Adiós a Pitol, el escritor viajero

domingo, 15 de abril de 2018 · 00:00

Israel Sánchez y Sara Villegas

Agencia Reforma

Conoce la vida y obra de Sergio Pitol, escritor, traductor, diplomático, viajero y promotor de la literatura universal, fallecido a los 85 años.
El 12 de abril, la vida del escritor mexicano Sergio Pitol terminó en el refugio donde confluyeron sus caminos andados en 85 años: su casa en Xalapa, Veracruz.
Desde 2012, el autor padecía una afasia primaria progresiva no fluente, por lo que empezó a perder el habla, la capacidad de leer y escribir, y después tenía que ser asistido para moverse.

El eterno viajero
El escritor como viajero, o el viajero como escritor. Pitol fue ambos, casi de forma indistinta.
Su errancia comenzó en 1961 y se prolongó hasta 1988. Un periplo que le llevaría a Roma, Londres, Varsovia, Pekín, París, Budapest, Moscú o Praga.
Los viajes le acercaron a tradiciones literarias poco conocidas en el mundo hispano de entonces. Tradujo a Gombrowicz, a Conrad, a Andrejewski, a Chéjov, y se convirtió en un autor mexicano excéntrico o raro.

“El arte de la fuga”
Narrador, ensayista, autor de memorias, crítica y crónicas periodísticas, la obra de Pitol trascendió fronteras y fue traducida del español al italiano, ruso, inglés, húngaro, chino, polaco y árabe.
Todas sus obras las escribió a mano y en papel porque siempre consideró que el lápiz era una extensión de su brazo y de sí mismo, con la que transmitía todas sus emociones.
Justo cuando comenzó su enfermedad, trabajaba en una novela que llevaría por nombre “El triunfo de las mujeres”.
La trama se ubicada en una época inmediatamente anterior al Segundo Imperio Mexicano (1863-1867) y los personajes eran un indígena del norte, un apache; una enana que cantaba y bailaba, trapecista en un circo donde era la estrella principal, y su madre, la esposa de un político importantísimo.

El inicio de su viaje
El escritor, traductor, diplomático y promotor de la literatura universal nació el 18 de marzo de 1933, en Puebla.
A los 4 años arribó al ingenio azucarero El Potrero, hacia Córdoba, Veracruz. Su padre había muerto en Puebla casi al mismo tiempo en que Irma, hermana del autor, nacía.
Pitol tenía 5 años cuando murió su madre, ahogada en el Río Atoyac. Irma enfermó también y murió a las pocas semanas.
A los 12 años, cuando había devorado ya la obra de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Charles Dickens y León Tolstói, se trasladó a Córdoba antes de emigrar al entonces Distrito Federal, en 1950, para estudiar Derecho en la UNAM.
“Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas”.

Compañeros de camino
En la capital coincidió con algunos de quienes fueron sus grandes amigos, como el escritor Carlos Fuentes y el exiliado español Manuel Pedroso.
Posteriormente, por sus participaciones en la revista Estaciones, construyó una profunda amistad con los también escritores José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, a quien Pitol acompañó en diversos movimientos de protesta.
Durante parte de su vida lo acompañaron Homero y Lola, dos grandes perros que el escritor rescató de un refugio de animales.
 

Los años de enfermedad
En 2006, el escritor comenzó a presentar problemas de habla, pero fue entre 2012 y 2013 cuando ya no le era posible construir oraciones.
En un documento fechado el 1 de septiembre del 2014, el doctor Mario López Gómez, especializado en neuropsiquiatría en la UNAM, le informó a Luis Demeneghi sobre la atención brindada a su primo: “Afasia primaria progresiva no fluente, que es una demencia degenerativa”.
La lectura de los síntomas era devastadora: alteraciones del lenguaje, incapacidad de regresar si sale de la casa, ideas delirantes.
Cuando se les informó sobre el estado del escritor, Demeneghi y su hija Laura decidieron iniciar un juicio de interdicción.
En 2015, una jueza de primera instancia de lo familiar con sede en Veracruz declaró improcedente tal juicio, al considerar que tenía la capacidad para representarse a sí mismo en cualquier juicio patrimonial.
Tras una pugna legal de años con el DIF Estatal por la tutoría de Pitol, Luis Demeneghi, primo del escritor, fue nombrado su tutor interino en 2016.

Su último refugio
Pitol pasó sus últimos días en su casa del centro de Xalapa, bajo la tutela de la familia Demeneghi, en una vivienda poblada por su colección de 12 mil libros, los cuales dispuso donar a la Universidad Veracruzana tras su muerte.
En cada rincón de este último refugio, donde era visitado por amigos cercanos, había recuerdos que eran un fiel reflejo de su vida nómada.
Los rostros de aquellos que fueron sus amigos y de escritores que influyeron en su vida vigilaban su despacho: León Tolstoi, Oscar Wilde, Antón Pávlovich Chéjov, Franz Kafka, Juan Rulfo, Alfonso Reyes, Manuel Pedroso, Carlos Monsiváis, Margo Glantz, Gabriel García Márquez y Juan Villoro, por mencionar algunos.
Los discos de ópera, el estante que guarda casi exclusivamente libros rusos en cirílico, las chucherías de viajes, sus retratos en todos los países europeos donde fue agregado cultural y sus propios libros, cobijaron al escritor hasta el fin de sus días.

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