácter multinacional, conocido como “Región de Baja California-Mar de Bering” (Región B2B, del inglés “Bering to Baja”).

Montañas y fosas oceánicas, frentes de corrientes marinas y atmosféricas, el cruce del Trópico de Cáncer, y tres y medio millones de años de evolución biológica global, han creado una enorme ecorregión que se manifiesta con una de las expresiones de biodiversidad más ricas y espectaculares del planeta. Tres países, México, Estados Unidos y Canadá, comparten ineludiblemente unas de las fuentes de riqueza en recursos naturales más importantes al noroeste del continente americano; desafortunadamente, con graves amenazas ambientales como la destrucción del hábitat, sobre-explotación y la contaminación lumínica.

Del cielo…

La “transparencia del cielo” característica en el Parque Nacional de San Pedro Mártir se define como la capacidad que tenemos de percibir visualmente la claridad del cielo y los astros por su brillantez o tamaño.

Desde el punto de vista físico, es una condición de la atmósfera terrestre afectada básicamente por las partículas de materia suspendidas en la atmósfera. Estas partículas pueden ser agua, polen, humo, polvo y otros. Hay que considerar que la luz natural y radiación no visible provenientes del Sol, la Luna, otros astros y la luz artificial producida por el hombre, son un factor agregado que afecta la transparencia del cielo debido a su interacción con las partículas suspendidas.

La “no transparencia” es la interposición de materia entre la fuente de radiación electromagnética de algún astro y su detector, como puede ser un instrumento astronómico, el ojo humano o de otro animal. Estos factores causan el fenómeno llamado “extinción” (de la luz), que no es otra cosa que el reflejo, refracción y dispersión de la luz emitida por cuerpos celestes que choca con las partículas de la atmósfera.

Por otro lado, también se suma el fenómeno de la distorsión de la imagen, el cual depende de la temperatura del aire y el viento. La distorsión de la imagen de un astro es causada por la turbulencia del aire, cuando la luz pasa continuamente por capas de la atmósfera de diferentes densidades debido a la variación térmica, y es por ello que vemos “cintilar” a las estrellas, fenómeno similar a ver “espejismos” en el horizonte. Por último, el viento se forma por movimientos circulares del aire (convección) y el movimiento atmosférico horizontal, por la rotación de la Tierra.

…a la Tierra

La región de Bering a Baja California, B2B, tiene  Áreas Prioritarias de Conservación (APCs). APC-19 comprende la Bahía de San Quintín/Bahía El Rosario y la APC-25 el Alto Golfo de California. Estas áreas influyen oceánica y biológicamente en la parte continental, desde los litorales costeros hasta la Sierra de San Pedro Mártir.

La biodiversidad en tierra firme e islas de toda la península de Baja California, se integra por cerca de dieciocho especies de anfibios, 150 de reptiles; 51 propias de la zona (endémicas), 238 de aves (más de 50 endémicas), 64 de mamíferos no marinos, 37 de mamíferos marinos y quizá más de 4 mil 500 especies de plantas terrestres. Por si no bastara, el Parque Nacional de San Pedro Mártir contiene uno de los pocos bosques que son únicos en el planeta, “relictos”, que data del Pleistoceno, hace 10 mil años. El bosque está compuesto de varias especies de coníferas y al menos una de ellas es endémica, como el caprichoso y simpático “ciprés de San Pedro Mártir” (Cupressus montana), además otras 25 (102, junto con las de la Sierra de Juárez en la frontera con Estados Unidos) especies de plantas herbáceas y arbustivas que también son endémicas.

Especies importantes

En los mares de la región hay cerca de 16 especies de animales marinos amenazadas de extinción, además de tener algún tipo de importancia ecológica y económica, tales como las ballenas azul (Balaenoptera musculus), gris (Eschrichtius robustus) y jorobada (Megaptera novaeanglie); la vaquita marina (Phocoena sinus), el pez mérgulo de xantus (Synthlibiramphus hypoleucus), así como las tortugas laúd (Dermochelys coriacea), prieta (Chelonia midas) y caguama (Caretta caretta).

La contaminación lumínica de las ciudades no sólo afecta la observación astronómica, también afecta el comportamiento repoductivo de las tortugas, provoca que se extravíen y no encuentren las zonas de anidamiento durante el desove.

Asombra que las APC-19 y APC-25 registren una de las “mayores tasas de productividad y endemismo de la región B2B, pues ahí están 8 de las 16 especies de animales marinos de preocupación común; es decir, en sólo 2 de las 28 áreas prioritarias reconocidas, habita el 50 por ciento de la biodiversidad para la conservación, y por lo tanto, el mismo porcentaje de responsabilidad directa entre los tres países beneficiados.

Estrategia de protección

Desde el 2009 hay una reforma a la Ley de Protección al Ambiente para el Estado de Baja California que llevó a la creación de la llamada “Ley del Cielo de Baja California”, que fue gestada por la comunidad de astrónomos para regular la emisión de luz artificial en las ciudades cercanas, que afectan la transparencia celeste necesaria para la investigación.

Sin embargo, ésta es sólo una solución parcial, no hay un organismo verificador ni un código de sanciones, además, la conservación de estas condiciones naturales implica no sólo evitar la contaminación lumínica para la observación astronómica, sino conservar el ecosistema con sus interacciones geofísicas, atmosféricas y la red de elementos vivos o ecosistémicos que ahí existen, con una visión multidisciplinaria y global.

Es necesario hacer que el ciudadano y sus gobernantes conozcan esto como un beneficio humano y no como intereses comerciales, de ecologistas o astronómicos. Para ello, una estrategia de conservación podría ser el uso de “especies bandera”, definidas como aquellas que son carismáticas y que tienen un importante valor simbólico, que servirían para sensibilizar y ganar el apoyo de gobiernos, donantes, patrocinios, auspicios y público para los programas de conservación natural.

Un especie “bandera” sería el águila real (Aquila chrysaetos, ¡la del escudo nacional!, y la tortuga laúd (Dermochelys coriácea, el tercer reptil más grandes del planea). También, se pueden usar las “especies paraguas”, que son aquellas cuya conservación, por sus importancia ecosistémica, implica la protección de otras especies vecinas, e incluso una parte apreciable del ecosistema. Como ejemplos podrían ser el puma (Puma concolor), mascota de la Universidad Nacional Autónoma de México, o el cóndor de California (Gymnogyps californianus; en riesgo crítico de extinción).

            La misma luz que nos permite conocer el Universo, ver en la obscuridad, crear aparatos médicos, herramientas y tener entretenimiento; tiene que ver con los procesos fisiológicos de las especies e impactan sus conductas reproductiva, ambulatoria y migratoria. Al igual que los telescopios astronómicos, muchos organismos necesitan de un cielo nocturno libre de luz artificial para efectuar adecuadamente su función para la que han evolucionado o se han adaptado. Las criaturas más afectadas son los anfibios, tortugas marinas, reptiles nocturnos como los gecos, aves gregarias y migratorias, insectos voladores, murciélagos y una parte importante de la vegetación circundante que produce la fotosíntesis, entre otros grupos. Todos ellos conforman cadenas alimentarias donde unos dependemos de otros.

Necesitamos cielos transparentes para entender nuestra existencia en el Cosmos y ser beneficiados por la riqueza natural; eso sin contar además con el valor estético y paisajístico que nos brindan. Los tres gobiernos involucrados y la sociedad civil deberán actuar en favor de conservación natural del cielo a la tierra, entendiendo a esta ecorregión como un sistema complejo y de suma importancia que requiere de un enfoque global y de la investigación científica multidisciplinaria.

*Dirección General de Divulgación de la Ciencia UNAM.

** Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada.

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