LA OTRA HISTORIA

¿Cómo borrar lo imborrable?

Por Lucía Garayzar*
miércoles, 29 de noviembre de 2017 · 00:00

Cuenta un antiguo relato que en el año de 1564, en medio de una fuerte tempestad en Cumberland, Inglaterra, un gran árbol fue desplomado por la furia del viento. Según algunas fuentes, se dice que, debajo del lugar en donde alguna vez estuvieron las raíces de ese árbol, brotó una sustancia negra semejante a un mineral, en aquel entonces nadie sabía lo que era; hoy lo conocemos como “plomo negro o grafito”.

El lápiz fue inventado por el austriaco Josef Hardtmuth, hijo de un carpintero. Hardtmuth aprendió en Viena el oficio de albañil, esto lo llevó a convertirse en arquitecto de los príncipes de Liechtenstein y fundar una fábrica de tejas y loza que actualmente aun funciona.

En 1790, el químico e inventor francés Jacques Conté, se dedicó a hacer lápices de grafito molido con distintas clases de arcilla cubiertos de madera de cedro, ya que debido a la guerra entre Francia e Inglaterra, estos eran muy escasos. En 1812, el ebanista e inventor William Monroe originario de Massachusetts, fabricó la máquina que produce los lápices tal y como los conocemos en la actualidad.

Amable lector: quien diría que la pequeñez de un lápiz es crucial cuando se habla del tesoro del saber. Ese artículo de tamaño diminuto ha sido testigo de los mejores y peores aconteceres de la historia, ese pedazo de madera para muchos insignificante, ha puesto a temblar a más de uno cuando de memorias y relatos se trata. Imagine usted amable lector, ¿cuánto conocimiento?, ¿cuántos testimonios, mensajes, revelaciones, secretos, confesiones, fórmulas, teorías, trampas, planes, etc. han quedado plasmados con la minúscula punta de un lápiz? No cabe duda que el valor de las cosas no se mide por el tamaño sino por su alcance.

A partir de hoy, el sacapuntas destinado para afilar el grafito que escribirá un nuevo episodio en la vida política de este país está listo, todos esperamos que el contenido del texto sea legible y digerible, sin embargo, es importante advertirles a nuestros gobernantes que deben ser muy cuidadosos con su obra; son tantas las faltas de ortografía, que seguramente encontraremos capítulos con manchas de borrador imposibles de pasar inadvertidas, pero también estoy segura que la pretensión de un borrón estrujante para hacer desaparecer los errores plasmados sobre este frágil pedazo de papel llamado México, ya no es posible, la calidad de la hoja no lo resiste, no hay manera de borrar lo imborrable.

* La autora es profesora
lucygarayzar@hotmail.com

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