Poema
Caminando con los ojos cerrados
Por Liz Durand Goytia*
Para Norma Durand y Fausto Mayoral
Ladeo la cabeza para oír mejor:
un pequeño susurro puede guiarme.
Mis manos extendidas son antenas
en espera de texturas, arrugas, aristas,
ventanas que den al viento,
balcones que apunten al Sol.
Las plantas de mis pies perciben
rugosidades en el piso,
piedras pequeñas como botones
que cierran bolsillos de banquetas,
fracturas que parecen abismos, desniveles.
Mi nariz ávida otea, aspira los aromas
que me guían más allá de las fronteras.
Detrás de mí la luz,
pero también dentro de mí,
en este corazón con ojos
que al final de las oscuridades
siempre encuentra, alumbra y se enamora.
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