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Entiende: ¡tengo la razón!

Por Jorge A. Meléndez
martes, 21 de noviembre de 2017 · 00:00

La era de la hiper conectividad trae consigo un alza en la polarización y el hartazgo. Y juntito a éstos vienen cada vez más discusiones que muchas veces terminan en gritos y sombrerazos.

Debates de sordos en todos lados. Los vemos a cada rato en la política: en México en el congreso y qué decir de Trump. Ah, y también los sufrimos en la oficina, la casa y hasta en WhatsApp.

¿Cómo debatir bien? Aquí le van 10 reglas de oro del libro “Discutir bien” de Jonathan Herring, según un resumen de FarmanStreet:

  1. Preparación. Conocer los puntos esenciales de su argumentación e investigar hechos para convencer al oponente. Pregunta clave: ¿qué va a discutir y qué busca? ¿sólo que lo entiendan o un resultado tangible?
  2. Saber cuándo entrarle y cuándo abandonar. ¿Es el tiempo, lugar y momento adecuado?
  3. Qué y cómo. Lenguaje corporal, palabras, tono, etc. Truco: póngase en los zapatos de su contraparte e identifique lo que pudiera ver como los puntos débiles de sus argumentos.
  4. Escuchar y escuchar. Atención al lenguaje corporal del oponente y al significado de sus palabras. Regla práctica: escuche 75% del tiempo y argumente sólo el 25% restante.
  5. Ser un maestro en responder a argumentos contrarios. Tres técnicas básicas: a. Retar hechos, b. Retar conclusiones derivadas de los hechos y c. Aceptar el punto pero rebatir su relevancia.
  6. Cuidado con trucos y falacias. Por ejemplo, el uso mañoso de estadísticas o los ataques personales. Relea “Lógica ilógica”.
  7. Dominar debatir en público. Simple y al grano. Sin rollos y apresuramientos. Para aprender: práctica, práctica y práctica.
  8. Aprender a debatir por escrito. Párrafos cortos, preciso y al grano. Lenguaje fácil de entender. Cuide el formato.
  9. Desarrollar habilidad para resolver atorones. Buscar ángulos frescos, maneras de ejercer presión o lograr un compromiso. Relea “Negociar? Te ching...”.
  10. Mantener relaciones. El objetivo nunca debe ser humillar al contrario.

Buenísimos, apúntelos. Pasemos a otro punto clave: cómo responder a dudas sobre una idea, sobre todo cuando ésta es diferente.

“Cualquiera que presenta algo nuevo enfrentará escepticismo. La manera como enfrente las dudas dictará como se recibe la idea”, dice Matt Abrahams en la revista de la escuela de negocios de Stanford.

El profesor de comportamiento organizacional explica que la forma de enmarcar la idea puede ser clave para que sea aceptada. Señala que existen dos grandes categorías de objeciones y la manera presentar un concepto depende del tipo de duda:

a) Objeciones del “corazón”. No tienen detalle o se enfocan a posibles consecuencias futuras. Por ejemplo: “No sé porque, pero no me late” o “Híjole, pero y sí”. Su mejor arma: la lógica. Nunca responda emocionalmente. Parafrasee (“lo que estás diciendo es”) para buscar limpiarla de la emoción e inserte razón a su respuesta.
b) Objeciones de la mente. Algo así como: “no tenemos los recursos o el tiempo” o “tu idea cuesta mucho”. Aunque no parezca, son las más fáciles de enfrentar. A fin de cuentas es lógica vs. lógica. Responda analizando la objeción y formulando respuestas claras. Evite datos alternativos o discutir quién tiene los datos correctos. Ojo, quizá la duda esconda algún punto válido. Las analogías pueden ser útiles al enmarcar.

Cierro con un punto final crucial para debatir: conocer a fondo la postura del contrario. No sólo para argumentar mejor la suya, sino para también mejorar o hasta cambiarla.

Charlie Munger, el socio del excepcional Warren Buffet, lo expresa más o menos así: “no tienes derecho a una opinión hasta que puedas discutir en contra de ella mejor que la persona más inteligente que tenga un punto de vista distinto”.

¡Exacto! En un mundo lleno de disrupción, cada vez se rigidizan más ideas y opiniones. No tiene sentido: si cambian industrias enteras, ¿por qué no una postura?

En parte por esto hay tanto estancamiento intelectual. Quizá en la política sea difícil que cambien las cosas, pero bien podríamos empezar en nuestro círculo cercano en la oficina y la casa, ¿no?

En pocas palabras
“Es mejor debatir una pregunta sin llegar a una respuesta, que responderla sin debate”
Joseph Joubert, escritor francés


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