REMEMBRANZAS

Excelencia profesional rica en experiencias

sábado, 22 de septiembre de 2018 · 00:00

Por Heberto Javier Peterson Legrand*

Orgullo ensenadense, el médico veterinario zootecnista, Juan Manuel Rico Sanromán, nació el 28 de marzo de 1938.

Hijo de don Miguel Rico Sánchez de Moctezuma, Sonora, fundador de la que fue la muy prestigiada “Refaccionaría Rico”.

Un hombre muy caritativo filántropo que no le gustaba se anunciara con trompetas la gran cantidad de ayuda para muchas gentes e instituciones. Su mamá doña Sara Sanromán Mendoza, nacida en Ensenada.

Fue una dama muy altruista, hija del doctor José Sanromán Vázquez, quien llegó a Ensenada en 1917 y fue un médico muy querido y reconocido.

El personaje central es padre de 2 varones y 3 hijas; abuelo de 12 nietos que a sus 80 años le dan la felicidad de verlos crecer y madurar forjándose su propio futuro..

El estudió en la Escuela Héroes de Baja California y la secundaria Héctor A. Migoni de la cual se siente muy orgulloso. Me platicó que le tocó participar en un simulacro de guerra en el cañón de Doña Petra.

La preparatoria la estudió en el entonces Distrito Federal y su carrera en la Universidad Autónoma de México.

Allí conoció a su guapa esposa doña Aurora Diez de Bonilla titulada de Maestra en Educación. Recién casados llegaron a este bello puerto; sin el saberlo se casó el 17 de agosto “Día del Veterinario”, su esposa fue en Ensenada un pilar vital en la fundación de la escuela Tlamacazqui junto con Estelita Parrilla.

Excelente veterinario

Juan Manuel Rico fue el primer veterinario que abrió un consultorio en Ensenada que ya es un dato histórico interesante.

Su actividad desde el inicio fue sumamente dinámica ya que dedicaba sus conocimientos científicos a la atención de toda especie de animales consultando en los ranchos ganado de campo y de establo.

Perros, gatos, caballos, puercos, aves y los animales que traían los circos, y que en aquellos tiempos, no traían veterinarios.

Frecuentemente era solicitado en lugares como el poblado de Maneadero donde atendió los animales de los ranchos de los Corrado, Ayón, Cirilo Castro, Los Bravo, Valenzuela y Ávalos, entre otros.

En Ojos Negros, los animales de los ranchos de los Mancillas, Candolfi, López Mesa, Lencioni y Ramonetti.

En Vallecitos, los animales del rancho de los Ruanova, Ranchos en Sierra de Juárez y en el Valle de Guadalupe, los animales del Rancho Meling y los de San Quintín.

Comentó Juan Manuel con esa modestia que le caracteriza, cómo a través de los largos años de su rica existencia fue adquiriendo experiencia en diagnósticos, cirugías, partos, y lógicamente su trayectoria llena de anécdotas.

Médico que disfruta de la vida

Para hablarles de un caso en particular, transcribiré una que reseña de su esposa.

“En 1964 el capitan Cervantes piloto muy reconocido en la localidad y amante de los animales adquirió a Elsa una leoncita muy bonita la que había crecido muy rápidamente  y sus retozos eran de temer porque sacaba sus garras y hacia daño.

“Como el capitán tenía hijos pequeños decidió consultar a mi esposo sobre las posibilidades de extraerle las uñas de las patas delanteras, lo cual suele hacerse con felinos  domésticos en casos especiales como este de cautiverio y domesticación.

“Mi marido nervioso y excitado se puso a revisar sus libros y se llegó el día de la operación la cual salió de maravilla salvo un pequeño problema imposible de prever.

“La leona resultó muy sensible al anestésico y pasaron uno, dos y tres días y la leona seguía dormida plácidamente, para entonces el dueño pasó de la preocupación a la alarma y de ahí a la indignación, lanzándole a mi marido diversos epítetos que versaban más o menos sobre ineptitud, irresponsabilidad, etcétera, que hizo desfilar  por el consultorio a varios destacados médicos amigos suyos para que opinaran y darle otra recordada al novato doctorcito por su inexperiencia.

“Yo le pedí a Dios que lo ayudara sobre todo por su autoestima medio sarandeada. Al fin el 15 de septiembre, bien lo recuerdo, dio la leona un rugido y Juan el grito de Independencia. Elsa vivió muchos años muy felices”.

Para Juan Manuel, las salidas al campo eran motivo de felicidad. Gozaba de la naturaleza, le gustaba rodar por el lodo y los caminos sin pavimentar, el contacto con la naturaleza lo tonificaba.

El consultorio ya cumplió sus 55 años y su hijo Octavio que siguió la misma carrera que el Padre lo dirige, el veterinario de vasta experiencia enamorado de su profesión a sus 80 años sigue haciendo operaciones.

Su esposa Aurora escribió un excelente artículo bastante extenso y bien hecho en el periódico “La vida en Ensenada” en la década de los 90, donde comentó entre otras la anécdota sobre Elsa.

En el artículo podemos apreciar el comportamiento de los humanos hacia los animales y nos percatamos como en la relación del profesional y también en la de los dueños de los animales hay una carga afectiva porque hay animales que también sufren el maltrato de algunos seres humanos, por otra parte nos dan lecciones de lealtad.

En aquellos años durante los cuales venían extranjeros a presentar exhibiciones caninas llamaban al veterinario Rico para la atención de sus perros.

El veterinario relató cómo faltaba una cultura en el trato hacia los animales y eran “curados” a veces por charlatanes que provocaban más bien su muerte y mucho sufrimiento.

En lo que es el ocaso de la existencia el veterinario zootecnista dedica más tiempo a su familia y a su esposa. Han viajado por Europa a varios países como España, Francia, Italia, Suiza, Alemania y Bélgica; al Medio Oriente a Israel, Egipto, Jordania, Oriente: La India, China, así como Turquía, Cuba, Estados Unidos y México.

Recientemente, dueños de su propio tiempo y en compañía de un grupo de cinco matrimonios han viajado a cercanos y alejados lugares disfrutando de fogatas de hermosas.

Justo es jubilarse y armar proyectos que permitan conocer nuestro entorno, otras culturas y costumbres y tener el espíritu aventurero para realizarlo.

*Escritor ensenadense.

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