Objetos siderales cercanos y amenazantes para la Tierra

domingo, 20 de mayo de 2018 · 00:02

Por Rolando Ísita Tornell*

En las redes sociales es frecuente que difundan noticias acerca de la amenaza de algún objeto del cielo que impactará en la Tierra y acabará con ella, ya sea un meteorito, un asteroide o algún cometa, apelando a la NASA para darle “autoridad” a esas presuntas “noticias”.

Noticias falsas, sin fuente

De inicio, los usuarios de las redes que difunden tales deformaciones (y no informaciones) no se preocupan de confirmar la fuente, si en verdad la NASA es el origen de tal noticia, que también podrían ser otras fuentes confiables como la Agencia Espacial Europea (ESA), el Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California (JPL) o el mismo Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, del Instituto de Astronomía de la UNAM (IA-OAN SPM), de Ensenada, Baja California y el Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE), de Puebla; aunque eventualmente podrían ser el Instituto de Geofísica UNAM, National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) y Spaceweather, por citar las más relevantes y confiables.

La autoridad en ciencia la dan los hechos y el consenso

En segundo término, el concepto de “autoridad” en el mundo de la investigación científica es inusual, la “autoridad” la otorgan los datos, las mediciones, las evidencias, los resultados de los experimentos y de las observaciones con fecha, lugar, hora y coordenadas geográficas o siderales. Cierto, alguien firma y da su nombre y, aunque los hechos sean relevantes no bastan, faltaría el consenso de la comunidad científica especializada. Ya lo he comentado en otras ocasiones, la ciencia se nos adelantó al resto de la sociedad en la democracia real, precisa y confiable; más tarda en aparecer un charlatán que en descubrírsele y defenestrarlo, con todo y su “autoridad” a cuestas. Así que para confiar en una de esas noticias deberían contener quién lo dijo, en dónde lo dijo, cuándo lo dijo y qué evidencias presentó, además de sus credenciales, como pertenecer a una institución científica, su especialidad y experiencia acumulada.

La amenaza es real

“La amenaza de impacto con la Tierra de objetos extraterrestres sí es preocupante, poco probable pero no imposible, ya ha sucedido”, comentó en una charla Mauricio Reyes Ruiz, jefe del OAN SPM, especialista en astrofísica del medio interestelar, “como el cráter en el desierto de Arizona”, que puso como un ejemplo.

En la vecindad de Arizona existe la atracción turística del Cráter del Meteoro (o Barringer), que tiene 1.1 kilómetros de diámetro, con una profundidad de 170 metros. El geólogo Daniel Barringer sugirió en 1903 que esa enorme cicatriz en la Tierra era resultado del impacto de un meteoroide, se estima que su choque con la Tierra ocurrió hace 50 mil años, un objeto que debió haber tenido 50 metros de diámetro y viajar a una velocidad aproximada de 43 mil 200 kilómetros por hora.

Impactos profundos… y no tanto

“El encuentro de nuestro planeta con objetos extraterrestres a lo largo de la historia, su órbita y la trayectoria de los objetos mismos es bastante frecuente”, abundó el astrofísico, “afortunadamente nuestra atmósfera nos protege cuando son pequeños, de 10  a 15 metros de diámetro, subrayó, se desintegran, se evaporan por la fricción con ella, o bien, explotan en sus capas superiores por la velocidad a la que vienen; si son más grandes, de 30 a 40 metros y dependiendo del material que los constituye -podrían ser metálicos-, se hacen pedacitos, distribuyéndose en grandes áreas sobre la superficie, como en Allende, Chihuahua; más grandes, la atmósfera no alcanza a destruirlos

En efecto, suele haber trazas de destrucción como únicos vestigios del impacto de objetos siderales con la tierra, debidas a su desintegración según las explicaciones de Reyes, como el bosque de Tunguska, en Rusia. Se tejieron muchos mitos y fantasías alrededor de la misteriosa inclinación de los pinos de aquel bosque y su carbonización, oro para los charlatanes. Lo cierto es que se acumularon evidencias de que se trató de un bólido que al chocar con la atmósfera produjo una explosión de muy alta potencia, similar a la de un arma termonuclear, en Tunguska, en la tundra de Siberia, Rusia, el 30 de junio de 1908, y en conmemoración de ese suceso es que existe el Día del Asteroide en esa fecha, promovida por el astrofísico rockero Brian May y el finado cosmólogo Stephen Hawking, entre otros.

A la caza de la amenaza… ¡y hasta su utilidad!

“Existen numerosos proyectos para detectar estos objetos cuando están cerca”, comenta el jefe del observatorio de la nación, situado en Ensenada, “y contamos con diversas formas, instrumentos y modelos numéricos para detectarlos, observar su comportamiento, su constitución y sus trayectorias”. Uno de ellos se lleva a cabo en colaboración entre el Instituto de Astronomía de la UNAM, campus Ensenada, y la Universidad de Arizona, en el que participa destacadamente Mauricio Reyes.

“Parte de los resultados prácticos de este proyecto es que esos objetos podrían contener materiales útiles en la tierra, como oro, platino o iridio, como para ir por ellos y traerlos para su uso; otro resultado práctico es disminuir el rango de la potencial amenaza de estos llamados Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs, por sus iniciales en inglés).

Mauricio Reyes me compartió también que parte de la instrumentación para detectar, observar y caracterizar estos objetos, además de otros, es el telescopio con espejo primario de 1.5 metros de diámetro del OAN SPM, con su instrumento de detección y caracterización RATIR, un detector óptico de imágenes en infrarrojo de múltiples canales.

Asimismo, el Observatorio Astronómico Nacional desarrolla otro proyecto en colaboración con China, con tres telescopios robóticos llamado TAOS II (Censo Automatizado de Ocultaciones por Objetos Transneptunianos) cuyo objetivo principal es detectar objetos más lejanos, más allá del planeta Neptuno, que se sitúan en el llamado Cinturón de Kuiper, y eventualmente estos telescopios podrían detectar objetos cercanos a la Tierra, aunque no sea su fin.

Bólidos, asteroides, cometas, meteoritos cercanos a la Tierra sí son una amenaza, se les tiene vigilados y si alguno de ellos mayor a 50 metros es detectado por la red internacional de astrónomos estudiosos de estos objetos, tengamos por seguro que nos avisarán oficialmente por medio instituciones de prestigio, confiables y no en un muro de chismes de lavadero cibernético.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada.

risita@dgdc.unam.mx

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