DESDE LA NOTARÍA

De temas recurrentes

Por Diego Monsiváis Franco*
miércoles, 22 de noviembre de 2017 · 00:00

Hay temas notariales sobre los que la gente pregunta siempre, los poderes y las sucesiones entre ellos, por lo que no se extrañen si los repito, aunque procuraré abordarlos desde distintos ángulos.

Los poderes, teóricamente, son actos en los que interviene la voluntad del hombre, es decir que no existen sin mandato, y el mandato a su vez es el contrato por el que una persona le encarga a otra que realice uno o varios actos jurídicos por su cuenta. Al primero se le llama mandante y al segundo mandatario, o dicho de manera coloquial, hablamos el que manda y su mandadero.

El mandato nace del Derecho Romano, de las palabras Manus-Dare, es decir, dar la mano, y entre los romanos, que un amigo le diera la mano a otro para realizar uno o varios actos por su cuenta, era un honor, un servicio del que el mismo mandatario se sentía orgulloso, sin cobrar nada por esos servicios.

Por cierto, el Derecho Romano tuvo influencia en toda Europa, al grado que después de que desapareció el imperio, su legado continuó aplicándose en Italia, Francia, Alemania, España y el resto del continente.

Los españoles lo trajeron a México, y por eso se aplica en Europa y América, excepto en los Estados Unidos e Inglaterra.

Ya en México, el Derecho Romano llega clasificado con diversas especies y maneras para elaborar los Mandatos. Y así, México los recibe de España, pero cuando se independiza de ésta, los cambia en algunos aspectos importantes.

Como se puede apreciar, hasta ahora no se ha hablado del Poder, no obstante que con él empezamos. Pero no es lo mismo poder que mandato. De ahí que la definición de mandato no nos habla de realizar los actos encomendados a nombre del mandante, sino por cuenta del mismo. En otras palabras, el mandato romano nació sin poder, es decir, sin representación, ya que el mandatario realizaba y actuaba en todo como si se tratara de sus propias cosas, o sea, era como una especie de “prestanombres”, pero legal, legítimo. Pudiera ser que nadie supiera que el mandatario estaba actuando por cuenta del mandante.

De hecho, esto aún se aplica en México, cuando una persona no quiere que otra sepa que con quien está tratando, el mandatario es tan sólo un intermediario. Sin embargo, esto no sólo no es ilegal, sino que, ante el Notario comparece el Mandante y le encarga los actos deseados al Mandatario, para que los realice por su cuenta, pero no a su nombre. Es decir, le prohíbe que mencione su nombre cuando esté realizando los actos encomendados.

En algunas ocasiones los Estados han encomendado a mandatarios la tarea de comprar terrenos que el propio Estado pretende expropiar para una causa de utilidad pública, como construir un aeropuerto o un metro, etcétera, pues si la gente se entera que se pretende hacer el aeropuerto, el metro o transporte público, subterráneo o no, el valor de las tierras aumentaría considerablemente. De ahí que contrata, mediante Mandatos, a personas con el exclusivo propósito de que compre cada quién una porción del terreno que el Estado necesita para esa obra pública. Nadie sabe que es el Estado quien se beneficiará con esa acción, sino que creen que le están vendiendo a un particular.

Y esto es así, porque actúan a nombre propio, pero por cuenta del mandante, y sin que los terceros se enteren de esta situación.

Pero, otra vez se nos acabó el espacio, por lo que nos veremos en la próxima semana en que, como siempre, estaré llevando la Notaría a sus hogares.

* Titular de la Notaría Pública Número Cinco en Ensenada

diegomonsivais@notaria5ensenada.com

...

Comentarios