Algo más sobre Marte
Por Marco Arturo Moreno Corral*
A través de este texto, hablaré de aspectos interesantes de Marte, como el acercamiento que en pocas semanas tendrá con la Tierra o las gigantescas tormentas de polvo que recientemente han ocurriendo sobre su superficie.
En julio de este año, la distancia entre nosotros y Marte, se reducirá a 56 millones de kilómetros, lo que astronómicamente hablando es un valor pequeño. Estos acercamientos que son fenómenos recurrentes, en el pasado han permitido observar mejor la superficie marciana, por lo que en la primera parte del siglo XX, precisamente durante ellos, se hicieron esfuerzos notables para registrar sus cambios. Un ejemplo de ese laborioso trabajo, es el que por 50 años –de 1907 a 1957- realizaron 2 astrónomos aficionados mexicanos, que utilizando sus pequeños telescopios y en alguna ocasión como la del acercamiento ocurrido en 1924, los del Observatorio Astronómico Nacional, entonces ubicado en la antigua Villa de Tacubaya, para estudiar cuidadosamente los cambios que durante ese período, mostró la superficie del planeta rojo, resultando de todo ello, un voluminoso libro ilustrado con dibujos de ese proceso.
En la actualidad son telescopios orbitando la Tierra los que están estudiando ese planeta, registrando los detalles de su superficie, pero además, ahora se cuenta con robots creados en nuestro planeta que exploran el suelo marciano. Sin embargo, un acercamiento como el que ocurrirá en julio, sigue siendo de interés, sobre todo para los aficionados a observar el firmamento, pues podrán mirar a Marte como un planeta rojo verdaderamente brillante.
No debe pensarse que este astro se acercará a la Tierra en forma arbitraria e irregular. No, en realidad, ese suceso es completamente predecible y tiene causas naturales, así que no debemos preocuparnos ni temer ningún efecto dañino.
¿Pero cuál es la razón de ese acercamiento? Desde la Antigüedad Marte mostró anomalías que no pudieron ser explicadas, como que su brillo cambiaba desde ser comparable al que presentan muchas de las estrellas menos brillantes, hasta llegar al de astros como Júpiter, e incluso todavía más, pues en ocasiones puede brillar casi tanto como Sirio, que es la estrella más brillante en el firmamento. La solución a la pregunta que encabeza este párrafo, vino de los trabajos que Johannes Kepler realizó entre 1600 y 1609 con los que determinó la forma de la órbita marciana. Cuando Tycho Brahe contrató a este notable astrónomo y matemático, el problema que le planteó fue que a partir de los datos obtenidos por él durante años de medir la posición de Marte en la bóveda celeste, que eran los mejores hasta entonces logrados, determinara la trayectoria real de ese planeta. Después de que Kepler realizó muchos cálculos usando solamente lápiz y papel, encontró que la órbita que seguía el planeta rojo en torno al Sol, no era un círculo centrado en él como hasta entonces se había aceptado, sino que en realidad describía una trayectoria similar a la de un óvalo. Tras meditar mucho y después de luchar contra sus propias ideas, ya que había sido educado aceptando que los planetas giraban en torno al Sol en órbitas circulares, llegó a la conclusión de que en realidad la órbita marciana es una elipse. Después de encontrar ese resultado, lo extendió al movimiento de los demás planetas, incluida la Tierra.
Lo que ese descubrimiento significa, es que en sus respectivos movimientos elípticos en torno al Sol, las distancias que separan las órbitas marciana y terrestre, varían entre valores que van de 56 millones a 399 millones de kilómetros. Cuando en el siglo XVII se comenzó a estudiar el movimiento de Marte a través de telescopios, los astrónomos vieron que el diámetro angular de este astro variaba, alcanzando en un tiempo relativamente corto, un tamaño aparente que crecía hasta más del doble, ya que el ángulo que subtiende el radio de Marte tal y como se le observa desde la Tierra a través de esos instrumentos, se duplica en poco tiempo, dando la impresión de que ese planeta crece. Lo que pasa en realidad, es que en ocasiones estamos más cerca de Marte y en otras lejos de él, así que en la práctica, veremos que su brillo aumenta y disminuye en cuestión de meses.
A pesar de que el problema está resuelto desde 1609, todavía en algunos medios se está hablando de que Marte se acercará tanto a la Tierra, que llegará a verse como la luna llena. ¡Esto es imposible! Desde la formación misma de los planetas, ocurrida unos 4 mil 500 millones de años atrás, cada uno de ellos gira en una órbita elíptica estable, determinada por la acción gravitacional ejercida por el Sol sobre cada planeta. Como ésta no cambia, no pueden ocurrir modificaciones en las trayectorias seguidas por ellos, así que no debe dársele crédito a información como la que está circulando en la red, que afirma que el 31 de julio próximo, Marte presentará a simple vista un disco tan grande como el de la luna llena.
Los planes de exploración humana
Las observaciones que de la superficie marciana realizaban los astrónomos en los siglos XIX y XX, mostraron cambios significativos que incluso llegaron a creerse eran resultado de la acción de seres inteligentes, pero finalmente se demostró que obedecen a fenómenos naturales que con cierta regularidad, ocurren en buena parte de Marte. Aunque menos densa que la atmósfera terrestre, este planeta tiene una, principalmente formada por dióxido de carbono y proporciones menores de nitrógeno, oxígeno, argón y otros gases, que interactúa dinámicamente con su superficie sólida rocosa en la que abunda el óxido de hierro, que es quien da su aspecto rojizo a Marte. En la misma forma que ocurre en la Tierra, en el planeta rojo se producen grande tolvaneras cuando el calor del Sol calienta su atmósfera, lo que provoca que los gases que la forman, se muevan produciendo ráfagas que levantan el fino polvo del suelo. En los últimos 130 años, se han registrado 10 grandes tormentas que han llegado a ser globales, pues cubrieron todo la superficie marciana, pero son más frecuentes las que sin afectar todo, sí mueven polvo por grandes áreas. Entre junio y septiembre de 2001 hubo una de este tipo, que fue registrada con gran detalle por el telescopio espacial Hubble, mientras que en junio del 2007, en pocas semanas el polvo cubrió todos los detalles que regularmente muestra la superficie de Marte.
Actualmente está ocurriendo otra, que comenzó a ser detectada por los robots exploradores Oportunidad y Curiosidad, que desde 2004 y 2012 respectivamente, recorren el suelo marciano realizando diferentes estudios, así que ahora los científicos no solamente miran esas grandes tormentas de polvo a través de los telescopios, sino que las están experimentando en “vivo” con robots y naves automáticas como esas. Seguramente la información que se obtenga, beneficiará los planes de exploración humana del planeta rojo, pues con ella la llegada de astronautas a Marte, está más cercana de hacerse realidad.
*Astrofísico e investigador del Instituto de Astronomía, campus Ensenada, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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