Visión para el 2030

El sector empresarial del país, a través de la Coparmex, promueve la elaboración de lo que llaman la “agenda de agendas”, la cual presentarán ante quienes se registren como candidatos a la presidencia de la república.

La intención es la iniciativa privada es articular las agendas de los diversos organismos sociales que existen en el país, para “hacer músculo” en los temas comunes locales y nacionales que merecen el mayor énfasis.

Esto obliga a involucrar a los ciudadanos altamente participativos, lo que requiere de una estrategia de articulación para construir esa agenda, además de establecer los criterios para saber cómo medirla y colocarla en el centro de la discusión.

Lo anterior también implica desarrollar el arte de comunicar la trascendencia de los temas comunes, y que se detonen en las campañas políticas y cuando arranquen las administraciones.

Una manera de ciudadanizar los procesos electorales es que la sociedad organizada no sólo se conforme con acudir a las urnas, sino que incida en la toma de decisiones gubernamentales a través de presentar un paquete de iniciativas y proyectos que mejoren la calidad de vida de la población, garanticen el estado de derecho, eleven la competitividad, impulsen la mejora regulatoria y gocemos de seguridad pública.

La tarea no es sencilla porque se necesita tener un certero diagnóstico de nuestra realidad social y económica, pero aquí es donde deben intervenir las mentes más brillantes de cada región de México, no nada más las dirigencias de los partidos o los funcionarios públicos de primer nivel.

En este sentido, es mayor la responsabilidad de los grupos intermedios, como las cámaras empresariales, los centros de investigación científica, los grupos académicos y las asociaciones civiles.

Todavía los mexicanos estamos a tiempo de encontrar soluciones de largo plazo para que el país no pierda viabilidad, porque si continúa la escalada de violencia, prevalece una política fiscal tóxica y no se combate la corrupción de manera ejemplar, después será demasiado tarde y costoso reparar los daños.

La descomposición social es el resultado de décadas de desigualdades, pero no se podrán revertir si los ciudadanos mexicanos insisten en mantenerse como pasivos espectadores de la vida pública.